La lucha de g¨¦neros llega a Polonia
La Iglesia y los sectores m¨¢s conservadores se rebelan contra las normas de igualdad El Gobierno intenta avanzar sin arrinconar al clero
Anna Grodzka atrae las miradas de los transe¨²ntes que pasan a su lado mientras toma una limonada en una terraza de Varsovia. Su f¨ªsico la hace inconfundible. Es la ¨²nica transexual que se sienta en el Parlamento de Polonia y una de las pocas que pueblan la esfera p¨²blica en Europa. Dos se?oras se aproximan de manera espont¨¢nea para animarla. No siempre es as¨ª. ¡°Recibo muchas palabras de afecto. Pero hay algunos que insultan¡ a veces tengo miedo de que me peguen¡±, confiesa esta parlamentaria. Para muchos, Grodzka encarna la esencia de un concepto que est¨¢ revolucionando el pa¨ªs, la llamada ideolog¨ªa de g¨¦nero, a la que sus defensores le atribuyen bondades como la igualdad entre sexos y la aceptaci¨®n de la diversidad y sus detractores le achacan contravenir el modelo tradicional de familia, muy arraigado en Polonia.
Despegue desigual
En los a?os noventa, Polonia, el gigante del Este, ten¨ªa un nivel de prosperidad similar al de Ucrania. Hoy es tres veces superior, con un PIB no dej¨® de crecer, ni en 2009, a?o de la recesi¨®n.
Pese a la convergencia econ¨®mica, en la sociedad persisten grupos conservadores ¡ªde fuerte influencia cat¨®lica¡ª que se resisten a avanzar en cuestiones como el aborto o la homosexualidad.
El centro de Varsovia destila estos d¨ªas fervor a Juan Pablo II. Los principales monumentos de la ciudad est¨¢n precedidos de un cartel rojo que rememora el paso del Papa polaco, reci¨¦n canonizado. El catolicismo est¨¢ profundamente enraizado en esta sociedad, que a¨²n respira por la herida del comunismo y que agradece a la Iglesia haberse opuesto al r¨¦gimen. Pero una nueva Polonia trata de abrirse paso para equipararse a los est¨¢ndares europeos en asuntos como la conciliaci¨®n familiar, la lucha contra la violencia de g¨¦nero, los derechos de los homosexuales o las cuotas de mujeres en la pol¨ªtica. ¡°La ideolog¨ªa de g¨¦nero es una de las mayores amenazas del siglo XXI; es contraria a la vivencia cristiana. Quiero tener derecho a decir no y a educar a mis hijos con mis propias creencias¡±, enfatiza ante un mural colorista de Jesucristo Tomasz Terlikowski, uno de los activistas m¨¢s beligerantes con las cuestiones de g¨¦nero.
El problema reside en el car¨¢cter equ¨ªvoco de ese concepto, que se suele presentar en ingl¨¦s (gender ideology, sin traducci¨®n clara en polaco) y que incluye, adem¨¢s, una palabra maldita para este pa¨ªs: la ideolog¨ªa, muy asociada al r¨¦gimen sovi¨¦tico. Polonia iba avanzando, con mayor o menor ritmo, hacia medidas que favorecieran la igualdad de sexos y el respeto a las minor¨ªas. Pero hace unos meses la Iglesia cat¨®lica censur¨® algunas de ellas y las etiquet¨® como ideolog¨ªa de g¨¦nero, un concepto que radicaliza el debate. Hasta el punto de que en el seno del Parlamento se ha creado un movimiento denominado Paren la Ideolog¨ªa de G¨¦nero.
¡°Los malentendidos habr¨ªan acabado pronto si hubi¨¦ramos podido explicarlo. Pero entonces intervino la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Ellos tienen todo el derecho a tener sus posturas y yo, todo el derecho a discrepar¡±, desaf¨ªa la secretaria de Estado para la Igualdad, Agnieszka Kozlowska-Rajewicz, empe?ada en desterrar los mitos asociados a las pol¨ªticas que ella promueve. Kozlowska es la cara m¨¢s liberal de un Gobierno de centro-derecha, el de la Plataforma C¨ªvica de Donald Tusk, que a¨²na a otros miembros m¨¢s apegados al discurso tradicional.
Desde su puesto, esta dirigente ha promovido medidas que soliviantan a algunos sectores de la poblaci¨®n: una cuota m¨ªnima de representaci¨®n del 35% para mujeres en las listas electorales, un permiso de paternidad independiente, una ley de conciliaci¨®n laboral y familiar, una norma que penaliza las manifestaciones de odio contra homosexuales¡ Aunque la responsable de Igualdad asegura contar con el respaldo mayoritario de la sociedad, su labor se enfrenta tambi¨¦n al rechazo que crea para los polacos la palabra igualdad, asociada, de nuevo, al r¨¦gimen comunista.
Polonia es el pa¨ªs del antiguo bloque sovi¨¦tico que m¨¢s claramente se ha acercado a los c¨¢nones comunitarios
La oposici¨®n al dominio sovi¨¦tico ¡ªahora muy viva en la ciudadan¨ªa por el conflicto de Ucrania¡ª modela la ret¨®rica de muchos discursos. ¡°Lo que se entend¨ªa como lucha de clases ahora se ve suplantado por una lucha de g¨¦neros. Y es la mujer la que ejerce la violencia, la que se comporta como un hombre. Hay colectivos feministas que desde?an al hombre¡±, enfatiza en los pasillos del Parlamento Krystyna Pawlowicz, diputada del partido Ley y Justicia (el de los gemelos Kaczynski, de convicciones muy conservadoras). Con el tratado europeo en la mano, Pawlowicz sostiene que el Gobierno vulnera las reglas al trasladar a la legislaci¨®n nacional normas europeas contrarias a la Constituci¨®n, ¡°que dice que Polonia tiene sus ra¨ªces en el legado cristiano y que otorga protecci¨®n a la familia¡±.
Los l¨ªderes europeos miman al primer ministro polaco porque le atribuyen dos grandes m¨¦ritos: haber alejado a Polonia de ese extremismo nacionalista ¡ªque llev¨® durante a?os a Varsovia a bloquear proyectos comunitarios¡ª y haberla convertido en el ¨²nico pa¨ªs ajeno a la recesi¨®n que ha sufrido la UE. Desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, en 1989, Polonia es el pa¨ªs del antiguo bloque sovi¨¦tico que m¨¢s claramente se ha acercado a los c¨¢nones comunitarios, especialmente tras su adhesi¨®n a la UE, en 2004. Pese a todo, las creencias religiosas frenan algunos de esos avances.
El ¨²ltimo intento de la Iglesia para tratar de conservar su influencia en las aulas bordea la ilegalidad. Los p¨¢rrocos est¨¢n emitiendo unos certificados de idoneidad para las escuelas que avalan esos centros como amigos de la familia (es decir, que no imparten contenidos relativos a la igualdad de g¨¦nero). ¡°Muchas veces estos documentos se expiden tambi¨¦n a centros p¨²blicos. En las aldeas, ning¨²n director de escuela se negar¨¢ a aceptarlo porque el catequista y el cura del pueblo son figuras equiparables al secretario del partido del r¨¦gimen anterior¡±, explica en su sobrio despacho Magdalena Sroda, profesora de ?tica en la Universidad de Varsovia y una de las l¨ªderes del movimiento feminista Congreso de Mujeres.
Esta acad¨¦mica ironiza sobre la repentina popularidad del debate de g¨¦nero en Polonia: ¡°Hemos tenido que esperar 15 a?os para que entrara en la esfera p¨²blica y finalmente lo hace por la Iglesia¡±. Sroda, como otros expertos, vincula el auge de este concepto con la aparici¨®n, hace un a?o, de casos de pedofilia en el seno de la Iglesia cat¨®lica y el intento de la jerarqu¨ªa por situar el foco en otra parte.
La situaci¨®n de la mujer en Polonia es algo m¨¢s desfavorable que la media europea
Por encima de las opiniones, los datos sugieren que la situaci¨®n de la mujer en Polonia es algo m¨¢s desfavorable que la media europea. ¡°Solo el 23% de las parejas comparte las tareas en el hogar. El modelo m¨¢s popular es el de la llamada madre polaca, que tiene la doble ocupaci¨®n del trabajo y la casa. Falta apoyo institucional al cuidado de ni?os y mayores, la ley del aborto es muy restrictiva, los anticonceptivos no est¨¢n financiados por el sistema p¨²blico... Y solo el 10% de los padres disfruta la baja de paternidad. A¨²n queda mucho por hacer, pero al menos es bueno que hablemos de ello¡±, detalla Aleksandra Nizynska, investigadora del Instytut Spraw Publicznych ¡ªun think tank polaco¡ª y entusiasta defensora de la igualdad de g¨¦neros.
A Polonia le quedan algunos retos por delante. La aprobaci¨®n de un convenio contra la violencia machista que despierta controversia, la normalizaci¨®n de los contenidos de igualdad en las escuelas o la norma que permite a los transexuales cambiar legalmente de g¨¦nero son solo algunos de ellos. Pese a todas las dificultades, Anna Grodzka apenas pod¨ªa imaginar hace a?os, cuando era un peque?o empresario, que acabar¨ªa en el Parlamento con su nueva identidad femenina. ¡°Mi misi¨®n es que la gente entienda que la diversidad va a ser mejor porque le da fuerza a la sociedad y al individuo¡±, cierra.
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