Cr¨®nica de una pacificaci¨®n fallida
La violencia sacude la favela carioca de Pav?o-Pav?ozinho, donde esta semana fue asesinado un joven bailar¨ªn
La secuencia comienza un d¨ªa cualquiera en la playa de Copacabana. El bailar¨ªn Douglas Rafael da Silva Pereira, 26 a?os, conocido en su entorno como DG, juega pl¨¢cidamente al futbol con un grupo de amigos. Cuando acaba el partido, enfila el camino a la favela de Pav?o-Pav?ozinho, enclavada en un cerro del barrio m¨¢s tur¨ªstico de R¨ªo de Janeiro. El joven, mulato y fibroso, camina por los callejones escarpados del suburbio saludando a los vecinos. Se nota su popularidad en la comunidad. Recibe fruta de un vendedor ambulante y ayuda a una se?ora a subir las bolsas de la compra. Un pastor evang¨¦lico le da su bendici¨®n bajo un sol atroz. Y all¨¢ va Douglas, cimbre¨¢ndose feliz por las calles, bromeando y estrechando manos de conocidos cuando, de repente, suenan los tiros y en un callej¨®n desierto irrumpen tres polic¨ªas militares fuera de s¨ª. Lo acorralan, lo abofetean y lo patean. Douglas, la voz entrecortada y los ojos de p¨¢nico, pide misericordia e intenta aclarar sin ¨¦xito que es ¡°un trabajador¡±. Entonces es cuando lo agarran por los pelos y, sin darle la m¨ªnima posibilidad de defenderse, le descerrajan un tiro en la cabeza. Por la espalda. Douglas yace ahora en el suelo, sin vida, mientras los agentes entran en estado de histeria ante la evidencia de que este ¡°auto de resistencia¡± (licencia de la polic¨ªa para matar en defensa propia) ser¨¢ muy dif¨ªcil de justificar.
Todo lo anterior no es m¨¢s que una breve narraci¨®n del cortometraje que DG protagoniz¨® un a?o antes de morir en la misma favela. Salvando algunos detalles, como el lugar exacto de la ejecuci¨®n, el n¨²mero de polic¨ªas o la cadencia de los hechos, los primeros indicios apuntan a que Douglas, como en su propia pel¨ªcula, falleci¨® tras recibir un tiro de la Polic¨ªa Militar. Aun es pronto para concluir si se trat¨® de una ejecuci¨®n, aunque varios elementos apuntalan la tesis de que DG fue v¨ªctima de una violencia policial fuera de control. Varios testigos presentes en un radio cercano al lugar de los hechos aseguran que aquella noche fat¨ªdica no se produjo ning¨²n enfrentamiento armado entre narcotraficantes y polic¨ªas, como sostiene la Polic¨ªa Militar para mantener la tesis de la muerte por impacto de ¡°bala perdida¡±. Los mismos vecinos de Pav?o-Pav?ozinho, que exigen el anonimato, dicen que oyeron algunos disparos concentrados en un periodo muy corto de tiempo, alrededor de la una de la madrugada del martes 22 de abril. Pasaron nueve o diez horas hasta que corriera la voz de que el cad¨¢ver de DG estaba en el interior de una guarder¨ªa. Aunque esa noche no hab¨ªa llovido, estaba mojado. Sus documentos hab¨ªan sido retirados por la polic¨ªa y en la zona no hab¨ªa casquillos de bala.
Alertado por un movimiento inusual de polic¨ªas, un grupo de vecinos mont¨® guardia en la puerta del local. Algunos hicieron fotos y grabaron v¨ªdeos. Seg¨²n la madre de Douglas, Maria de F¨¢tima Silva, la intervenci¨®n del vecindario fue crucial para evitar que los agentes se deshicieran del cad¨¢ver de DG. La oleada de protestas que protagonizaron desemboc¨® en los graves disturbios del pasado martes en Copacabana. Los investigadores de la Polic¨ªa Militar ya han interrogado a varios testigos y a los nueve agentes que participaron en la operaci¨®n, pero la instituci¨®n aun no ha llegado a ninguna conclusi¨®n.
El primer informe forense realizado in situ neg¨® que el cad¨¢ver presentase marcas de disparo. Un segundo an¨¢lisis del cuerpo, practicado por el Instituto M¨¦dico Legal (IML) ante la presi¨®n de la prensa confirm¨® ¡°una hemorragia interna desencadenada por laceraci¨®n pulmonar generada por objeto transfixiante¡±. En rom¨¢n paladino: los forenses certificaron que un disparo penetr¨® por la zona lumbar izquierda y sali¨® por el hombro derecho del joven. Maria de F¨¢tima sostiene desde entonces que los polic¨ªas lo mataron y que el plan inicial inclu¨ªa hacer desaparecer del cad¨¢ver.
En conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S, la madre de Douglas repite hasta la saciedad: ¡°Mi hijo fue asesinado¡±. Tambi¨¦n asegura que ir¨¢ hasta donde sea necesario para que ¡°se sepa la verdad¡±, cueste lo que cueste. Sus planes incluyen la cooperaci¨®n de Amnist¨ªa Internacional y de dos expertos norteamericanos independientes, que tambi¨¦n trabajar¨¢n en las investigaciones. Y si fuese necesario, pedir¨¢ que el cad¨¢ver sea exhumado. Mientras habla, nerviosa, el canal TV Globo emite en su informativo principal un reportaje sobre la muerte de su hijo. Cuando el gobernador de R¨ªo, Luiz Fernando Pez?o, aparece muy serio en la pantalla asegurando que encontrar¨¢ a los responsables, la mujer brama: ¡°Es todo mentira¡±. Horas antes, Maria de F¨¢tima dej¨® plantado a Pez?o, que pretend¨ªa recibirla con profusi¨®n de c¨¢maras de televisi¨®n en el palacio de Gobernaci¨®n. ¡°No voy a permitir que la muerte de mi hijo se transforme en una plataforma pol¨ªtica¡±, justific¨®.
La favela de Pav?o-Pav?ozinho vive estos d¨ªas bajo la conmoci¨®n generada por la muerte de Douglas y los disturbios del martes, que incluyeron barricadas incendiadas, artefactos explosivos, intensos tiroteos y un muerto. Varios vecinos consultados por este peri¨®dico coinciden en que la Unidad de Polic¨ªa Pacificadora (UPP) instaurada en la favela en 2009 sufre el rechazo total del vecindario. Tambi¨¦n aseguran que son frecuentes las agresiones y los insultos por parte de los agentes pacificadores. Paulo Henrique dos Santos, 37 a?os y bombero de profesi¨®n, narra que 48 horas antes de la muerte de Douglas fue intimidado por un agente que le espet¨®: ¡°Eres un vagabundo y vives rodeado de delincuentes¡±. En el momento del incidente Douglas estaba al lado de Paulo Henrique. ¡°Ahora tengo claro que existe una conexi¨®n directa entre esa amenaza velada y el asesinato de Douglas¡±, afirma.
¡°Si la pacificaci¨®n estuviera siendo un ¨¦xito, esto no estar¨ªa pasando¡±, reflexiona Alzira Amaral, presidenta de la Asociaci¨®n de Vecinos de Pav?o-Pav?ozinho, que admite no haber presenciado en los ¨²ltimos 40 a?os protestas como la de esta semana. ¡°La gente est¨¢ saliendo del armario porque no se siente escuchada. Esta pacificaci¨®n consiste en meter a la polic¨ªa en la comunidad, pero el resto sigue pr¨¢cticamente igual de mal¡±, denuncia.
La sensaci¨®n de que esta favela estaba saliendo poco a poco del pozo de la violencia y el crimen se ha esfumado de repente. A la presencia de peque?a c¨¦lulas de la red criminal Comando Vermelho (CV), que actualmente controlan la venta de drogas en la cota m¨¢s alta de Pav?o-Pav?ozinho, hay que sumar la proliferaci¨®n repentina en las calles de pintadas de la principal milicia de R¨ªo, denominada Batman. Seg¨²n varias fuentes locales, los paramilitares, que tienen como objetivo expulsar a los narcotraficantes de los territorios donde desembarcan y controlar su econom¨ªa local, ya estar¨ªan infiltrados en las filas de la UPP local y aqu¨ª estar¨ªa el verdadero germen del deterioro de la convivencia entre la tropa y la poblaci¨®n. Pav?o-Pav?ozino, donde viven unas 18.000 personas, es un caso sintom¨¢tico del c¨¢ncer que corroe el proceso de pacificaci¨®n de las favelas cariocas.
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