Los negros tienen m¨¢s posibilidades de ser detenidos y condenados en EE UU
La tasa de arrestos y de ejecutados duplica y triplica el peso de las personas de color en la poblaci¨®n La ONU denuncia que la discriminaci¨®n racial se da de forma constante en todas las esferas de la sociedad estadounidense

Lo m¨¢s grave del drama de la discriminaci¨®n racial en Estados Unidos es que no es una problem¨¢tica aislada, que se circunscribe a un ¨¢mbito determinado, sino que es una profunda cadena interconectada que se replica en m¨²ltiples frentes y con el elevado riesgo de condicionar enormemente la vida de una persona. La ONU denunci¨® en marzo que, pese a los progresos alcanzados, 50 a?os despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la Ley de Derechos Civiles "en la pr¨¢ctica" en EE UU la discriminaci¨®n racial se da de forma constante en todas las esferas de la sociedad. La esfera judicial y policial es, sin duda, una de las m¨¢s representativas y est¨¢ ampliamente condicionada por la disparidad educativa y econ¨®mica.
"La polic¨ªa es racista. Ahora mismo al ver a una persona negra hablando con una blanca siempre creen que es porque hay un intercambio de drogas, y van a por el negro", lamenta Troy, un veintea?ero de color que vive en Anacostia; un barrio al sudeste de Washington que duplica los est¨¢ndares de desempleo, pobreza e inseguridad del resto de la capital estadounidense.
La retah¨ªla de estad¨ªsticas corrobora la esencia de su diagn¨®stico. Del total de detenidos en 2012 en EE UU, un 28,1% eran de color -m¨¢s del doble de su proporci¨®n demogr¨¢fica (13,1%)-, seg¨²n las cifras del FBI. Por ende, un hombre de raza negra tiene seis veces m¨¢s posibilidades de ser encarcelado que uno blanco, y 2,5 veces m¨¢s que uno latino, seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales recopilados por The Sentencing Project, una organizaci¨®n civil con sede en Washington. Son tasas incluso peores que en los a?os de segregaci¨®n racial. Todo ello tiene una traslaci¨®n directa en la composici¨®n de las c¨¢rceles: en 2012 un 36,5% de los reclusos eran negros -casi tres veces m¨¢s que su peso en el conjunto de la poblaci¨®n del pa¨ªs ese a?o-, un 33,1% eran blancos -casi la mitad de su proporci¨®n del 63% en el censo- y un 22% eran latinos -el 16,9% de la poblaci¨®n-. Dicho de otro modo, un 3,1% de los negros est¨¢n presos; un 1,3% de los latinos; y un 0,5% de los blancos.
Vistas en perspectiva las divergencias son a¨²n m¨¢s escalofriantes. Por cada 100.000 hombres de cualquier raza, en 2012, 463 eran reos blancos; 2.841, negros; y 1.158, latinos. Entre las mujeres la distribuci¨®n era de 49, 115 y 64 respectivamente. Por pura aritm¨¦tica, estas profundas diferencias hacen que los ciudadanos de color tengan muchas m¨¢s posibilidades que los blancos de ser condenados a cadena perpetua o a pena de muerte. As¨ª, mientras uno de cada 111 hombres blancos pasa toda su vida en la c¨¢rcel, entre los negros es tan solo uno de cada 18.
En el corredor de la muerte, la proporci¨®n de reclusos negros (del 41,7%) tambi¨¦n triplica su peso en la poblaci¨®n estadounidense; mientras la de los blancos (43,1%) y latinos (12,6%) se sit¨²a por debajo, seg¨²n el Centro de Informaci¨®n de la Pena de Muerte. Una realidad que fue duramente criticada por la ONU. "La discriminaci¨®n es mala en cualquier circunstancia, pero es inaceptable cuando lleva a la muerte", clam¨® Walter Kalin, uno de los integrantes del comit¨¦, quien pidi¨® a las autoridades revisar todas las condenas capitales pendientes, teniendo en cuenta que se ha detectado que en los ¨²ltimos a?os ha habido 144 sentencias err¨®neas.
Kalin pregunt¨® a la delegaci¨®n estadounidense c¨®mo pretende evitar la Administraci¨®n de Barack Obama que la pena capital se aplique con un sesgo racial. A lo que Bruce Swartz, fiscal general adjunto del Departamento de Justicia, replic¨® de forma gen¨¦rica asegurando que los casos son minuciosamente revisados, que el Gobierno est¨¢ "preocupado" por la desproporci¨®n racial en las c¨¢rceles; y que cada a?o se destinan 100.000 d¨®lares a compensar a personas indebidamente presas. Pese a ello, 16 estados carecen de un sistema de indemnizaci¨®n, como alert¨® la ONU.
Pero m¨¢s all¨¢ de las posiciones de unos u otros, ?qu¨¦ explica, en definitiva, que 50 a?os despu¨¦s del fin de la segregaci¨®n existan estas tristes divergencias en la primera potencia mundial? Nazgol Ghandnoosh, investigadora de The Sentencing Project, lo atribuye principalmente a dos motivos. Por un lado, achaca a diferencias socioecon¨®micas, que lastran el acceso a oportunidades, el hecho de que m¨¢s ciudadanos negros cometan delitos graves, por lo que est¨¢n sobrerepresentados en las c¨¢rceles. Pero, por el otro, sobre todo en los delitos menores, a un "prejuicio racial" en las decisiones policiales y judiciales que puede llevar a la paradoja de que un negro sea tratado de un modo distinto que un blanco por los mismos hechos.
"Las leyes se deber¨ªan aplicar de una manera m¨¢s justa, para que no se apunte ¨²nicamente a determinados colectivos", afirma por tel¨¦fono. Menciona, por ejemplo, que apenas haya detenciones por posesi¨®n de drogas en las universidades; mientras en determinados barrios deprimidos, como el de Anacostia, sean mucho m¨¢s rutinarios los cacheos policiales. "?Esto significa que hay poco consumo de drogas en las universidades? Probablemente no. Lo que pasa es que a¨²n que lleven encima las mismas drogas, es m¨¢s probable que una persona de esos barrios sea identificada y detenida". Seg¨²n un estudio de la American Civil Liberties Union, entre 2001 y 2010 un negro ten¨ªa 3,7 veces m¨¢s posibilidades que un blanco de ser detenido por posesi¨®n de marihuana. En Washington DC la probabilidad era de ocho veces.
En este sentido, Ghandnoosh sostiene que la experiencia demuestra que ha sido f¨²til la estrategia, impulsada tras la epidemia de consumo masivo de crack en los a?os 80, de creer que las drogas eran la principal causa de violencia en los barrios m¨¢s inseguros de EE UU y que hab¨ªa que actuar con mayor contundencia en lugar de ir al origen y mejorar las condiciones de vida. "Esto adentra a la gente en un c¨ªrculo judicial, lo que luego les hace m¨¢s dif¨ªcil encontrar un trabajo o una casa", lamenta.
Algo en lo que coinciden tanto los testimonios recogidos en Anacostia como Antonio Ginatta, director de defensa de Human Rights Watch en EE UU. ¡°El sistema judicial est¨¢ entrelazado con una historia de discriminaci¨®n racial y los esfuerzos para desvincularlos han sido insuficientes¡±, subraya. En concreto, critica que las alegaciones de discriminaci¨®n solo puedan prosperar si se logra demostrar que ¨¦sta fue intencionada y no solo cuando los resultados ¡°claramente¡± lo indican. ¡°Es mucho m¨¢s probable que una persona negra sea condenada a pena de muerte si la v¨ªctima es blanca¡±, pone de ejemplo. Un factor clave, comenta, es si la selecci¨®n del jurado popular es lo suficientemente heterog¨¦nea.
Pese a que queda mucho por hacer, el panorama ha mejorado ligeramente en los ¨²ltimos a?os. Ghandnoosh destaca que 2010 fue el primer a?o desde 1973 en que no creci¨® la poblaci¨®n carcelaria de EE UU, la m¨¢s alta del mundo, lo que se repiti¨® en los dos siguientes. Adem¨¢s, mientras en 2009 un negro ten¨ªa 6,4 veces m¨¢s posibilidades que un blanco de estar preso; en 2012 se redujo a 6,1. En el terreno pol¨ªtico tambi¨¦n ha habido avances. La Administraci¨®n Obama rebaj¨® en 2010 la amplia diferencia de sentencias entre la posesi¨®n de coca¨ªna y crack, y apuesta por aminorar m¨¢s las penas por delitos menores de drogas. Y en el Congreso, la voluntad de atajar el gasto p¨²blico junto a la ca¨ªda de la criminalidad ha unido a muchos dem¨®cratas y republicanos a tomar medidas para reducir la poblaci¨®n carcelaria. Pero a¨²n as¨ª las estad¨ªsticas y comentarios como los de Troy revelan que la disparidad sigue muy enquistada
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.