Los presidenciables brasile?os silencian el aborto y la marihuana
Mientras otros pa¨ªses ya debaten los temas, los candidatos en Brasil temen perder el apoyo popular y de los partidos religiosos
Huir de los temas pol¨¦micos. Esta parece la premisa de los principales precandidatos a la presidencia de Brasil con relaci¨®n al aborto, la despenalizaci¨®n de las drogas y la reducci¨®n de la mayoridad penal. Mientras otros vecinos latinoamericanos empiezan a debatir esos temas, tanto el Gobierno como la oposici¨®n brasile?a evitan hablar sobre ellos.
Una de las principales cuestiones que se pregunta a los candidatos a las elecciones, que se celebrar¨¢n en octubre de este a?o, es sobre el aborto, uno de los principales tab¨²s del pa¨ªs. El pa¨ªs permite la interrupci¨®n del embarazo en tres casos: que la madre sea v¨ªctima de una violaci¨®n; cuando el feto sufra malformaci¨®n; o cuando exista riesgo de muerte para la madre. En 2007, la presidenta Dilma Rousseff, entonces ministra del Gobierno Lula, afirm¨® en una entrevista al diario Folha de S?o Paulo que era favorable a la despenalizaci¨®n. Pero al proclamarse candidata en 2010, fue criticada por sectores religiosos y tuvo que dar marcha atr¨¢s.
Para la soci¨®loga y presidenta de la ONG Cat¨®licas por el Derecho de Decidir, Maria Jos¨¦ Rousado Nunes, el aborto no es discutido por el riesgo de perder tanto el apoyo popular ¡ªBrasil es un pa¨ªs conservador, con una mayor¨ªa cat¨®lica y un creciente n¨²mero de evang¨¦licos¡ª como el del Congreso. ¡°El Gobierno evita posicionarse para garantizar la fidelidad de los partidos que forman parte de su coalici¨®n¡±, explica. De los 19 partidos que tienen representantes en la C¨¢mara de los Diputados, 14 forman parte de la coalici¨®n del Gobierno Rousseff. Muchos de ellos est¨¢n vinculados a sectores religiosos.
El ¨²nico avance durante el Gobierno de Rousseff se produjo el a?o pasado, cuando la presidenta aprob¨® una ley que determina que la sanidad p¨²blica puede pagar los abortos contemplados por la ley. Pero antes de su aprobaci¨®n, la Comisi¨®n de Finanzas y Tributaci¨®n de la C¨¢mara de los Diputados cre¨® un programa social que concede, con dinero p¨²blico, una pensi¨®n mensual para la v¨ªctima de una violaci¨®n que se quede embarazada y quiera tener el hijo.
Los opositores A¨¦cio Neves, candidato del Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB), y Eduardo Campos, que disputar¨¢ las elecciones por el Partido Socialista Brasile?o (PSB), no piensan en posicionarse de otra forma. ¡°Soy favorable a la actual ley, sin cambios¡±, sostuvo Neves en una entrevista a la revista ?poca. El representante del PSB tiene la misma opini¨®n: ¡°Nuestra legislaci¨®n es adecuada. No veo porque cambiarla¡±, dijo al diario Estado de S?o Paulo el pasado 20 de abril.
Mientras la legalizaci¨®n del aborto no avanza en Brasil, el procedimiento es permitido sin restricciones hasta un periodo del embarazo (entre la d¨¦cima y la duod¨¦cima semana) en Uruguay, Cuba y en 18 de los 32 Estados de M¨¦xico. En otros pa¨ªses latinoamericanos, el aborto est¨¢ prohibido, como en Chile, donde la presidenta Michele Bachelet acaba de proponer su legalizaci¨®n en algunos casos.
?Por qu¨¦ el tema est¨¢ mal visto en Brasil? La soci¨®loga Mar¨ªa Jos¨¦ Rosado Nunes cree que la respuesta est¨¢ relacionada con la conveniencia pol¨ªtica. ¡°Los dirigentes ceden espacios para partidos religiosos y, a cambio de que aprueben los proyectos que les interesan, no discuten los temas relacionados al aborto o la libertad sexual¡±, sostiene.
Una propuesta de reforma del C¨®digo Penal brasile?o se tramita en el Congreso desde 2012. Entre otras cuestiones, propone descriminalizar el aborto. ¡°Si esta es la voluntad de la madre hasta la 12? semana de embarazo, o cuando un m¨¦dico o psic¨®logo constaten que la mujer no tiene condiciones psicol¨®gicas para ser madre¡±. Un peque?o avance, pero lejos de una verdadera legalizaci¨®n del aborto.
La discusi¨®n sobre la descriminalizaci¨®n de las drogas se encuentra a¨²n m¨¢s trabada. El ¨²nico que se posiciona radicalmente sobre el tema es el expresidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB). El exmandatario apoya la legalizaci¨®n de la marihuana para uso personal e incluso fue el protagonista del documental Quebrando o Tabu (Rompiendo el Tab¨²), que debate la despenalizaci¨®n del cannabis en diversos pa¨ªses.
Sin embargo, cuando fue presidente, entre 1995 y 2002, Cardoso no impuls¨® la pol¨ªtica sobre las drogas que hoy defiende. Y el opositor A¨¦cio Neves, de su mismo partido, demostr¨® que no va a empezar un nuevo debate. ¡°No me gustar¨ªa que Brasil fuera cobaya de una experiencia que no se sabe el resultado¡±, explic¨® en una reciente entrevista al diario Folha de S?o Paulo.
El opositor Eduardo Campos (PSB) tambi¨¦n est¨¢ en contra la descriminalizaci¨®n. ¡°En un pa¨ªs que vive una epidemia del crack, la cuesti¨®n no es si se legaliza o no la marihuana, sino que tenemos que incrementar la presencia del Polic¨ªa Federal, para que guarden nuestras fronteras¡±, dijo el pasado lunes. La presidenta Rousseff nunca declar¨® p¨²blicamente su posici¨®n sobre el tema. Su gobierno tampoco ha mostrado inter¨¦s en discutirlo. En la campa?a de 2010, lleg¨® a declarar: ¡°Una droga nunca anda sola¡±. Y termin¨® ah¨ª.
Como el Congreso Nacional es, en teor¨ªa, el reflejo de la sociedad, no se debate el tema durante las elecciones presidenciales. ¡°Los candidatos suelen tener posiciones parecidas porque saben que, en Brasil, cuando se discute el aborto o las drogas, pueden perder apoyo¡±, analiza el polit¨®logo Cl¨¢udio Gon?alves Couto, profesor de la Fundaci¨®n Getulio Vargas de S?o Paulo.
En los ¨²ltimos a?os, cuando aparece el tema, se suele utilizar el ejemplo de Uruguay, que liber¨® la venta de peque?as cantidades de marihuana a los usuarios. Lo que es necesario analizar, seg¨²n los expertos, son las diferencias culturales que influyen en la decisi¨®n pol¨ªtica. En el caso de Uruguay, la sociedad es m¨¢s homog¨¦nea que la brasile?a, seg¨²n Couto. En Chile, que tambi¨¦n tiene una fuerte tradici¨®n cat¨®lica, la sociedad tambi¨¦n se muestra m¨¢s abierta al debate. ¡°Ambas tienen un nivel de educaci¨®n superior al nuestro y separa las cuestiones religiosas de las cuestiones de sanidad p¨²blica¡±, sostiene el polit¨®logo.
Otros ejemplos son M¨¦xico y Argentina. Aunque no tengan una ley como la de Uruguay, ambos han empezado a debatir sobre el tema. Dirigentes de los dos gobiernos ya se mostraron favorables a despenalizar el consumo de marihuana. En M¨¦xico DF, por ejemplo, se tramita una ley que establece espacios para la venta y el consumo del cannabis. En Argentina, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, declar¨® que es favorable a la descriminalizaci¨®n de la producci¨®n, comercializaci¨®n y consumo del cannabis en su pa¨ªs.
Brasil tambi¨¦n ha reaccionado tras la aprobaci¨®n de la venta de marihuana en Uruguay. Como los dirigentes casi no discuten el tema, un grupo de 20.000 personas present¨® en febrero una petici¨®n al Senado para que sea autorizado el uso recreativo y medicinal de la droga. El senador Crist¨®vam Buarque (PDT) lo est¨¢ analizando y, seg¨²n su conclusi¨®n, podr¨¢ convertirse en un proyecto de ley. Adem¨¢s, otro diputado, Jean Willys (PSOL), present¨® hace tres meses un proyecto para regular la producci¨®n y la comercializaci¨®n del cannabis. El proyecto sigue sin tramitarse en la C¨¢mara de los Diputados.
Otra iniciativa popular es el colectivo Marcha da Maconha (Marcha de la Marihuana), que se manifiesta regularmente en diversas ciudades de Brasil. En la ¨²ltima vez que protestaron en S?o Paulo, el pasado 26 de abril, el grupo reuni¨® a miles de ciudadanos (3.000, seg¨²n la Polic¨ªa Militar) para pedir la legalizaci¨®n de la droga.
Para la soci¨®loga Rosado Nunes, la tradici¨®n autoritaria de Brasil tambi¨¦n influye en la falta de discusi¨®n sobre esos temas. ¡°Al contrario de nuestros vecinos, somos un pa¨ªs autoritario, con una pol¨ªtica de cabestro, una democracia floja¡±, opina. Seg¨²n cree, el largo periodo de esclavitud y el autoritarismo de los tiempos de la dictadura dificultan la democracia.
Cr¨ªmenes por prejuicio
Aunque Brasil haya aprobado el a?o pasado la uni¨®n homosexual, el pa¨ªs sigue siendo homof¨®bico. Un total de 312 gays, lesbianas o transexuales fueron asesinados el a?o pasado; es decir, un homicidio a cada 28 horas, seg¨²n el Grupo Gay de Bahia (GGB), una de las instituciones m¨¢s antiguas de defensa de los derechos humanos homosexuales en el pa¨ªs. La entidad calcula que un 99% de los cr¨ªmenes fueron motivados por el prejuicio.
Existe un proyecto de ley en el Congreso para criminalizar la homofobia: define los cr¨ªmenes por la discriminaci¨®n o prejuicio de g¨¦nero, sexo y orientaci¨®n sexual, y establece responsabilidades de los actos y de sus autores. Sin embargo, su tramitaci¨®n es lenta. Lleva ocho a?os en el Congreso y no avanza. Mientras, la justicia de Chile se ha mostrado m¨¢s estricta al toparse con cr¨ªmenes con clara motivaci¨®n homof¨®bica. El a?o pasado, la justicia conden¨® a prisi¨®n perpetua uno de los cuatro agresores y asesinos de Daniel Zamudio, que muri¨® en 2012 tras ser linchado.
Pese a ello, Chile, Paraguay, Bolivia, Peru y Venezuela no reconocen el matrimonio gay. El tema se encuentra m¨¢s avanzado no solo en Brasil, sino tambi¨¦n en Uruguay, Argentina y en algunos Estados de M¨¦xico.
La reducci¨®n de la edad m¨ªnima para entrar en la c¨¢rcel es un tema c¨ªclico. Cuando un menor de edad realiza un crimen, el tema vuelve a estar en evidencia, sobre todo porque los sectores m¨¢s conservadores impulsan el debate.
Hay m¨¢s de 20 proyectos de ley en el Parlamento para reducir la mayoridad penal de los 18 a?os a los 16, o incluso a los 14 a?os; o incrementar el rigor para los j¨®venes infractores, un tema poco defendido por los movimientos sociales. Los m¨¢s antiguos proyectos llevan tramit¨¢ndose desde la d¨¦cada de 90. Adem¨¢s, diversas encuestas han mostrado que la reducci¨®n de la edad penal tiene el apoyo de entre un 70% y un 93% de los brasile?os.
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