Bangladesh pone los cimientos para generar un cambio en el sector textil
Un a?o despu¨¦s del desplome, las v¨ªctimas solo cobran ahora parte de las indemnizaciones
Hace un siglo, en marzo de 1911, un incendio que mat¨® a 146 costureras en la f¨¢brica Triangle Shirtwaist de Nueva York -la tierra prometida para aquellas inmigrantes llegadas de Italia y Europa del Este-- cambi¨® para siempre la industrial textil estadounidense: propici¨® leyes de seguridad laboral y estimul¨® la creaci¨®n de sindicatos que protegieran a los obreros. Los optimistas conf¨ªan en que el desastre del Rana Plaza ¨Cocurrido al otro lado del mundo, en Bangladesh, 102 a?os despu¨¦s pero con algunas similitudes escalofriantes-- genere una transformaci¨®n similar en una industria globalizada, complej¨ªsima, que solo en ese pa¨ªs supone un negocio de 16.000 millones de euros al a?o y emplea a cuatro millones de personas. Inmediatamente despu¨¦s de la mayor cat¨¢strofe industrial de Asia -con 1.134 muertos y 2.500 heridos-- proliferaron iniciativas que un a?o despu¨¦s se han traducido en algunas mejoras que, si se cumple plenamente lo firmado sobre el papel, podr¨ªan sentar las bases de un cambio m¨¢s profundo.
El salario m¨ªnimo, que atrajo a Bangladesh a las grandes marcas en los ¨²ltimos a?os porque era el m¨¢s bajo del mundo, sigue si¨¦ndolo aunque tras meses de duras negociaciones fue incrementado en un 77% (hasta los 5.300 taka, 49 euros mensuales). Menos de lo que los sindicatos reclamaban. Los trabajadores de textiles de Camboya, los segundos peor pagados del planeta, han protagonizado en los ¨²ltimos meses furibundas protestas exigiendo mejoras. Pero las grandes marcas no descansan, siempre est¨¢n a la b¨²squeda de pa¨ªses m¨¢s estables y con mejores precios que les permitan satisfacer la demandas de novedades constantes a precios baratos que exige su clientela. H&M ha anunciado que empezar¨¢ a surtirse en ?frica subsahariana, en f¨¢bricas de Etiop¨ªa y Kenia, y otras firmas, explican fuentes del sector, trabajan en India con empleados somal¨ªes. La manufactura textil tiene la virtud de que es muy f¨¢cilmente trasladable, basta llevar m¨¢quinas de coser hasta donde est¨¦ la mano de obra. Birmania, con su transici¨®n democr¨¢tica, es el ¨²ltimo Eldorado para el sector.
El desastre puso en evidencia algunos flancos por los que la cadena de producci¨®n de las grandes multinacionales textiles hac¨ªa aguas y dej¨® sin trabajo ante un penoso futuro a los que sobrevivieron al desplome de las nueve plantas ¨Cvarias construidas sin permiso- sobre sus cabezas en la ¨²ltima semana del mes. Los capataces obligaron aquel 24 de abril a regresar a sus puestos a los empleados, alarmados por unas grietas. Aquellas mujeres y aquellos hombres volvieron a coser o a empaquetar. No se pod¨ªan arriesgar a perder toda la paga de abril.
Levantar las trabas administrativas para que los sindicatos puedan operar con una cierta libertad fue una de las primeras consecuencias. Ahora hay 134 centrales inscritas, frente a las dos de 2010, recalca la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo. Se han archivado los casos contra sindicalistas que?como Kalpona Akter o Babul Akter se han jugado el cuello por lograr unas condiciones de trabajo m¨ªnimas en el sector, pero la investigaci¨®n sobre el asesinato de su colega Aminul Islam --un a?o antes de la tragedia fue hallado con signos de tortura- sigue empantanada.
La cat¨¢strofe del Rana Plaza revel¨® tambi¨¦n que las auditor¨ªas sociales ¨Ccentradas en evitar el trabajo infantil o esclavo-- obviaban el estado de los edificios que albergan los talleres. Unas 150 empresas europeas ¨Cincluidos los gigantes Inditex y H&M-- han dise?ado un sistema de inspecciones t¨¦cnicas que ya han empezado. Una treintena de firmas estadounidenses ¨Cencabezados por Walmart-- crearon otro marco para supervisar la seguridad en los talleres. La principal diferencia es que el acuerdo europeo es legalmente vinculante y el norteamericano no. M¨¢s de 600 factor¨ªas han sido inspeccionadas, algunas han sido obligadas a cerrar por inseguras.
El europeo, denominado Acuerdo Bangladesh, incluye en su p¨¢gina web por ejemplo el diagn¨®stico t¨¦cnico de cada factor¨ªa inspeccionada, el detalle de las reparaciones necesarias y el coste, que las empresas que se surten de ellas han aceptado costear parcialmente. Hace un a?o hubiera sido impensable que las firmas hicieran p¨²blico (a la competencia y al resto del mundo) qu¨¦ empresas les surten y d¨®nde est¨¢n.
Pr¨¢cticamente ninguno de los 4.000 operarios sali¨® indemne del desplome del Rana Plaza. Murieron, quedaron mutilados, heridos o traumatizados. Y adem¨¢s sin trabajo. Dos meses despu¨¦s muchas v¨ªctimas juraban que jam¨¢s volver¨ªan al textil pero Bangladesh ofrece pocas oportunidades laborales m¨¢s, sobre todo a las mujeres.
La mayor¨ªa de los supervivientes del desastre recibir¨¢n esta semana solo un adelanto de la indemnizaci¨®n que seg¨²n un sistema dise?ado por empresas, patronal, sindicatos y ONG bajo la supervisi¨®n de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) les corresponde. El problema es que de los 29 millones necesarios el Fondo de Compensaci¨®n solo han recaudado un tercio (incluidos los pagos de Primark, que son solo para sus trabajadores). Eva Kreisler, de la campa?a Ropa Limpia en Espa?a, sostiene que este sistema de compensaciones ¡°ser¨¢ eficaz cuando cumpla su fin, cuando la gente haya cobrado¡±. Y eso requiere que la participaci¨®n de m¨¢s empresas y que las ya involucradas aporten m¨¢s dinero, detalla.
Este grupo activista recuerda que las 29 empresas vinculadas a las factor¨ªas desplomadas suman unos beneficios de 16.000 millones. ¡°Se les est¨¢ pidiendo que aporten menos del 0,2% de sus beneficios para compensar de alguna manera a las personas sobre las que se construyen sus beneficios¡±, recalc¨® a Reuters Ineke Zeldenrust, coordinadora internacional de la campa?a.
El crecimiento del sector textil de Bangladesh, tan veloz como desordenado en los ¨²ltimos a?os, se ha frenado este a?o a su tasa m¨¢s baja.
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