Los Le Pen
Desde hace 30 a?os, el Frente Nacional se vale de las enfermedades francesas para prosperar
Desde 1983, el nombre de Jean-Marie Le Pen ha desempe?ado un rol clave en la vida pol¨ªtica francesa. En realidad, fue durante la guerra de Argelia (1954-1962) cuando el teniente Le Pen empez¨® a dar que hablar, particularmente por su uso de m¨¦todos sangrientos contra los insurgentes argelinos y, despu¨¦s, por ser uno de los l¨ªderes de los grupos terroristas partidarios de la ¡°Argelia francesa¡±.
Activista durante la IV Rep¨²blica, se convierte con el nacimiento de la V en el enemigo m¨¢s implacable del gaullismo y de la democracia francesa en nombre, por aquel entonces, de una ideolog¨ªa claramente fascista. Su organizaci¨®n, Occident, vivir¨¢ al ritmo de las peque?as convulsiones grupusculares de los a?os 1960-70, a la par que ser¨¢ rechazada por el ¨¦xito del Estado de bienestar y el ascenso de movimientos contestatarios de izquierdas, hasta el apogeo de Mayo del 68. En 1981, la izquierda accede al poder con Fran?ois Mitterrand, que ya propon¨ªa un programa para luchar contra el paro, pero que un a?o despu¨¦s da un giro de 180 grados al decantarse por la construcci¨®n europea, sacrificando gran parte de la industria francesa.
De ah¨ª la interminable crisis econ¨®mica, que se cobra millones de parados, y la destrucci¨®n del tejido social en las grandes ciudades francesas. Situaci¨®n esta que permite a Le Pen, quien sale del olvido, irrumpir en las elecciones municipales de 1983 y reunir en un Frente Nacional a las principales familias de la extrema derecha francesa. Fran?ois Mitterrand, acorralado por la crisis, sin proyecto de gobierno tras su renuncia a las promesas sociales de 1981, utilizar¨¢ al m¨¢ximo este nuevo partido ¡ªhasta el punto de hacer una reforma electoral en 1985 que le permitir¨¢ entrar en la Asamblea Nacional¡ª para dividir a la derecha francesa, dirigida entonces por Jacques Chirac, el m¨¢s duro enemigo de la extrema derecha. El Frente Nacional se convierte as¨ª en un partido ineludible en la vida pol¨ªtica, utilizado tanto por la izquierda como por la derecha, ya que unos y otros cre¨ªan que no podr¨ªa acceder al poder y menos a¨²n gobernar el pa¨ªs.
Esta convicci¨®n pueril desapareci¨® con la llegada de la hija de Le Pen, Marine, a la cabeza del partido: si el padre pon¨ªa la ideolog¨ªa fascista en el seno de su programa, ella, que quiere llegar al poder, coloca en el centro de su acci¨®n un proyecto social y una concepci¨®n identitaria que han desaparecido del discurso de las ¨¦lites pol¨ªticas francesas.
As¨ª pues, desde hace 30 a?os, los Le Pen se valen de las enfermedades de Francia para prosperar. El 25% de los franceses, no porque sean todos ellos fascistas, acaban de otorgarle su voto, pues la Gran Naci¨®n se halla desnuda frente a una crisis econ¨®mica con la que cada d¨ªa aumenta el n¨²mero de parados. No hay humo sin fuego.
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