El referente esencial para Washington
La relaci¨®n con EE UU se desdibuj¨® por el declive de salud y los esc¨¢ndalos familiares


Es dif¨ªcil entender la figura del Rey Juan Carlos sin su v¨ªnculo con Estados Unidos. Fue en este pa¨ªs donde empez¨® a definir su papel pol¨ªtico y a explicar al mundo la Espa?a en transici¨®n. Su papel central en la relaci¨®n entre EE UU y Espa?a se desdibuj¨® en a?os recientes por el declive de salud y los esc¨¢ndalos que rodearon a su familia.
Pocos mandatarios del mundo, por no decir ninguno, puede jactarse de haber conocido a todos los presidente de EE UU desde John F. Kennedy. Este hecho, recordaba en una entrevista reciente el historiador Charles Powell, es un activo ¨²nico del que otros pa¨ªses medianos como Espa?a no han podido disponer.
Un ejemplo: los ¨²ltimos dos presidentes espa?oles, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Mariano Rajoy, tuvieron que remover cielo y tierra para ser recibidos en la Casa Blanca. Cuando lograron verse con el presidente de EE UU, fue en una reuni¨®n de trabajo, un formato que ofrece poco margen para la conexi¨®n personal.
Cuando el presidente Barack Obama recibi¨® al Rey, en 2010, lo hizo con un almuerzo al que asisti¨® la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, adem¨¢s de otros altos cargos de la Casa Blanca. Que el Rey fuese agasajado de tal forma es un reflejo de su larga relaci¨®n con los presidentes de EE UU. La sinton¨ªa con los Clinton ¡ªBill y Hillary¡ª siempre fue evidente.
El viaje de los pr¨ªncipes Juan Carlos y Sof¨ªa, en 1971, fue decisivo a la hora de proyectar una imagen de juventud y dinamismo tanto fuera como dentro dde Espa?a. En la Espa?a acartonada del ¨²ltimo franquismo, que una personalidad p¨²blica de su calibre hablara ingl¨¦s y se relacionase con naturalidad con figuras de la pol¨ªtica y sociedad de EE UU no dejaba de llamar la atenci¨®n.
EE UU volvi¨® a tener un papel fundamental en su biograf¨ªa pol¨ªtica cuando, el 2 de junio de 1976, pronunci¨® un discurso ante el Capitolio en el que abandon¨® la ambig¨¹edad que hab¨ªa cultivado en los seis meses anteriores, desde que fue proclamado Rey. "La Corona", dijo, "asegurar¨¢ el acceso al poder de las distintas alternativas de Gobierno, seg¨²n los deseos el pueblo libremente expresados". El Rey no hab¨ªa pronunciado esta frase en Espa?a; el discurso en el Capitolio fue uno de los hitos de la transici¨®n.
EE UU volvi¨® a tener un papel ¡ªcolateral pero llamativo¡ª durante el golpe del 23-F. Las palabras del secretario de Estado Alexander Haig a un periodistsa de EL PA?S ¡ªes un "asunto interno"¡ª alimentaron durante a?os las teor¨ªas conspirativas.
El Rey ha aportado durante a?os la?¡®human touch¡¯ a las relaciones bilaterales con Estados Unidos
El Rey ha aportado durante a?os la human touch, el toque humano a las relaciones bilaterales, y ha ejercido de back channel, de v¨ªa de contacto discreta entre Madrid y Washington cuando las relaciones se tensaban. En plena era glacial, cuando Rodr¨ªguez Zapatero provoc¨® la ira de George W. Bush al retirar las tropas de Iraq, Bush recibi¨® a Juan Carlos en su rancho de Texas.
Las cosas se han empezado a torcer en los ¨²ltimos a?os. Las informaciones sobre episodios de corrupci¨®n y el deterioro de la imagen de la monarqu¨ªa han ocupado las portadas de medios prestigiosos e influyentes como The New York Times. Una visita del Rey a este diario coincidi¨®, precisamente, con la publicaci¨®n de un reportaje que retrataba de una manera cruda y devastadora la Espa?a en recesi¨®n. El charme y la human touch hab¨ªan desparecido. La campechan¨ªa y simpat¨ªa natural ya no bastaban. El sue?o americano de Juan Carlos I era cosa del pasado.
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