La batalla del cir¨ªlico corroe Croacia
La pugna sobre los derechos ling¨¹¨ªsticos de la minor¨ªa serbia en Vukovar despierta viejos fantasmas en un pa¨ªs agotado por cinco a?os de recesi¨®n
Vukovar es la herida de guerra m¨¢s fresca en las carnes de toda la Uni¨®n Europea. Todav¨ªa supura. En esta ciudad del este de Croacia arrasada por el asedio serbio de 1991, hasta las escuelas infantiles a¨²n necesitan dos accesos: padres croatas y serbios no quieren ni pasar por la misma puerta.
Danijela Stankovic ¡ªmirada limpia, complexi¨®n menuda que sin embargo destila gran fortaleza¡ª explica que los ni?os, segregados en clases ¨¦tnicamente homog¨¦neas, no interact¨²an ni siquiera durante los recreos en el patio com¨²n. ¡°Como si hubiese una barrera invisible en el medio¡±, dice esta educadora de 29 a?os.
Cuando la guerra alcanz¨® Vukovar, a finales de agosto de 1991, Stankovic estaba a punto de empezar el curso de primaria; pero lo que empez¨® fue un espantoso asedio que no se apiad¨® ni del hospital local y que termin¨® el siguiente noviembre con una matanza de m¨¢s de 250 civiles a mano de paramilitares serbios ante la pasividad de la entonces Comunidad Econ¨®mica Europea. Tras varios a?os de vida como refugiada, Stankovic regres¨® a Vukovar, donde se convirti¨® en maestra y, posteriormente, en vicealcaldesa. La m¨¢s joven de Croacia, dice en su despacho en el Ayuntamiento.
Un comit¨¦ ha recogido 630.000 firmas para que se celebre una consulta
Vukovar, donde las marcas de los obuses serbios son todav¨ªa visibles en numerosos inmuebles, se estaba ya casi acostumbrando a un estado de agria pero pac¨ªfica segregaci¨®n entre las comunidades croata y serbia cuando una nueva chispa ha encendido recientemente los ¨¢nimos. La iniciativa de las autoridades croatas de reconocer en el municipio el cir¨ªlico como alfabeto cooficial ¡ªtal y como requiere la ley nacional de protecci¨®n de minor¨ªas en las zonas donde estas representen m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n¡ª ha desatado una inquietante tormenta. Serbio y croata son pr¨¢cticamente la misma lengua, pero el primero utiliza el cir¨ªlico y el segundo el alfabeto latino. El vendaval trasciende el t¨¦rmino municipal, y sirve como punto de partida para comprender la Croacia actual, ¨²ltimo miembro en incorporarse en la UE, el pasado julio.
Una plataforma de Defensa de la Vukovar Croata se opone de manera frontal a la medida. El grupo arranca o da?a desde hace meses los carteles biling¨¹es en las calles de la ciudad y pugna para que se celebre un refer¨¦ndum sobre el derecho ling¨¹¨ªstico. Dicen haber recogido para ello 630.000 firmas, en un pa¨ªs de 4,2 millones de habitantes. ¡°Est¨¢ pendiente por verificar si son todas aut¨¦nticas¡±, comenta Vesna Pusic, ministra de Asuntos Exteriores de Croacia, en su despacho en Zagreb. ¡°Pero est¨¢ claro que en tiempos de dificultades econ¨®micas las pulsiones nacionalistas tienen el terreno abonado¡±. Croacia ha enfilado cinco a?os seguidos de recesi¨®n a partir de 2009.
La consulta para limitar los derechos de las minor¨ªas se suma a otra del pasado diciembre para evitar que se reconozca el derecho al matrimonio entre homosexuales. ¡°Es una aut¨¦ntica ofensiva de la extrema derecha que ha detectado en los referendos un instrumento valioso para afirmar su agenda¡±, dice Pusic. ¡°Creo que detr¨¢s de ambas consultas est¨¢n los mismos grupos¡±, dice la ministra. El Gobierno del que es miembro se opone al refer¨¦ndum sobre derechos de minor¨ªas, cuya potencial celebraci¨®n es objeto de complejos debates jur¨ªdicos.
En 1991, la ciudad fue sometida a un brutal asedio por las fuerzas serbias
Pero esta no es la en¨¦sima historia de la ultraderecha europea. Es una historia que ahonda sus ra¨ªces en los terribles sentimientos que brotan de una guerra que todav¨ªa no est¨¢ del todo digerida. Ivana Milas, de la ONG Nansen Dialogue Center, cuenta que su organizaci¨®n lleva 10 a?os intentando abrir una escuela mixta en la que alumnos serbios y croatas estudien juntos. Pese al apoyo de Stankovic y otros, todav¨ªa no lo han logrado. ¡°Es una cuesti¨®n pol¨ªtica. La mayor¨ªa de la gente quiere pasar p¨¢gina. Pero incluso si piensas as¨ª, no puedes vencer las instituciones¡±, lamenta.
En los cuarteles generales del Comit¨¦ para la Defensa de la Vukovar Croata, ante los retratos del expresidente Franjo Tudjman (1990-1999) y de los generales Ante Gotovina y Mirko Norac, Snjezana Patko, de 47 a?os, explica que ellos consideran un ultraje el reconocimiento de los derechos ling¨¹¨ªsticos a la minor¨ªa serbia. ¡°No tengo ning¨²n problema con las dem¨¢s minor¨ªas. Pero aqu¨ª las heridas est¨¢n todav¨ªa abiertas. Hay cientos de desaparecidos sin hallar. Una mujer que anda por la calle puede toparse con un hombre que la viol¨® y al que no se le ha castigado. Los serbios no quieren integrarse. ?Por qu¨¦ deber¨ªamos otorgarles estos derechos? Primero que se haga justicia completa y que muestren buena voluntad¡±, dice esta mujer que luch¨® en la guardia nacional croata y que es hija de un desaparecido.
La comunidad serbia, naturalmente, rechaza esos argumentos y esgrime sus agravios. Las fuerzas croatas tambi¨¦n cometieron cr¨ªmenes de guerra durante el conflicto. En algunos casos la propia justicia croata ha condenado a los responsables.
¡°Nosotros luchamos para preservar nuestra identidad. Quieren asimilarnos. Los derechos ling¨¹¨ªsticos est¨¢n previstos por la ley. ?Por qu¨¦ la comunidad serbia no deber¨ªa disfrutar de ellos?¡±, pregunta Dragan Crnogorac, 36 a?os, diputado de un partido serbio en el Parlamento de Zagreb y l¨ªder de la comunidad local. Aunque el Gobierno central se opone al refer¨¦ndum, Crnogorac sostiene que su actitud era m¨¢s colaboradora cuando Croacia todav¨ªa no estaba en la UE. La presi¨®n de Bruselas surt¨ªa m¨¢s efecto entonces que ahora, dice.
El conflicto de Vukovar, naturalmente, es espec¨ªfico. Pero es el punto extremo de una red que toca nervios con mucho recorrido. Con su alto paro (un 25,5%), fuertes sospechas de corrupci¨®n en la pol¨ªtica local, con su avanzada reconstrucci¨®n despu¨¦s de la guerra, su historia que muestra a la vez la impotencia de Europa en los conflictos y su importancia para elevar los est¨¢ndares de calidad democr¨¢tica, Vukovar parece un compendio de activos y pasivos de Croacia y la UE.
¡°La UE es la soluci¨®n para nuestros problemas¡±, admite Dragutin Glasnovic, veterano de guerra, de 68 a?os, en los cuarteles generales del Comit¨¦ para la Defensa de la Vukovar Croata. ¡°Pero nosotros haremos todo lo posible para impedir que Serbia entre hasta que hayan cumplido todas las condiciones y se hayan condenado todos los cr¨ªmenes¡±, dice. ¡°Despu¨¦s ser¨¢ demasiado tarde¡±, a?ade.
La ministra Pusic cree que, no obstante las llamativas ofensivas contra derechos de homosexuales y minor¨ªas ling¨¹¨ªsticas, ¡°Croacia es una sociedad mucho m¨¢s tolerante y multicultural que hace 10 o 15 a?os¡±.
Stankovic, la vicealcaldesa, observa que en Vukovar mucha gente ya no se fija en si la cafeter¨ªa es serbia o croata para tomar algo; y que las parejas mixtas ya no son Romeos y Julietas. Pero, cuando se le pregunta si seguir¨¢ en pol¨ªtica ¡ªel mandato de Stankovic estaba a punto de expirar cuando fue entrevistada, hace dos semanas, ya que Vukovar se dispone a celebrar elecciones municipales en las pr¨®ximas semanas¡ª manifiesta el cansancio por la enorme presi¨®n de las disputas locales y su deseo de volver a educar ni?os.
A poca distancia del Ayuntamiento, en la terraza de un caf¨¦ al lado del maravilloso Danubio, Lana Mayer, de 34 a?os, encarna la transici¨®n sin acabar de Vukovar. ¡°Yo no me siento una Julieta¡±, dice. Su pareja es un hombre serbio. Tienen dos hijos. Pero no tienen una escuela mixta donde poder enviarlos a estudiar.
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