Libre comercio a hurtadillas
Los beneficios de un posible tratado ni est¨¢n garantizados ni se repartir¨ªan equitativamente
La par¨¢lisis institucional durante el per¨ªodo electoral ha dejado en suspenso un dossier de especial relevancia: las negociaciones sobre la Asociaci¨®n Transatl¨¢ntica de Comercio e Inversi¨®n (TTIP, en sus siglas en ingl¨¦s). De hacerse efectiva, la Asociaci¨®n permitir¨ªa el libre comercio entre la Uni¨®n Europea (UE) y Estados Unidos (EE UU), dos econom¨ªas que, juntas, representan el 60% del PIB mundial. La Comisi¨®n Europea estima los beneficios agregados de este tratado en cientos de miles de millones para la UE, Estados Unidos y el resto del mundo. Tales beneficios, huelga decirlo, ni est¨¢n garantizados ni se repartir¨ªan equitativamente. La pol¨¦mica, sin embargo, no es tanto un enfrentamiento entre potenciales ganadores contra perdedores cuanto el c¨®mo se est¨¢ negociando: mientras la Comisi¨®n presume de m¨¢s transparencia que nunca, grupos de consumidores y activistas denuncian un sistema opaco y sesgado a favor de los grandes intereses industriales.
La Comisi¨®n, tras el voto del Parlamento Europeo contra ACTA (el acuerdo de protecci¨®n a la propiedad intelectual rechazado, tras una extraordinaria campa?a ciudadana, por sus consecuencias sobre la libertad en internet), est¨¢ a la defensiva ante las acusaciones de acceso privilegiado a la industria. Lo que ahora est¨¢ en juego no es tanto el proteccionismo o los aranceles, cuanto otros resortes con los cuales las grandes empresas quieren modificar las reglas a su favor. Los mecanismos de arbitraje de disputas, por ejemplo, pueden servir para presionar a los estados que legislen contra sus intereses. La convergencia a la baja de los est¨¢ndares ambientales, de seguridad, de privacidad, etc. de industrias tan cruciales como la del autom¨®vil, la qu¨ªmica, la farmac¨¦utica, o las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de la comunicaci¨®n deteriorar¨ªa la protecci¨®n ambiental y del consumidor en ambos lados del Atl¨¢ntico norte, en particular en Europa. El resto del mundo, adem¨¢s, teme la emergencia de est¨¢ndares globales que tendr¨¢n que cumplir para acceder a los dos mayores mercados del mundo, sin haber podido tener impacto alguno en su definici¨®n.
Liberalizaci¨®n de un tercio del comercio mundial, creaci¨®n de millones de empleos, reactivaci¨®n de econom¨ªas an¨¦micas: las promesas del TTIP son superlativas, pero las posibilidades de no alcanzar un acuerdo o de no ratificaci¨®n por un lado, o por ambos, son elevadas. En la UE, el despliegue de los peores tics del sistema europeo de negociaciones comerciales, en particular el acceso privilegiado de los lobbies industriales, genera inquietud.
Dado el impacto de estas negociaciones sobre cuestiones que afectan a la ciudadan¨ªa (la seguridad alimentaria, el acceso a medicamentos, la privacidad en la Red, por ejemplo), la nueva Comisi¨®n har¨ªa bien en rectificar antes de que la sociedad civil, que aprendi¨® las lecciones de la derrota del ACTA; un nuevo Parlamento Europeo que, muy probablemente, sea menos d¨²ctil que el saliente; o alg¨²n Parlamento nacional le vuelvan a dejar en evidencia por su peculiar interpretaci¨®n de lo que significa defender el inter¨¦s general europeo.
S¨ªgueme en @jordivaquer
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