Las v¨ªctimas de La Bestia exigen ayudas al Gobierno de M¨¦xico
Una asociaci¨®n de emigrantes hondure?os discapacitados llega al DF para ver a Pe?a Nieto Buscan ayuda econ¨®mica y la creaci¨®n de una visa humanitaria para poder cruzar el pa¨ªs
Norman Sa¨²l Varela intent¨® llegar de Honduras a Estados Unidos hasta tres veces en el a?o 2005. La ¨²ltima perdi¨® una pierna al ser arrollado por La Bestia, el infernal tren de carga que recorre M¨¦xico desde Chiapas o Tabasco (sur) hasta el norte del pa¨ªs. Este hombre, vicepresidente y portavoz de la Asociaci¨®n de Migrantes Retornados con Discapacidad (Amiredis) dice tener 42 a?os, pero su aspecto refleja al menos 20 m¨¢s. La gorra naranja tapa buena parte de un cabello aclarado por el paso del tiempo y los disgustos. El vocero explica que la asociaci¨®n, sin dinero, ha viajado hasta la capital de M¨¦xico para pedir apoyo al Gobierno mexicano. Han venido 15 pero en todo el pa¨ªs hay 432 personas mutiladas que forman parte de Amiredis. ¡°Queremos ver al presidente Enrique Pe?a Nieto para que nos ayude a sensibilizar a nuestras autoridades, as¨ª como obtener alguna compensaci¨®n por lo que nos ocurri¨®¡±.
Entre las propuestas del grupo se encuentra la creaci¨®n de una ¡°visa humanitaria¡±. El permiso, de unos 30 d¨ªas, servir¨ªa para el libre paso de los emigrantes por M¨¦xico durante ese periodo. ¡°No nos iremos hasta ver al presidente¡±, asegura Varela. La organizaci¨®n ya se reuni¨® este viernes con la subsecretaria de Gobernaci¨®n, Paloma Guill¨¦n, pero quieren ser recibidos por el m¨¢ximo mandatario.
Cada hora 12 hondure?os cruzan la frontera de su pa¨ªs para alcanzar el sue?o americano. En la actualidad hay 500 emigrantes desaparecidos y tan solo en lo que va de a?o, 9.162 personas han sido deportadas antes de llegar a su destino. ¡°Pretendemos que las autoridades entiendan esta tragedia humanitaria¡± Norman lleva veinte a?os casado y tiene cuatro hijos. El mayor de 17 y la peque?a de diez. ¡°No tengo casa en propiedad¡±, dice. ¡°Emigr¨¦ para que los ni?os estudiaran, para poder pagar su educaci¨®n y comprar un solar donde construir mi hogar¡±. Sin embargo, el 29 de octubre de 2005, La Bestia se lo llev¨® todo. ¡°Hab¨ªa estado viajando durante 16 d¨ªas y el tren se detuvo durante m¨¢s de hora y media en la estaci¨®n de Villahermosa. Lleg¨® la migra ¨Cpolic¨ªa de migraci¨®n- y todos empezaron a correr. Yo tambi¨¦n, pero solo se me ocurr¨ªa pasar por debajo del vag¨®n, porque estaba parado. En ese momento arranc¨® la m¨¢quina llev¨¢ndose mis sue?os, mi fortaleza y mi futuro¡±. Norman Varela estuvo en varios hospitales hasta que lo trasladaron ¡°como a un animal¡± a un lugar donde lo tuvieron semanas antes de deportarlo. ¡°Me soltaron en la frontera, pero nadie me dio muletas y en el Consulado no quisieron ayudarme. Estuve en la calle pidiendo durante cuatro d¨ªas¡±. En este momento Norman se detiene, porque a¨²n le duele su propia historia.
-Sin muletas, ?c¨®mo pod¨ªa trasladarse?
-Arrastr¨¢ndome, como culebra. Solo pensaba en suicidarme.
Un amigo lo encontr¨® y le prest¨® ayuda, por lo que finalmente logr¨® regresar a casa. La ciudad donde vive ¨C¨¦l y los 14 que lo acompa?an en el viaje- se llama El Progreso porque en su d¨ªa experiment¨® un crecimiento demogr¨¢fico e industrial muy r¨¢pido. Pero las oportunidades, hoy, no son iguales para todos. ¡°No tenemos dinero y es muy dif¨ªcil conseguir el pan en estas condiciones¡±. Cuando se le pregunta a Norman por su experiencia en el tren es muy claro: ¡°Cuando uno lo ve y se monta, es una alegr¨ªa porque sabe que va caminando hacia delante, pero no imagina lo que viene: saltar del tren obligado, esconderse en el monte, infectarse de garrapatas, ensuciarse y espinarse¡±. Las bandas criminales y tambi¨¦n las autoridades, asegura, roban a los emigrantes. ¡°Recuerdo un d¨ªa, en una estaci¨®n antes de llegar a Lecher¨ªa, donde los polic¨ªas municipales nos asaltaron a m¨ª y a dos mujeres m¨¢s. Yo llevaba una mochila con dos bolsas de tortillas que me hab¨ªan regalado, agua, un su¨¦ter, mi pasta de dientes, mi cepillo, dos calzoncillos y 35 pesos. Me lo quitaron todo y me rociaron con un l¨ªquido en los ojos. ¡®??chate agua, pendejo, con eso se te quita, para que no vuelvas a cruzar!¡¯, gritaron antes de huir. En aquel lugar esperamos dos d¨ªas m¨¢s hasta que pas¨® otro tren y nos volvimos a subir¡±. Adem¨¢s de la pierna, en aquel viaje, Norman perdi¨® la dignidad.
Tan solo en El Progreso, Amiredis tiene un total de 43 asociados, 11 de ellos mujeres. ¡°El 80% de las hondure?as que llegan a M¨¦xico son violadas por m¨¢s de un hombre¡±, asegura su presidente, Jos¨¦ Luis Hern¨¢ndez. ¡°Hemos venido hasta aqu¨ª para que Pe?a Nieto nos escuche. Es muy importante para nosotros, necesitamos que algo cambie¡±. Este joven de hermosos rasgos y cabello oscuro se fue de Honduras con 18 a?os para tratar de probar suerte en EE UU. Le gustaba el f¨²tbol y tocar la guitarra. El tren le cort¨® una pierna, un brazo y tres dedos de una mano. El adi¨®s a la m¨²sica. ¡°Llevaba veinte d¨ªas en el tren y ya hab¨ªa llegado hasta el norte, Chihuahua. Cerca de Ju¨¢rez me desmay¨¦ y me ca¨ª. Fue por el hambre y el cansancio, hab¨ªa corrido mucho para escapar de la polic¨ªa¡±. La Cruz Roja lo llev¨® al hospital y permaneci¨® ingresado recuper¨¢ndose dos a?os. Despu¨¦s sali¨® de M¨¦xico y volvi¨® a casa de sus padres. Hoy Jos¨¦ Luis tiene 28 a?os y una cicatriz que recorre su antebrazo izquierdo. ¡°En realidad hay varias como esa¡±, dice levantando la playera para mostrar otra junto al ombligo. ¡°Para ganar dinero canto m¨²sica religiosa y doy charlas como presidente de la asociaci¨®n¡±.
-?Se puede creer en Dios despu¨¦s de una experiencia tan dura?
-S¨ª. Dios crea un destino para cada ser humano. Si uno lo sigue, no le va a pasar nada. Yo no segu¨ª el m¨ªo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.