?Por qu¨¦ no estoy en LASA?
Dicen las autoridades que mis numerosos textos y ensayos sobre la realidad, fundamentalmente relacionados con el tema racial, amenazan la paz en este mundo
Mi pa¨ªs, Cuba, persevera en la no normalidad. Es el pa¨ªs que ha tenido, por ejemplo, m¨¢s representaci¨®n num¨¦rica en los congresos de la Asociaci¨®n de Estudios Latinoamericanos (LASA) al tiempo que ha sido el de menor representaci¨®n plural en sus debates. Es al mismo tiempo el pa¨ªs que genera m¨¢s pasiones encontradas en el hemisferio occidental, y el que menos tolera el encuentro de sus diversas pasiones dentro de la isla. Es tambi¨¦n el lugar donde, como se sol¨ªa decir antes en Am¨¦rica Latina, la ley solo existe para los enemigos.
Por esas tres razones no puedo participar en este congreso de LASA. El pasado a?o fue el ¨²ltimo en el que la Cuba oficial monopoliz¨® los paradigmas del debate sobre Cuba, desde Cuba, en un evento de esta solvencia. En el 2013 pude participar por primera vez, junto a dos entra?ables colegas, en este prestigioso encuentro de ideas para abrir, tambi¨¦n por primera vez, la posibilidad de que el pensamiento independiente dentro de Cuba fuera reconocido en el mismo espacio en el que por a?os ha sido reconocido solo el pensamiento org¨¢nico del poder, que a veces suele ser cr¨ªtico. Parec¨ªa que el gobierno comenzaba a aceptar cierta normalidad, al menos en la discusi¨®n entre cubanos diferentes que habitan el mismo espacio territorial. Pero su intolerancia al encuentro civilizado de pasiones distintas al interior de Cuba amenaza con revertir el derecho a la diferencia, es decir, el paso a la normalidad. Y entonces usan, con abuso, la ley.
?Cu¨¢l de ellas? La que proviene del poder, no de la autoridad. El 26 de enero del presente a?o fui detenido por el intento de organizar un Foro Alternativo a la II Cumbre de la CELAC. ?Para qu¨¦ este Foro Alternativo? Para discutir sobre la Declaraci¨®n Constitutiva de este espacio sub hemisf¨¦rico que re¨²ne a Jefes y Jefas de Estado de Am¨¦rica Latina y el Caribe, como ocurre en cualquier cumbre que se organiza en el mundo. ?Qu¨¦ dice la Declaraci¨®n Constitutiva de la CELAC? Bueno, que todos los ciudadanos latinoamericanos y caribe?os tenemos los derechos fundamentales que debemos tener y que los Estados est¨¢n obligados a proteger. Excepto el cubano. Por esta excepci¨®n en las Am¨¦ricas, estuve cuatro d¨ªas en una celda, por cuatro d¨ªas fui interrogado y, luego de liberado, se me impuso una Medida Cautelar que me obliga a acudir todos los martes a una estaci¨®n policial a firmar mi presencia hasta el d¨ªa presumible en que se me celebre juicio. Porque estuve detenido por defender lo que se supone promueve el Estado en mi pa¨ªs, saliendo con una acusaci¨®n de los viejos tiempos de Josef Stalin: ¡°Difusi¨®n de Noticias Falsas contra la Paz Internacional¡±, seg¨²n el Art¨ªculo 115 del C¨®digo Penal que pretende disciplinar la opini¨®n a partir de la ¨²ltima Constituci¨®n de corte sovi¨¦tico que existe en el mundo: la Constituci¨®n cubana de 1976. Dicen las autoridades que mis numerosos textos y ensayos sobre la realidad, fundamentalmente relacionados con el tema racial, amenazan la paz en este mundo.
Lo que constituye un pretexto, de una ridiculez pantagru¨¦lica, que nadie puede sostener si acude a LASA a hablar de Memoria y Democracia. Precisamente porque organic¨¦ un Panel en esta edici¨®n 2014 titulado: Cuba: la memoria de la democracia, el gobierno de mi pa¨ªs recuerda que soy un ¡°enemigo de la paz internacional¡± y me restituye una Medida Cautelar que me hab¨ªa sido suspendida hac¨ªa un mes. El martes 8 de abril dej¨¦ de firmar en la hoja 378 de la 5ta. Estaci¨®n de la Polic¨ªa de La Habana porque se me comunic¨® que aquella medida quedaba sin efecto. El mi¨¦rcoles 7 de mayo se me cita para hacerme saber que se me restitu¨ªa la Medida Cautelar, firmando ahora en la hoja 414 de la misma Estaci¨®n, exactamente dos semanas antes del encuentro de buena parte del pensamiento y la academia hemisf¨¦rica en la ciudad de Chicago. Una muestra ejemplar de un prop¨®sito de poder que exagera en sus evidencias contra el ejercicio consistente de la ley.
Pero doy a conocer este testimonio sin quejas. Las ideas tienen consecuencias y el detalle est¨¢ en asumirlas con car¨¢cter. Solo enuncio lo que sigue sucediendo en mi pa¨ªs por debajo de la narrativa pro forma que quiere dar del Estado cubano una imagen inversa a su realidad. Lo importante es el precedente que pone en cautela jur¨ªdica al otro, y que podr¨ªa prolongar la cincuentenaria suspensi¨®n de derechos en Cuba con el expediente penal de criminalizar las ideas e iniciativas que provienen del pensar, que solo puede hacerse desde la diferencia. Esta es digamos que mi alerta en la academia.
Manuel Cuesta Mor¨²a es historiador, portavoz del Arco Progresista en Cuba y co-editor del Di¨¢logo Latino Cubano.
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