Portugal va por rutas secundarias
Dos v¨ªas de acceso al Algarve, una autopista sin tr¨¢nsito y una vieja carretera abarrotada, simbolizan la dificultad del pa¨ªs para sacar partido a sus recursos
En oto?o de 2011, el Gobierno portugu¨¦s buscaba m¨²ltiples maneras de enjugar la deuda, embridar el d¨¦ficit p¨²blico y convencer a la troika de que iba a cumplir con lo exigido tras pedir meses atr¨¢s los 78.000 millones de euros que libraron al pa¨ªs de una m¨¢s que segura bancarrota. As¨ª, en octubre, en una solemne alocuci¨®n televisada, el primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, anunciaba la primera de las bater¨ªas de recortes y ajustes que iban a encadenarse sin tregua a lo largo de tres a?os. Los portugueses comenzaban a entender qu¨¦ significaba eso de ¡°vivir troikado¡±. En esa primera comparecencia, Passos Coelho (que siempre ha dado la cara a la hora de anunciar malas noticias) adelant¨®, entre otras cosas, que los funcionarios y pensionistas se quedaban sin paga extra de verano, que sub¨ªan varios impuestos, que aumentaba el IVA desde el 13% hasta el 23% en casi todo, que determinadas consultas m¨¦dicas ser¨ªan de pago a partir de enero, incluidas las urgencias, y que un conjunto de autopistas ser¨ªan de peaje en diciembre.
Nadie se fij¨® mucho en las autopistas ese d¨ªa.
Rescate millonario
Portugal pidi¨® en 2011 un rescate de 78.000 millones de euros para evitar la bancarrota. En octubre de ese a?o, el Gobierno anunci¨® la primera bater¨ªa de recortes, incluido el fin de la gratuidad de las autopistas.
El pa¨ªs carece de medios suficientes para mantener sus propias inversiones. Los j¨®venes bien formados optan por emigrar al ?frica lus¨®fona en busca del futuro que Europa les niega.
Pero lleg¨® diciembre y, efectivamente, estas modernas v¨ªas de comunicaci¨®n, de tres carriles por sentido, modernas y operativas, inauguradas la mayor¨ªa hac¨ªa una d¨¦cada gracias a los fondos europeos, dejaron de ser gratuitas. Ten¨ªan un nombre algo abstruso, SCUT, un acr¨®nimo procedente de la frase Sem Cousto Para el Utilizador que a partir de entonces dejaba, evidentemente, de tener sentido. Entre estas autopistas se cuenta la A-22, conocida como Via do Infante, de m¨¢s de 100 kil¨®metros, que discurre paralela al litoral sudatl¨¢ntico portugu¨¦s, en el Algarve, desde Bensafrim hasta la frontera espa?ola de Ayamonte, pasando por las localidades de Portim?o y Faro. Los operadores tur¨ªsticos clamaron por lo que tem¨ªan su ruina y los automovilistas y comerciantes de la zona anunciaron protestas. Efectivamente, hubo manifestaciones y cortes de carreteras. Incluso un par de arcos de cobro fueron inutilizados a base de disparos de escopeta de caza hechos desde el coche, en una suerte de nocturno terrorismo motorizado antipeaje. Pero la decisi¨®n del Gobierno prevaleci¨® y la autopista sigui¨® siendo de pago para mejorar la recaudaci¨®n de la hacienda portuguesa.
¡°Fue el 8 de diciembre de 2011, me acuerdo perfectamente de la fecha¡±, dice V¨ªctor Carvalho, camarero en un restaurante de la carretera. ¡°De pronto, todos volvimos a la vieja carretera. A m¨ª utilizar la autopista me supon¨ªa cinco euros al d¨ªa, cosa que no estaba dispuesto a pagar. La carretera de siempre se volvi¨® muy peligrosa, y as¨ª sigue¡±.
La autopista redujo un 50% su tr¨¢fico y el turismo se resinti¨® a ambos lados de la frontera. En la parte portuguesa se calculan p¨¦rdidas de 30 millones de euros al a?o y en el lado espa?ol se fijan en una reducci¨®n de la actividad econ¨®mica en un 25%, seg¨²n datos de un foro de la Comisi¨®n de Utentes da Via do Infante, con el apoyo y la colaboraci¨®n del Ayuntamiento de Loul¨¦.
Paralela a esta autopista discurre la vieja carretera nacional EN-125 a la que se refiere el camarero Carvalho. De dos carriles por sentido, con arcenes desiguales y salidas e incorporaciones un tanto desconcertantes, constituye la v¨ªa t¨ªpica que une localidades costeras a base de hilvanar fincas agr¨ªcolas y talleres de reparaci¨®n a la que la joven autopista hab¨ªa desembarazado de buena parte de su circulaci¨®n.
Ahora, y desde entonces, acumula colas, cruces peligrosos, camiones que arrastran rosarios de coches detr¨¢s. Cruzarla es peligrosa. Circular por ella, tambi¨¦n. Hay vendedores de (soberbias) naranjas a tres euros la bolsa en el borde, ciclistas arriesgados que circulan al lado de camiones kilom¨¦tricos que transportan gasolina, hay cubos de basura de las fincas cercanas que aguardan el cami¨®n de recogida de cada d¨ªa, hay restaurantes de carretera y centros de lavados de coches, hay tractores¡ Y peatones suicidas que la cruzan a la carrera.
Al conductor que pasa por ah¨ª le asalta la impresi¨®n de volver en el tiempo, de circular en los a?os setenta
Al conductor que pasa por ah¨ª le asalta la triste impresi¨®n de volver atr¨¢s en el tiempo, de circular en medio de los a?os setenta, de sentir c¨®mo un pa¨ªs entero recula. De otra manera: de c¨®mo Portugal se encoge, retrocede y c¨®mo de repente carece de los medios suficientes, entre otras cosas, como para mantener sus propias inversiones, para que funcione su propio motor.
Mientras, la autopista moderna y vac¨ªa que se extiende a pocos kil¨®metros al norte es de golpe demasiado cara y demasiado buena para el pa¨ªs que la construy¨® pero que es incapaz de disfrutarla. Una suerte de s¨ªmbolo de Portugal, donde los inmigrantes j¨®venes bien formados (ingenieros, arquitectos o m¨¦dicos) salen del pa¨ªs hacia Angola, Brasil o Mozambique a buscarse el futuro que ha desparecido de Europa. El caso recuerda al episodio chusco (pero tambi¨¦n simb¨®lico) de una ambulancia ultramoderna de un hospital de la localidad de Torres Vedras, a 40 kil¨®metros de Lisboa, que en septiembre de 2012 salt¨® a las p¨¢ginas de los peri¨®dicos debido a que no pod¨ªa salir de las cocheras por carecer de presupuesto para m¨¦dicos especialistas que prestaran en ella sus servicios. Demasiado buena para poder ser utilizada. Demasiado cara para una pa¨ªs decreciente.
El pr¨®ximo 17 de mayo, presumiblemente, la troika saldr¨¢ de Portugal despu¨¦s de tres a?os de ajustes crecientes y continuados que han afectado, sobre todo, a los sueldos de los funcionarios, a los gastos de la funci¨®n p¨²blica y a la paga de los jubilados. Los datos macroecon¨®micos parecen ajustarse en los ¨²ltimos meses: Portugal cumpli¨® el a?o pasado con el compromiso del d¨¦ficit (un 5% del PIB) a base de retorcerle el cuello al presupuesto y todo apunta a que este a?o tambi¨¦n lo har¨¢, alcanzando el 4% prometido a Europa. Pero el desempleo no baja del 15% y la gente vive peor que en 2011 sin que, por el momento, vean que la tendencia se modifique.
Por Boliqueme, una localidad del Algarve, pasa la congestionada y abrumada carretera E-125. Por una de las calles del pueblo avanza un hombre llevando de la rienda un caballo pardo peque?o. Cerca, en un bar, se sienta a la barra Aurelio Gonzalves, transportista de 53 a?os que ya no usa la autopista nueva por cara, que ya no se emplea de taxista por falta de negocio y de turistas, y que est¨¢ encantado de hablar con un periodista para poder protestar como merece: ¡°De aqu¨ª, de este pueblo, es el presidente de la Rep¨²blica, An¨ªbal Cavaco Silva. Ese de ah¨ª¡± ¡ªdice, se?alando a un hombre de unos 60 a?os que toma un caf¨¦¡ª ¡°trabaj¨® para su padre, que regentaba una gasolinera¡±. Y luego a?ade: ¡°Todav¨ªa me acuerdo cuando vino a inaugurar, como primer ministro, la autopista nueva. Con gente de la Uni¨®n Europea¡±.
Y despu¨¦s, mirando amargamente hacia el viejo que trabaj¨® para el padre de Cavaco, agrega: ¡°Lo peor es que ahora viene aqu¨ª la polic¨ªa a poner multas. Y si te pasas de los 50 kil¨®metros por hora te arrean 120 euros. Claro, vienen aqu¨ª porque en la autopista no pillan a nadie porque no va nadie. Ni ellos¡±.
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