Obama se resigna a una Siria bajo el dominio de El Asad
La pasividad de EE UU ante la guerra civil entierra el derecho de injerencia
![Marc Bassets](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fauthor-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub%2Fprisa%2F77e7b3c3-f032-4be1-9b04-8d2f44667555.png?auth=743de4a55c2711401b95c7ca3206c9372e5d2c3a6ed91cc9bf3f9d64eec6d78a&width=100&height=100&smart=true)
![El presidente Obama (dcha.) se reuni¨® con el l¨ªder de la oposici¨®n siria, Ahmad Jarba (izda.).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4NEOT25K54WCZ2EQQYRXSJFPLQ.jpg?auth=ae47787f2ab897bb508c63561b57d97ad2694eb980b40e317083d9ce2ceee28a&width=414)
Siria es la guerra olvidada del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Nueve meses despu¨¦s de amagar con una intervenci¨®n militar y retroceder en el ¨²ltimo minuto, Obama parece resignado a una victoria del r¨¦gimen de Bachar El Asad.
La par¨¢lisis de EE UU ante las matanzas en el pa¨ªs ¨¢rabe marca el fin de una ¨¦poca: la de las intervenciones humanitarias, en las que los pa¨ªses occidentales se arrogaron la responsabilidad de proteger poblaciones amenazadas por sus propios gobernantes.
La idea de la responsabilidad de proteger empez¨® a circular en los a?os noventa, cuando la pasividad de las grandes potencias ante los genocidios de Bosnia y Ruanda llev¨® a intelectuales y pol¨ªticos a plantear la necesidad de recurrir a las armas para frenar cr¨ªmenes contra la humanidad. Despu¨¦s sirvi¨® para justificar guerras como la de Kosovo. Algunos la usaron para argumentar la invasi¨®n de Irak en 2003.
Ahora, en tiempos de repliegue militar de la primera potencia, el entusiasmo por resolver problemas ajenos a golpe de misil ha desaparecido.
El presidente de Estados Unidos se re¨²ne con el l¨ªder de la d¨¦bil oposici¨®n moderada
Elliott Abrams ¡ªasesor del presidente republicano George W. Bush durante los a?os de Irak y una de las figuras m¨¢s destacadas de la derecha neoconservadora¡ª sostiene, en una entrevista telef¨®nica, que los efectos de la pol¨ªtica del dem¨®crata Obama en Siria van m¨¢s all¨¢ de este pa¨ªs. En Teher¨¢n, en Tel Aviv, en Pek¨ªn, han juzgado al presidente de EE UU de acuerdo con sus titubeos ante la guerra civil siria y, en opini¨®n de Abrams, han concluido que es un l¨ªder d¨¦bil y poco fiable. Tambi¨¦n en Mosc¨².
¡°Las dudas a la hora de armar a los rebeldes sirios y las dudas a la hora de armar al gobierno de Ucrania responden al mismo deseo de alejarse de situaciones dif¨ªciles, y creo que esto es muy da?ino¡±, dice Abrams, adscrito al laboratorio de ideas Council on Foreign Relations. Una l¨ªnea invisible conecta Damasco con Donetsk.
Obama se reuni¨® el martes con Ahmad Jarba, el presidente de la Coalici¨®n de Oposici¨®n Siria, el grupo moderado reconocido por EE UU como el representante leg¨ªtimo de su pa¨ªs. Jarba, acompa?ado entre otros del general Abdul-Ilah al-Bashir, jefe del ala militar de la oposici¨®n, ha visitado EE UU para pedir ayuda militar a la Administraci¨®n Obama y para explicar a los pol¨ªticos y a la opini¨®n p¨²blica de este pa¨ªs que, pese a las derrotas de los opositores, pese a sus divisiones y pese al ascenso de elementos afines a Al Qaeda en el campo de batalla, nada est¨¢ perdido.
El Departamento de Estado, m¨¢s agresivo choca con el Pent¨¢gono, m¨¢s cauto, por el conflicto en el pa¨ªs ¨¢rabe
¡°Necesitamos armas, sin duda. En especial antia¨¦reas y antitanques¡±, comenta, en un intermedio entre reuni¨®n y reuni¨®n con miembros de laboratorios de ideas y en la Casa Blanca, Majib Ghadbian, representante especial de la coalici¨®n ante EE UU y la ONU. ¡°La superioridad a¨¦rea del r¨¦gimen aterroriza a los sirios y nos impide garantizar la gobernabilidad en la zonas liberadas. Hay que detener los cr¨ªmenes contra los sirios¡±, a?ade.
De la reuni¨®n con Obama en la Casa Blanca no sali¨® ning¨²n compromiso de ayuda militar directa. Pero los primeros misiles antitanques fabricados en EE UU ya han llegado a manos de los rebeldes, seg¨²n The Washington Post. Y la CIA ha suministrado ayuda secreta.
Desde que empez¨® hace tres a?os, la guerra siria ha dejado m¨¢s de 150.000 muertos, seg¨²n algunos c¨¢lculos, y millones de desplazados. Ha tensado las relaciones de EE UU con aliados clave en la regi¨®n como Arabia Saud¨ª. En este tiempo han sido inocuas o se han incumplido las exhortaciones y promesas de Obama: Asad deb¨ªa abandonar el poder; si el r¨¦gimen usaba armas qu¨ªmicas, EE UU intervendr¨ªa; o Washington, como m¨ªnimo, armar¨ªa a los rebeldes.
En septiembre de 2013, un acuerdo in extremis con Rusia para retirar las armas qu¨ªmicas de Siria permiti¨® a Obama suspender una intervenci¨®n militar ya preparada pero que topaba con la oposici¨®n del Congreso de EE UU y de los ciudadanos norteamericanos, reticentes a cualquier aventura militar tras la d¨¦cada de guerras en Irak y Afganist¨¢n. Desde entonces, el desarme qu¨ªmico de Asad ha avanzado, pero la guerra contin¨²a. Los intentos de negociar la paz ¡ªel ¨²ltimo, en enero en Ginebra¡ª han fracasado.
¡°Desafortunadamente, las cosas no van en la buena direcci¨®n. Es muy frustrante¡±, dijo hace unos d¨ªas un alto cargo de la Administraci¨®n Obama, que exigi¨® mantener el anonimato. ¡°Pero esto no significa que arrojemos la toalla¡±, precis¨®.
¡°Lo que ocurre [en Siria] es intolerable, y todos debemos hacer m¨¢s¡±, dice la embajadora ante la ONU Samantha Power
Jarba quer¨ªa convencer a sus interlocutores norteamericanos, reacios a respaldar a un bando en el que los islamistas radicales cuentan con una influencia creciente, de que existe una oposici¨®n democr¨¢tica y fiable. Washington ha entregado ya 287 millones de d¨®lares en ayuda llamada no-letal ¡ªes decir, nada de armas ni munici¨®n¡ª a la oposici¨®n y acaba de reconocer las oficinas de la Coalici¨®n de Oposici¨®n Siria como una misi¨®n extranjera en EE UU.
No son s¨®lo neoconservadores como Elliott Abrams los que piden una mayor implicaci¨®n de EE UU en Siria. El debate se reproduce dentro de la Administraci¨®n Obama. El secretario de Estado, John Kerry, y la embajadora de EE UU ante la ONU, Samantha Power, promueven una pol¨ªtica m¨¢s agresiva y han sugerido desde una intervenci¨®n militar al env¨ªo de fuerzas especiales, seg¨²n inform¨® en abril The Wall Street Journal. El Pent¨¢gono, con el jefe del Estado Mayor Conjunto, Martin Dempsey, al frente, pide cautela: en la era del repliegue, EE UU ni quiere ¡ªni seguramente puede¡ª resolverlo todo.
Los militares temen adem¨¢s que las armas caigan en manos de los rebeldes. Desde el inicio de la guerra civil, han rechazado una intervenci¨®n militar por miedo a una repetici¨®n del fiasco de Irak. El Pent¨¢gono tambi¨¦n fue reacio a participar en los bombardeos en Libia de 2011 y ahora pone reparos al env¨ªo de ayuda militar a Ucrania.
En el bando opuesto se encuentra Power, que antes que embajadora fue periodista y activista en favor de los derechos humanos, y public¨® en 2002 un libro de referencia sobre la responsabilidad de proteger, A problem from hell (Un problema infernal), una denuncia de la pasividad de EE UU ante los genocidios del siglo XX.
¡°Cuando se eliminan vidas inocentes a gran escala y Estados Unidos tiene el poder de detener las matanzas a un precio razonable, est¨¢ obligado a actuar¡±, escrib¨ªa la actual embajadora ante la ONU. La realpolitik del presidente Obama casa mal con el idealismo de Power. ¡°Lo que ocurre [en Siria] es intolerable, y todos debemos hacer m¨¢s¡±, dijo la embajadora a finales de abril en un discurso en el Museo del Holocausto de Washington.
¡°Todo esto debe ser muy, muy dif¨ªcil psicol¨®gica y emocionalmente para Samantha¡±, dice Abrams, que la conoce bien.
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