La ciudad de los terremotos
Los habitantes de Managua no cierran las heridas del temblor que hace 42 a?os destruy¨® su ciudad y dej¨® miles de muertos
La vida de los habitantes de Managua, la capital de Nicaragua, est¨¢ definida por una tragedia. Casi 42 a?os despu¨¦s de que un terremoto devastara la ciudad y dejara miles de muertos (las cifras var¨ªan de entre seis mil y diez mil), los capitalinos siguen con aquella herida abierta. A?oran la ciudad que fue, mientras un sentimiento de refugiados permanentes domina su car¨¢cter. El miedo constante a un nuevo terremoto como el de 1972 se mantiene latente, mientras la ciudad se abre ante ellos con toda su exuberancia y fallas.
Managua es una ciudad de geograf¨ªa ex¨®tica. La capital del segundo pa¨ªs m¨¢s pobre del continente se levanta a orillas de un lago de m¨¢s mil kil¨®metros cuadrados, rodeada de cerros y monta?as y resguardada por el volc¨¢n Momotombo, un coloso de 1.927 metros. Dentro de la ciudad se hallan hermosas lagunas, parques naturales que son el refugio de los capitalinos a las altas temperaturas que sofocan la ciudad, y desde los barrios se levantan frondosos ¨¢rboles de mango, aguacates y mara?ones, refugio de las bandadas de loros cuyos verdes plumajes brillan con el intenso sol capitalino.
La ciudad, sin embargo, es un ejemplo de caos. Desde el terremoto de 1972, y tras d¨¦cadas seguidas de guerras, insurrecciones y corrupci¨®n oficial, la capital nicarag¨¹ense se ha extendido sin planificaci¨®n, con asentamientos miserables llenos de chabolas y sin servicios b¨¢sicos, barrios residenciales levantados al antojo de cualquier constructor y estructuras que no cuentan con las medidas b¨¢sicas de seguridad ante terremotos. La ciudad es un "embudo" con apenas tres salidas hacia el interior del pa¨ªs, donde emergencias como la del jueves pasado, cuando un terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter puso en alerta al Gobierno, muestran que no est¨¢ preparada para hacer frente a una emergencia.
Ubicarse en Managua es toda una aventura. Las direcciones est¨¢n hechas por instinto, sin respetar el nombre de las calles y avenidas. Este redactor, por ejemplo, tiene su domicilio en la siguiente direcci¨®n: "De la distribuidora El Tope, una cuadra arriba..." Hay direcciones hilarantes como aquellas que rezan: "De donde fue El Arbolito...", lo que da a entender que ese "arbolito" ya no existe, pero su referencia s¨ª. O "De donde fue la f¨¢brica de la Pepsi..." Aqu¨ª nadie habla del Paseo de la Uni¨®n Europea, por ejemplo. La referencia es un casino que se levanta sobre ese paseo: "Del Casino Pharaohs de Carretera a Masaya, dos cuadras abajo...". O "Siga recto por el tanque rojo...", una direcci¨®n habitual en un barrio especialmente rojo de la ciudad.
Adem¨¢s de este caos vial, en Managua hay un sentimiento de ciudad terremoteada. "Terremoteados" se les dec¨ªa a los habitantes del centro de la ciudad que vivieron en carne viva la tragedia de 1972. En una zona de aquel centro, conocida como los escombros, todav¨ªa se levantan estructuras severamente da?adas por el terremoto, y que hasta ahora est¨¢n siendo demolidas por las autoridades. ?42 a?os despu¨¦s! Esas edificaciones fueron tomadas durante a?os por familias sin hogar, que estos d¨ªas han sido trasladadas a refugios improvisados por el Gobierno.
"Managua, linda Managua", canta una melod¨ªa que hincha de orgullo a los capitalinos. La canci¨®n apela a la belleza ex¨®tica de la ciudad, pero para muchos es un canto a la nostalgia de la ciudad que fue, aquella capital provinciana, de estrechas calles, casas de adobe y uno que otro edificio importante. Una ciudad "coqueta", dice la canci¨®n. La capital de una dictadura, una dinast¨ªa que gobern¨® el pa¨ªs por m¨¢s de cuatro d¨¦cadas al peso de las botas militares, y cuyo centro de poder se levantaba en la Loma de Tiscapa, ahora convertida en parque nacional, pero que antes de 1972 era casa presidencial y c¨¢rcel de tortura. Desde esa loma bajaba una amplia avenida, la Roosevelt ¨Choy conocida como Paseo Augusto C. Sandino¨C, sede de bancos, comercios y hoteles, que terminaba en una explanada arbolada que daba a las costas del lago. Esa es la ciudad que extra?an los managuas. La que les fue arrebatada la madrugada del 23 de diciembre de 1972, cuando sus habitantes se preparaban para las festividades navide?as. Fueron 30 segundos de horror que se mantienen vivos en la cabeza de los capitalinos, como un sentimiento de p¨¦rdida. No por nada el diario La Prensa, cuando al final pudo salir a la calle tras la tragedia, titul¨® su cr¨®nica del recuento de muertos con este titular: "?En 30 segundos solo Hiroshima y Managua! Un ensayo del juicio final".
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