Obama viaja a Europa para contener a Putin
La crisis con Rusia por Ucrania domina la gira europea del presidente de EE UU

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Cuando el presidente Barack Obama viaje a Europa esta semana, se entrevistar¨¢ con jefes de Estado y de Gobierno, ver¨¢ a veteranos activistas por la democracia y a combatientes en la Segunda Guerra Mundial, pero la persona a la que se dirigir¨¢n los discursos y que monopolizar¨¢ su atenci¨®n ser¨¢ otra: su hom¨®logo ruso Vlad¨ªmir Putin.
La crisis de Ucrania ha reabierto las tensiones geopol¨ªticas entre los viejos rivales por la influencia en la pen¨ªnsula occidental de Eurasia. Putin ha forzado a Obama, que hab¨ªa hecho de Asia la prioridad de su presidencia en pol¨ªtica exterior, a regresar al escenario de la confrontaci¨®n entre Washington y Mosc¨² durante la guerra fr¨ªa.
El presidente de Estados Unidos no tiene previsto ning¨²n encuentro formal con el l¨ªder ruso durante la gira por Polonia, B¨¦lgica y Francia, la segunda visita a Europa en menos de tres meses. Pero Putin estar¨¢ agazapado en cada etapa. Cada discurso y cada gesto han sido pensados ¡ªy se leer¨¢n¡ª como una se?al hacia los aliados europeos y hacia Mosc¨² en un momento de dudas sobre la capacidad de la primera potencia ante las ambiciones del Kremlin.
En Varsovia, donde el Air Force One aterriza el martes, Obama se reunir¨¢ con los l¨ªderes de los pa¨ªses de Europa central y oriental que se sienten amenzados por Rusia y que, en tiempos de zozobra, miran antes Washington que a Berl¨ªn o Par¨ªs. Pedir¨¢ al resto de socios un mayor compromiso con la OTAN. Se entrevistar¨¢ con Petro Poroschenko, el magnate reci¨¦n elegido presidente de Ucrania. Y conmemorar¨¢ con un discurso al sindicato Solidaridad y las primeras elecciones parcialmente libres en 1989.
¡°[Obama] tendr¨¢ la oportunidad de hablar de la historia del movimiento democr¨¢tico en Polonia, de su influencia m¨¢s all¨¢ de las fronteras de Polonia y de sus conexiones con muchos movimientos para la democracia y los derechos humanos en Europa del Este y por todo el mundo¡±, dijo, en una rueda de prensa en v¨ªsperas del viaje, Ben Rhodes, viceconsejero de seguridad nacional en la Casa Blanca y hombre de confianza del presidente en pol¨ªtica exterior.
En Bruselas Obama comprobar¨¢ la debilidad ¡ªtras las elecciones europeas del 25 de mayo¡ª de algunos de sus colegas en la cumbre del G-7 que deb¨ªa celebrarse en la ciudad rusa de Sochi y de la que se ha exclu¨ªdo a Putin a modo de represalia por la anexi¨®n de Crimea en marzo. Intentar¨¢ convencer a los europeos de que diversifiquen las fuentes de energ¨ªa para reducir la dependencia del gas ruso. Y buscar¨¢ un acuerdo comercial que se enfrenta con el escepticismo de algunas capitales europeas y en el Congreso de EE UU.
En Normand¨ªa, ¨²ltima etapa antes de regresar a Washington el viernes por la noche, Obama coincidir¨¢ con Putin en la conmemoraci¨®n del septuag¨¦simo aniversario del desembarco en Normand¨ªa, el ¨²ltimo acto de hero¨ªsmo colectivo de una alianza que poco despu¨¦s se rompi¨® para dar paso a cuatro d¨¦cadas de guerra fr¨ªa y equilibrio nuclear.
Las conmemoraciones del? desembarco siempre han ofrecido lecturas cotempor¨¢neas de la historia
Las conmemoraciones del desembarco siempre han ofrecido lecturas cotempor¨¢neas de la historia. Hace diez a?os, un canciller de Alemania, la potencia derrotada en 1945, asisti¨® por primera vez: la Alemania unida y con capital en Berl¨ªn se normalizaba. El viernes las playas donde dejaron la vida m¨¢s de cuatro mil aliados congregar¨¢n, por primera vez desde que estall¨® la crisis de Ucrania, a Putin y a los l¨ªderes europeos. Poroschenko est¨¢ invitado.
La tarea de Obama no es f¨¢cil. Llega a Europa en el inicio de su tramo final en la Casa Blanca, a cinco meses de unas elecciones legislativas que su partido, el dem¨®crata, puede perder, y que reducir¨¢n m¨¢s su margen de maniobra en la pol¨ªtica interna. Tambi¨¦n ofrece una imagen titubeante en el exterior.
La cautela ante Siria inquieta aliados como Francia. Y el mensaje ante Putin es matizado. Incluye sanciones, pero han sido modestas para evitar romper la unidad de EE UU y la Uni¨®n Europea. Kiev, la capital ucrania, se encuentra a menos de 800 kil¨®metros de Varsovia, pero una visita fugaz a Kiev para mostrar el apoyo a la Ucrania prooccidental no figura en la agenda del presidente.
¡°Me encantar¨ªa que fuese a Kiev, pero no ir¨¢¡±, lamenta en Washington Leon Wieseltier, editor literario de la revista New Republic y figura destacada de la izquierda favorable a las intervenciones humanitarias. En mayo Wieseltier pas¨® una semana en la capital ucrania.
¡°Reagan fue a Berl¨ªn, Kennedy fue a Berl¨ªn¡±, recuerda, en alusi¨®n a dos presidentes ¡ªel republicano Ronald Reagan y el dem¨®crata John F. Kennedy¡ª que, en 1987 y 1963 respectivamente, pronunciaron discuros memorables en la capital alemana. "Cuando fue Kennedy la cosa estaba al rojo vivo. Fue all¨ª y dijo: ¡®Ich bin ein Berliner¡¯ [¡®Soy un berlin¨¦s¡¯]. Yo me muero de ganas de que haga algo parecido. Pero no existe ni la m¨¢s remota posibilidad. Ni por asomo¡±.
En Europa el presidente? (Obama) no ha escuchado una voz ¨²nica
En Europa el presidente no ha escuchado una voz ¨²nica. Con Ucrania han aflorado de nuevo las divisiones entre la Europa oriental y la Europa occidental (la ¡°nueva¡± y la ¡°vieja¡± Europa, por usar los adjetivos que EE UU usaba hace una d¨¦cada, durante la guerra de Iraq).
¡°Los polacos est¨¢n bastante decepcionados porque los alemanes no han ido lo suficientemente lejos a la hora de impulsar sanciones m¨¢s duras contra Rusia¡±, dice desde Berl¨ªn Judy Dempsey, del laboratorio de ideas Carnegie Endowment for International Peace. ¡°Los europeos orientales y los estados b¨¢lticos tiene la sensaci¨®n, y saben, y creen que los europeos occidentales titubean ante Rusia y no dar¨¢n la cara por la integridad de las fronteras y los valores. Y esto ha debilitado y dividido Europa. Europa est¨¢ completamente dividida ahora sobre c¨®mo tratar con Rusia¡±.
Para complicarlo, las elecciones al Parlamento europeo han dado visibilidad a un virtual partido putinista en Europa: una coalici¨®n transversal que une a la extrema izquierda antiamericana y a la extrema derecha tradicionalista, antiglobalizaci¨®n, contraria a la inmigraci¨®n, euroesc¨¦ptica y tambi¨¦n antiamericana. El Frente Nacional de Marine Le Pen, vencedor en Francia, es el exponente m¨¢s obvio de esta corriente.
Pero el partido putinista tambi¨¦n cuenta con militantes en el establishment de pa¨ªses clave como Alemania. Personalidades como el excanciller socialdem¨®crata Gerhard Schr?der, presidente del consejero de una filial de la empresa gasista rusa Gazprom, exhiben sin complejos sus simpat¨ªas por el presidente ruso.
La Europa que Obama encontrar¨¢ esta semana digiere todav¨ªa el ¨¦xito de los populistas de derechas en Francia y Reino Unido. El resultado de las elecciones no alarma a Washington, donde se interpreta m¨¢s bien como un toque de alerta, pero s¨ª preocupa. La relaci¨®n transatl¨¢ntica ¡ªdesde la negociaci¨®n del tratado de libre comercio hasta el aumento del antiamericanismo¡ª puede resentirse
¡°Todos nuestros pa¨ªses debemos mostrarnos vigilantes ante cualquier esfuerzo por demonizar a personas con un origen o etnia diferente¡±, dijo Rhodes, el asesor de Obama.
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