Los sudafricanos votan sin Mandela
Sud¨¢frica vive las elecciones m¨¢s re?idas desde 1994 Est¨¢n marcadas por la corrupci¨®n y las desigualdades sociales
Han pasado 20 a?os desde que en 1994 Sud¨¢frica estrenara el sufragio universal y un septuagenario Nelson Mandela devolviera el orgullo de ser sudafricano. ¡°Los bailes y las canciones, las expectativas, el alivio y la emoci¨®n con que vivimos aquellas primeras elecciones han dejado paso al miedo, la rabia y la decepci¨®n¡±. El retrato de estas dos d¨¦cadas es de Michelle O., capitana de la polic¨ªa, que resume en parte el sentimiento de una sociedad que despierta de un sue?o.
El voto hay que entenderlo en clave racial? Una periodista local
El pa¨ªs afronta este mi¨¦rcoles sus elecciones en un momento crucial para su tocada econom¨ªa emergente y con el reto de reducir esa brecha insalvable entre ricos y pobres. Son los comicios m¨¢s re?idos, a pesar de que nadie duda de que el Congreso Nacional Africano (ANC en sus siglas en ingl¨¦s) volver¨¢ a revalidar por quinta vez la presidencia y una holgada mayor¨ªa en el Parlamento, aunque se augura que pasar¨¢ de los dos tercios actuales a poco m¨¢s del 55% por la subida de la Alianza Democr¨¢tica, tradicionalmente de blancos, y el populista Luchadores por la Libertad Econ¨®mica (EFF).
Al presidente Zuma se le acusa de gastar 16 millones de euros p¨²blicos en su casa
Los resultados desvelar¨¢n la inc¨®gnita de si los votantes pasar¨¢n factura por los casos de corrupci¨®n de pol¨ªticos y funcionarios, la falta de servicios b¨¢sicos que ha provocado protestas en los viejos guetos, el paro disparado junto a la ocupaci¨®n informal que sustentan muchas econom¨ªas dom¨¦sticas o el conflicto laboral que mantiene paralizadas las minas de platino en una huelga que ya es la m¨¢s larga de la historia local. Tambi¨¦n est¨¢ la matanza de Marikana, 34 mineros muertos por disparos policiales, en agosto de 2012 que ha llenado de indignaci¨®n a una sociedad cansada de la violencia y conmovida por la falta de responsabilidades pol¨ªticas.
Son las primeras elecciones sin Mandela pero el ANC se resiste a olvidar la baza del viejo expresidente, fallecido el pasado diciembre, s¨ªmbolo de la esperanza, en contraposici¨®n del candidato y actual presidente, Jacob Zuma, acusado de haberse gastado unos 16 millones de euros p¨²blicos en su casa privada y la personificaci¨®n de que la gesti¨®n de la administraci¨®n tiene demasiados agujeros y fracasos.
Zuma, de luchador a vividor
Jacob Zuma afronta su reelecci¨®n con la m¨¢s que la m¨¢s que dif¨ªcil tarea de repetir los resultados de 2009, en los que el ANC ya perdi¨® 15 diputados hasta quedarse en 264 de los 400 esca?os del Parlamento. Pero Zuma, un zul¨² de origen pobre y pol¨ªgamo de 72 a?os, tiene un extenso curr¨ªculo que le acredita capacidad de salir airoso de situaciones adversas.
Hoy es un presidente en entredicho. En un reciente informe, la Defensora del Pueblo sudafricana confirma que Zuma y tres de sus ministros desviaron hasta 16 millones de euros del erario p¨²blico para remodelar la vivienda particular que tiene en su aldea natal de Nkandla e, incluso le ha pedido, sin ¨¦xito, de que devuelva parte del dinero justificado, en principio, para dotar la residencia de medidas de seguridad. En realidad la millonaria partida ha servido para la construcci¨®n de establos, una piscina o un anfiteatro.
Por ese Nkandlagate el presidente no ha ido al Parlamento a dar las explicaciones que le requieren la Defensora y la oposici¨®n. Tan s¨®lo el pasado lunes, en un almuerzo con la prensa, justific¨® que la residencia necesitaba reforzar la seguridad asegurando que a mediados de los 90 una de sus mujeres fue violada en el interior de la casa y que durante unos disturbios hab¨ªa sido atacada. El ANC se ha limitado a asegurar que todo fue un proceso legal y quej¨¢ndose de que existe un complot contra el partido.
Este es un nuevo obst¨¢culo en la carrera de Zuma, que pas¨® 10 a?os entre rejas por su militancia en el brazo armado del ANC durante el apartheid y otros 15 en el exilio. Sus problemas con la justicia empezaron en la pasada d¨¦cada, cuando siendo vicepresidente del Gobierno tuvo que dimitir al ser acusado de fraude y corrupci¨®n, cargos todos ellos que la Fiscal¨ªa retir¨®.
Pero quiz¨¢ lo que m¨¢s se le recuerda y reprocha es la acusaci¨®n de haber violada a una joven de 31 a?os, hija de unos amigos, en 2005. Aunque fue absuelto, su imagen qued¨® da?ada porque al ser preguntado en el juicio si sab¨ªa que la supuesta v¨ªctima era seropositiva, respondi¨® que para evitar la infecci¨®n se ba?¨®. Flaco favor en un pa¨ªs con la mayor tasa de sida y con tres mujeres violadas al d¨ªa. Desde entonces, el conicido caricaturista Zapiro lo dibuja siempre con el tel¨¦fono de una ducha sobre su cabeza.
Zuma siempre dispuesto a marcarse un baile tradicional tambi¨¦n se ha cubierto de pol¨¦mica por defender la tradici¨®n negra como la aut¨¦ntica africana, despreciando no s¨®lo a la blanca sino tambi¨¦n a otras minor¨ªas como la mestiza o india. Suyas son las recientes perlas de "tener perros es de blancos" o "el estr¨¦s es cosa de blancos".
Hasta el arzobispo Desmond Tutu, amigo de Mandela, se atrevi¨® a leer la cartilla al actual ANC al haber traicionado los objetivos de "promover la unidad nacional y la reconciliaci¨®n", dijo. Incluso afirm¨® que se "alegra de que Madiba est¨¦ muerto" para no ver el giro del partido.
Con ese descontento, el ANC ha basado parte de su campa?a en los logros de los 20 a?os de democracia, sacando pecho por los logros econ¨®micos que colocaron a Sud¨¢frica en el selecto club de los emergentes BRICS, aunque Frans Cronje, responsable del Instituto de Relaciones Raciales, apunta que al pa¨ªs le faltan m¨¦ritos para continuar de socio y de hecho acaba de perder la primera posici¨®n como econom¨ªa africana en favor de Nigeria.
Zuma no pasa por su mejor momento de popularidad y est¨¢ siendo abucheado en plazas antes incondicionales y en el funeral de Mandela su discurso fue el ¨²nico que qued¨® tapado por gritos. As¨ª, la formaci¨®n ha dado muestras de nerviosismo porque le ha salido competencia por el flanco de la izquierda radical con el populista Julius Malema, ex jefe de las juventudes del ANC, millonario y pendiente de juicio por desfalco fiscal que batalla ahora en el ¡°revolucionario¡± Luchadores por la Libertad Econ¨®mica (EFF), con el que reclama nacionalizaci¨®n de tierras y minas en mano de los blancos y no tiene reparos en se?alar a ¡°negros que ayudan a los blancos¡±.
La raza sigue ah¨ª. El ANC atac¨® la fallida alianza de Mamphela Ramphele, una hist¨®rica l¨ªder antiapartheid con la Alianza Democr¨¢tica, tach¨¢ndola de aceptar ser ¡°una negra alquilada¡± al servicio de los blancos.
Zikhona Simelane es periodista en una televisi¨®n nacional. ¡°El voto hay que entenderlo en clave racial¡±, explica esta casi treinta?era que no ha conocido nada m¨¢s que la democracia pero admite que ¡°es demasiado pronto para que los negros pongan una X al lado de una cara blanca¡±. El colectivo a¨²n ve en el ANC la formaci¨®n que derrot¨® la segregaci¨®n, apunta esta redactora, que a pesar de sentirse ¡°decepcionada¡± asegura que es el ¨²nico partido que puede ¡°llamar casa¡±.
Sin embargo, hay otros analistas que advierten cambios. En parte porque la corrupci¨®n y la pobreza enquistada no son suficientes para mantener el voto entre la clase media negra que crece o incluso entre los m¨¢s desfavorecidos.
?Podr¨ªa votar a la Alianza Democr¨¢tica? es el t¨ªtulo de un libro de Eusebius Mckaiser, analista pol¨ªtico y estrella de la radio matinal, en el que se plantea ¡°el dilema¡± de, como negro, seguir apoyando un partido ¡°con crisis de liderazgo y de ¨¦tica¡± o confiar en una formaci¨®n ¡°trabajadora y preparada¡± pero con la que no comparte ¡°el impacto del pasado en el presente¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.