Bolas sobre la Primera Dama del Per¨²
Desde que se inaugur¨® su Gobierno, la pareja presidencial ha sido objeto del cotilleo, un rasgo distintivo de la sociedad lime?a
Ricardo Palma fue un magn¨ªfico escritor del siglo XIX que inmortaliz¨® rasgos distintivos de la sociedad lime?a. Uno de ellos es el cotilleo, m¨¢s conocido aqu¨ª como chisme o bola. Palma observ¨® la proclividad de los lime?os a correr bolas, a difundir rumores que crecen porque sus escuchas convenientemente las creen, porque les atribuyen la calidad de evidencia clara e irrefutable de opiniones que se esgrimen para explicar, por ejemplo, el mundillo pol¨ªtico del pa¨ªs. Alguien inventa una bola, un par de gentes la hace correr y en un santiam¨¦n ya est¨¢ en boca de todos sin importar que sean meras fantas¨ªas. Que no se sorprenda el lector por qu¨¦ el Per¨² es cuna de grandes cuentistas.
Pues bien, pr¨¢cticamente desde que se inaugur¨® su gobierno, la pareja presidencial ha sido objeto de numerosas bolas. La m¨¢s sensacional de todas y que hace dos semanas explot¨® en los medios como una bomba fue que la primera dama, una mujer muy inteligente, de car¨¢cter fuerte, acostumbrada a ejercer enorme influencia sobre las decisiones que toma el gobierno, demandaba el divorcio a su esposo-presidente por tener ¨¦ste un hijo con otra mujer. Que sea cierto o falso vale mucho menos que las interpretaciones que se suscitan: en el imaginario de muchas personas, la Sra. Nadine Heredia confirma su perfil de "mandona" mientras que el pobre presidente rescata, al menos, algo de su virilidad. Y algo m¨¢s: el presunto divorcio tendr¨ªa el siniestro prop¨®sito de allanar el camino a la primera dama para postular a la presidencia de la rep¨²blica en 2016. No interesa que la se?ora nunca haya anunciado su intenci¨®n de hacerlo, ni tampoco que en una ocasi¨®n expl¨ªcitamente la haya descartado, ni que su popularidad y la de su marido se acerca m¨¢s y m¨¢s al s¨®tano, ni que tenga la capacidad de calibrar el enorme da?o que le har¨ªa al pa¨ªs si intentara una aventura que claramente ser¨ªa ilegal y falto de ¨¦tica. No, nada de esto mella la percepci¨®n de que el gobierno tiene una agenda "a la argentina" y que es capaz de cualquier cosa con tal de asegurar una reelecci¨®n conyugal.
Pol¨ªticos inescrupulosos y con agenda propia, periodistas que subordinan la verdad al rating o que ceden al ardor de la pugnacidad, y un p¨²blico que se deleita con el morbo y la intriga son todos elementos que configuran un espectro pol¨ªtico que es propio de far¨¢ndula. La demonizaci¨®n de la primera dama la abonan muchos, desde los pol¨ªticos que convenientemente buscan desviar la atenci¨®n del p¨²blico de las investigaciones sobre sus fechor¨ªas, hasta comentaristas pol¨ªticos y gentes irritadas por sus obvias pretensiones pol¨ªticas, visibilidad e indudable ascendencia. En este triste espect¨¢culo todo vale salvo la reflexi¨®n de que la se?ora ha brindado valiosas aportaciones. Menciono, por ejemplo, su influencia para elegir y respaldar las gestiones de funcionarios responsables por el muy buen manejo de la econom¨ªa del pa¨ªs como de otros que asumieron sus funciones con la intenci¨®n de servir al pa¨ªs y no con la expectativa del enriquecimiento il¨ªcito. Al respecto, hace poco renunci¨® una ministra que se hizo conocer en algunos c¨ªrculos empresariales por ser insobornable.
Es pertinente entonces mencionar que tambi¨¦n en el siglo XIX el Per¨² cont¨® con otro muy buen escritor, Manuel Gonz¨¢lez Prada, que dedic¨® buena parte de su obra a develar las lacras que laceran el alma peruana. Citemos una de sus frases c¨¦lebres que emplea para condenar acerbamente la corrupci¨®n de su ¨¦poca: "donde se pone el dedo brota la pus." Pues bien, uno lee los medios y con rapidez concluye que nada ha cambiado, que la corrupci¨®n desde las m¨¢s altas esferas campea con impunidad. Sobre dos ex presidentes pesan graves cargos de cohecho que los eluden escud¨¢ndose en formulismos legales. El x presidente Garc¨ªa en particular se dio el lujo de escribir un art¨ªculo celebrando la decisi¨®n de un juez de dejar sin efecto las acusaciones imputadas por la comisi¨®n congresal que investig¨® supuestos delitos incurridos durante su ¨²ltimo mandato, las mismas que incluyeron indebidos indultos a narcotraficantes a cambio de dinero. A pocos import¨® que tal art¨ªculo fuera publicado antes de que el juez emitiera su opini¨®n. A pocos parece preocupar que el Poder Judicial deje ver se?ales de captura por parte de pol¨ªticos avezados. Pocos se indignan por lavadas de caras que dejan intacto el olor a latrocinio grande.
Si Ricardo Palma se burla de la ridiculez barroca que permea algunas costumbres de la sociedad peruana, Manuel Gonz¨¢lez Prada lamenta su indolencia ante la venalidad de sus hombres p¨²blicos. En el Per¨² son muchos, much¨ªsimos m¨¢s los que se solazan con rumores que no tienen ninguna relevancia que los que alzan sus voces para penalizar a los que se encaraman en las instituciones del estado como si fueran sus cotos de caza. Algunos analistas intentan explicar el contraste aludiendo a un supuesto divorcio entre la econom¨ªa y la pol¨ªtica. Seg¨²n esta versi¨®n, los esc¨¢ndalos que semana a semana suceden en la esfera pol¨ªtica no perjudican ni tienen por qu¨¦ perjudicar al buen andar de los negocios y de la econom¨ªa del pa¨ªs. En este contexto, no tiene ninguna importancia que Alan Garc¨ªa, personaje que durante su primer gobierno destruy¨® las principales instituciones p¨²blicas del pa¨ªs y que en su segundo mandato no hizo nada para afianzarlas, logre la presidencia por una tercera vez. Dicho de modo sencillo, no importa que el circo contin¨²e ni que el estado sea un bot¨ªn mientras que el sector privado contin¨²e haciendo dinero. Pero esta es una visi¨®n totalmente equivocada porque a la econom¨ªa no se le puede separar de la pol¨ªtica. El modelo econ¨®mico actual sirve para crecer y hacerse rico, pero es ajeno a la voluntad pol¨ªtica que urgentemente se requiere para transformar la pol¨ªtica misma como para reformar la gesti¨®n p¨²blica. Los gremios empresariales, en general, lucen desidia frente a este asunto. Pueden no darse cuenta de que mantener un desarrollo econ¨®mico sostenible es imposible sin la presencia de un estado eficiente y capaz de brindar servicios p¨²blicos de alta calidad. Es igualmente grave que gente de a pie piense que a ellos les conviene un estado d¨¦bil porque as¨ª pueden ganar m¨¢s dinero.
Tarde o temprano, si la brecha entre una econom¨ªa que aspira a ser del primer mundo y una pol¨ªtica que se acerca al cuarto no se cierra, la realidad de una historia ya conocida le pasar¨¢ la factura al pa¨ªs. Quiero decir que el Per¨² ya sabe de bonanzas pasadas pero que el peligro de desperdiciar, una vez m¨¢s, la oportunidad para imprimir una institucionalidad moderna y eficiente al servicio de la sociedad en su conjunto, es latente. Si no me cree lea el ¨²ltimo informe de competitividad mundial que prepara el World Economic Forum. Entre 148 pa¨ªses, Per¨² se ubica cerca del ¨²ltimo lugar en cuanto a la calidad del sistema educativo y ocupa puestos muy por debajo de la mitad inferior del grupo respecto a la solidez de las instituciones p¨²blicas, eficiencia gubernamental, calidad de la infraestructura, capacidad para innovar, inversi¨®n en investigaci¨®n y desarrollo, y sistema de investigaci¨®n cient¨ªfica. Y tambi¨¦n, por su supuesto en cuanto a su capacidad y determinaci¨®n para combatir la corrupci¨®n. Bajo estas condiciones, lograr el pleno desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs es una quimera.
Que nadie apueste a que el cotilleo va a desaparecer. ?Escuch¨® la ¨²ltima bola? La primera dama mantendr¨ªa una relaci¨®n amorosa con un hombre no identificado. Si gusta, rel¨¢mase con el dato o celebre su derecho y el de toda persona a acostarse con quien le d¨¦ la gana. Pero si de veras le importa el futuro del pa¨ªs, mejor le vendr¨ªa emplear su tiempo leyendo detenidamente a Gonz¨¢lez Prada. A fondo.
Jorge L. Daly es escritor y economista pol¨ªtico. Actualmente ejerce c¨¢tedra en la Universidad Centrum Cat¨®lica de Lima.
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