A la izquierda de la Europa del sur
En el sur del continente se han abierto varios caminos a la izquierda, diferente naturaleza y muy dif¨ªciles de conciliar
Los resultados del 25-M ponen en un primer plano algo tanto o m¨¢s importante para el futuro de Europa que el ascenso de los populismos o la quiebra del bipartidismo. En el sur europeo se han abierto muchas v¨ªas a la izquierda: caminos de diferente naturaleza y muy dif¨ªciles de conciliar. En estos momentos, Europa, cuya ¨²nica posibilidad de supervivencia es una gran uni¨®n pol¨ªtica y social, cuenta sin embargo en su flanco izquierdo con fuerzas de sentidos divergentes.
En estos comicios iba a dilucidarse la respuesta ciudadana al deterioro social, as¨ª como el grado de confianza en aquellos partidos de centro-izquierda del sur europeo que, en lo peor de la crisis del euro, se vieron forzados a escorarse a la derecha, torcidos del brazo por Alemania y la Troika.
Pues bien, el veredicto es claro: irrumpen sin complejos nuevos movimientos m¨¢s a la izquierda, intergeneracionales pero mayoritariamente de un voto joven, de formaci¨®n media-alta, que reclama a voces una regeneraci¨®n democr¨¢tica radical, tanto de las democracias nacionales, como del juego pol¨ªtico en Europa. Mientras acontecen peligrosos flirteos entre los conservadores y la extrema derecha, del lado izquierdo suben partidos radicales, o alternativos, que pretenden abiertamente derribar a los viejos, anquilosados partidos socialdem¨®cratas de centro-izquierda, tanto a escala nacional como en el tablero de la Uni¨®n Europea.
De un lado est¨¢n los partidos ¡°sist¨¦micos¡± aunque disconformes (IU en Espa?a, los comunistas en Portugal, Die Linke alem¨¢n). Pero sobre todo despuntan otros nov¨ªsimos en el sur europeo, con una t¨ªpica estela de pureza no mancillada por el poder ni las burocracias (Syriza con el 26% aproximado o Podemos, que suma casi el 8%). Tras el 25-M ambos tipos de formaciones suben o mantienen su presencia en una mayor¨ªa de casos. Y para acabar de complicarlo todo, est¨¢ la v¨ªa de la izquierda soberanista embarcada en movimientos de secesi¨®n, como Esquerra Republicana de Catalunya, con dos esca?os de gran repercusi¨®n simb¨®lica, con los que no es posible pactar desde la izquierda estatal.
Es cierto que, medido en n¨²meros, el ascenso de la izquierda en la Euroc¨¢mara (Izquierda Unitaria Europea, GUE-NGL) no se traduce en un incremento tan grande como el que cab¨ªa esperar dada la situaci¨®n (45 esca?os, ¨²nicamente 10 desde 2009). Sin embargo, nos equivocar¨ªamos si, a ambos lados del espectro pol¨ªtico, leemos los resultados de manera meramente cuantitativa. Porque existe una cuesti¨®n nueva, tremendamente cualitativa, que expresa un s¨ªntoma y una tendencia. Incluso en Portugal, donde el Partido Socialista remonta, lo hace en medio de una abstenci¨®n del¡66%! Si los partidos de centro-izquierda no reaccionan, y no son capaces de elegir el camino correcto a tomar, una doble brecha, generacional e ideol¨®gica, se va a agrandar hasta destruirlos por dentro. Podr¨ªa ser tambi¨¦n el caso del Partido Socialista franc¨¦s.
Por supuesto, las muchas izquierdas siempre han coexistido y rivalizado en Europa, del socialismo al trotskismo o el comunismo. La diferencia con el momento actual est¨¢ en que, ahora, en este momento de construcci¨®n ¡ªo deconstrucci¨®n¡ª de la UE, una convergencia o una ruptura entre ellas puede marcar el devenir de Europa. Resulta muy dif¨ªcil ver en aguas tan revueltas; pero sabemos que las disputas entre las izquierdas, y la escenificaci¨®n de sus grandes dilemas, tendr¨¢n efectos en dos terrenos principalmente:
En primer lugar, en las pol¨ªticas nacionales y europeas, principalmente la pol¨ªtica econ¨®mica (?fin del austericidio, control del poder financiero?); la pol¨ªtica social (?pensiones, educaci¨®n?) o medioambiental (?energ¨ªas limpias?). Y claro, tendr¨¢ efecto en la reforma institucional (poderes del Parlamento Europeo, la Comisi¨®n, el Banco Central Europeo, el Eurogrupo), en la calidad democr¨¢tica (transparencia y erradicaci¨®n de la corrupci¨®n) y en la participaci¨®n ciudadana. Las muchas izquierdas parecen coincidir en el planteamiento y los objetivos; pero ?hasta d¨®nde hay que llegar, y c¨®mo? Ah¨ª empiezan serias discrepancias.
En segundo lugar, el ascenso de la izquierda radical act¨²a como un factor de presi¨®n a?adida sobre los partidos socialdem¨®cratas. Apuntalados desde su flanco izquierdo, ¨¦stos deben tomar esta dif¨ªcil decisi¨®n: ?deben girar hacia el centro y arrastrar a una gran coalici¨®n a los conservadores, abierta quiz¨¢ a verdes y liberales, para reflotar el proyecto europeo? ?O bien deben girar a la izquierda a un gran pacto con las izquierdas alternativas para refundar Europa?
Esta es la gran pregunta. Y no hay respuesta f¨¢cil. ?Es posible realmente una gran coalici¨®n de fuerzas pro-europeas? ?Hasta qu¨¦ punto puede y debe ceder la socialdemocracia en su programa frente a los conservadores? ?Es posible una coalici¨®n transversal a varios socios europeos (norte y sur) y a varias ideolog¨ªas?
La segunda opci¨®n, la del giro a la izquierda, tambi¨¦n est¨¢ plagada de dificultades. De un lado, ?las izquierdas alternativas van a pactar ahora con la socialdemocracia? Parece muy improbable, y en todo caso las condiciones para ¨¦sta resultar¨ªan draconianas. De otro lado, para el centro-izquierda, resulta inquietante que, aun desde premisas muy diferentes, el voto y la movilizaci¨®n de la izquierda radical pueda converger en la pr¨¢ctica con la de los populismos de derechas en su soberanismo, contraviniendo su esp¨ªritu federalista. M¨¢s cuando eur¨®fobos de todo pelaje no desperdiciar¨¢n la ocasi¨®n de convertir el Europarlamento en una caja de resonancia de sus debates nacionales. No puede descartarse que en asuntos muy concretos que impliquen m¨¢s cesi¨®n de soberan¨ªa ¡ªen la reforma de los Tratados, la uni¨®n bancaria, el mercado interior, o el tratado de libre comercio con EEUU¡ª el voto de la izquierda radical coincida con el de los populistas. De hecho, a menudo Marie le Pen, Wilders, Farage o Grillo se apropian de planteamientos de la vieja izquierda, pero en clave nacional-socialista: la soberan¨ªa popular, la defensa de los trabajadores y las fronteras propias. Peligrosos vasos comunicantes.
?Qu¨¦ hacer, entonces? Quiz¨¢ lo mejor sea probar a lanzar redes a ambos lados y probar.
Por el camino del centro-derecha, hay que tener claro que ya no vale en absoluto con cualquier consenso. Como sugieren los resultados del 25-M, ¨¦ste solo resultar¨ªa v¨¢lido y tendr¨ªa ¨¦xito bajo dos condiciones al menos. La primera, que se plantee para el conjunto de Europa en t¨¦rminos fundamentalmente de una uni¨®n pol¨ªtica y social ¡ªy no como un frente bipartidista de conservadores y socialdem¨®cratas parafrenar el espantajo populista. Un frente as¨ª ser¨ªa interpretado negativamente, como un blindaje de los dos grandes partidos, y no en positivo, como la reedici¨®n del acuerdo hist¨®rico de las dos grandes familias pol¨ªticas que en su d¨ªa construyeron Europa. La segunda condici¨®n es que ese consenso funcione como marco de referencia europeo, pero sin que ello suponga forzar coalici¨®n alguna en los ¨¢mbitos nacionales. En Espa?a, por ejemplo, un pacto bipartidista en el momento actual supondr¨ªa un certificado de muerte para el PSOE, obligado como est¨¢ a diferenciarse del PP y a no contaminarse de la corrupci¨®n de su adversario.
Por los caminos de la izquierda pol¨ªtica y social, la convergencia en un mismo espacio depender¨¢ en gran medida de la iniciativa de los socialdem¨®cratas, que deben actuar con reflejos y dejar a un lado toda se?al de arrogancia. Lo primero es volver a empezar desde ya: abordar la regeneraci¨®n interna de los partidos, cambiar los h¨¢bitos de hacer pol¨ªtica, hablar con todas las formaciones menores, y actuar decididamente en clave europea, para recuperar la confianza de millones de ciudadanos que han perdido la fe.
Vicente Palacio es coautor del Informe 2014 de la Fundaci¨®n Alternativas y la Fundaci¨®n Friedrich Ebert La ciudadan¨ªa europea en tiempo de crisis
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