Despotismo ilustrado en la ONU: El pr¨ªncipe de los derechos humanos
Los autores conf¨ªan en que el nuevo alto comisionado no "baile simplemente al son que le tocan las dictaduras"
El pasado lunes, la Asamblea General de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU) eligi¨® al pr¨ªncipe Zeid Ra¡¯ad Zeid Al-Hussein, primo del Rey Abdal¨¢ II bin Al-Hussein de Jordania, como nuevo Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, en sustituci¨®n de la sudafricana Navi Pillay, que ha ocupado ese puesto por los ¨²ltimos seis a?os. Aunque los objetivos de este ¨®rgano de la ONU son nobles y positivamente ambiciosos, la realidad es que poco pueden esperar de ¨¦l ¡ªno obstante sus 1,131 funcionarios y 184 millones de d¨®lares (2012) de presupuesto anual¡ª las personas alrededor del mundo cuyos derechos humanos son m¨¢s brutalmente reprimidos o sencillamente negados.
La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH) fue creada mediante la resoluci¨®n 48/141, aprobada por la Asamblea General el 20 de diciembre de 1993. Entre las funciones confiadas a la OACDH est¨¢n: 1) asegurar el respeto de todos los derechos humanos; 2) prevenir casos de violaciones de derechos humanos; 3) promover la cooperaci¨®n internacional para proteger los derechos humanos; 4) coordinar actividades relacionadas con el respeto y la promoci¨®n de los derechos humanos en la ONU; y 5) fortalecer y hacer m¨¢s eficiente el respeto por los derechos humanos en el concierto de naciones de la ONU.
Sin embargo, hasta ahora las acciones del alto comisionado han sido en el mejor de los casos t¨ªmidas, por lo general carentes de norte democr¨¢tico y a veces incluso re?idas con los ideales que persigue. Esto se debe a que la OACDH sufre, aunque en menor medida, del mismo problema estructural que padecen otros ¨®rganos de la ONU como el Consejo de Seguridad y el Consejo de Derechos Humanos, cuyos pronunciamientos y acciones concretas est¨¢n altamente influenciados por dictaduras con poder de veto y membres¨ªa mayoritaria.
Por ejemplo, al inicio de su mandato (2008-2010), la alta comisionada saliente no emiti¨® condena p¨²blica alguna sobre varios de los reg¨ªmenes m¨¢s represivos del planeta, como Corea del Norte, Eritrea, Guinea Ecuatorial, Kazajist¨¢n, Laos, Siria, Turkmenist¨¢n y Uzbekist¨¢n.
Hasta ahora las acciones del alto comisionado han sido en el mejor de los casos t¨ªmidas, por lo general carentes de norte democr¨¢tico
M¨¢s adelante, en 2011, Pillay fue justamente criticada por orientar el activismo de la ONU desproporcionalmente a las violaciones de derechos humanos a cargo de Israel ¡ªen el marco de su largo conflicto con Palestina¡ª, y premiar con la impunidad de su silencio a los gobernantes del resto del Medio Oriente acostumbrados a gobernar desp¨®ticamente y negar de manera sistem¨¢tica y brutal los derechos humanos de sus ciudadanos. En especial, se critic¨® a Pillay por promover en 2009 y 2011 las Conferencias de Examen de Durban, conocidas como Durban II y Durban III, que consistieron en reuniones de notorios dictadores, liderados por Mahmud Ahmadineyad, que se dedicaron a fustigar a Israel como ¡°xen¨®fobo¡± y ¡°racista¡±, ante la incredulidad de los gobiernos democr¨¢ticos de Alemania, Australia, Canad¨¢, Estados Unidos, Italia, Nueva Zelanda, Pa¨ªses Bajos, Polonia y Rep¨²blica Checa, que terminaron abandonando el bochornoso evento y rechaz¨¢ndolo en t¨¦rminos categ¨®ricos.
A lo largo de su mandato, Pillay no perdi¨® oportunidad de condenar firmemente violaciones de derechos humanos dentro de democracias, pero dedic¨® declaraciones muy tibias contra unos cuantos reg¨ªmenes autoritarios y call¨® frente a otros. Por ejemplo, en Am¨¦rica Latina, Pillay fustig¨® a los gobiernos democr¨¢ticos de Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala, M¨¦xico, Panam¨¢, Paraguay, Per¨² y Rep¨²blica Dominicana, mientras que no dedic¨® una sola cr¨ªtica a Cuba, una dictadura de corte estalinista con 55 a?os en el poder, a quien reci¨¦n en 2012 le dedic¨® unas l¨ªneas, pero de aliento: ¡°Es bienvenida la decisi¨®n del r¨¦gimen de Cuba de levantar parcialmente las restricciones a sus ciudadanos para viajar al exterior, porque supone un mayor respeto para los derechos de la gente¡±.
El problema con esta perspectiva carente de proporci¨®n y norte democr¨¢tico, es que transmite al p¨²blico en democracias como la espa?ola, la chilena, la colombiana o la brasile?a, la percepci¨®n equivocada de que en aquellos sistemas donde se permite a la prensa independiente y a los opositores criticar y competir por el poder, y a tribunales independientes juzgar los abusos de los agentes del Estado, se producir¨ªan m¨¢s y peores violaciones a los derechos humanos que bajo los sistemas dictatoriales donde la m¨¢s m¨ªnima disidencia pac¨ªfica y cualquier cr¨ªtica hacia el gobierno es considerada un acto subversivo castigable con c¨¢rcel, a cargo de aparatos represivos gobernados por un partido ¨²nico, que adem¨¢s no tienen ning¨²n dilema moral con torturar y asesinar extrajudicialmente a sus ciudadanos, y que se dan el lujo de impedir el ingreso a sus territorios a los propios ¨®rganos de la ONU o a instituciones humanitarias como la Cruz Roja.
Y estas percepciones equivocadas aunadas al prestigio que mantiene la ONU en los pa¨ªses hispanoparlantes, son las que informan al liderazgo en estos pa¨ªses democr¨¢ticos, y terminan torn¨¢ndolos cada vez m¨¢s c¨ªnicos, insensibles y dispuestos a relativizar hasta las peores violaciones ¡ªaquellas que son ¡°sistem¨¢ticas¡±¡ª a los derechos humanos en el mundo.
Pillay dedic¨® declaraciones muy tibias contra unos cuantos reg¨ªmenes autoritarios y call¨® frente a otros
A pesar de estos magros antecedentes, quienes nos dedicamos a la promoci¨®n de la democracia y los derechos humanos en los pa¨ªses que niegan estos derechos b¨¢sicos, todav¨ªa creemos en la misi¨®n altruista de la ONU y, con esp¨ªritu constructivo, abrigamos un cauteloso optimismo de que el futuro desempe?o del pr¨ªncipe Al-Hussein al frente de la OACDH ser¨¢ mejor que el de su antecesora Pillay.
Entre los antecedentes positivos de Al-Hussein est¨¢ el hecho de que jug¨® un rol importante en las negociaciones que llevaron al establecimiento de la Corte Penal Internacional (CPI), en especial, por haber presidido durante dos a?os las negociaciones que permitieron determinar los ¡°elementos¡± de conducta personal para los delitos bajo su jurisdicci¨®n: genocidio, cr¨ªmenes de lesa humanidad y cr¨ªmenes de guerra. As¨ª mismo, en el a?o 2004, Al-Hussein lider¨® un procedimiento de revisi¨®n interno orientado a erradicar pasados esc¨¢ndalos de abuso sexual y delincuencia com¨²n por parte de los cascos azules y otros funcionarios de la ONU, especialmente durante operaciones de mantenimiento de la paz en Bosnia, Camboya, Hait¨ª, Kosovo, Liberia, Mozambique, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Sierra Leona, Sud¨¢n y Timor Oriental.
Una se?al m¨¢s positiva a¨²n es que recientemente Al-Hussein apoy¨® un proyecto de resoluci¨®n, redactado por la representaci¨®n francesa en el Consejo de Seguridad, en la cual se requer¨ªa al fiscal de la Corte Penal Internacional iniciar una investigaci¨®n por violaciones masivas a los derechos humanos en Siria. Esta fue una posici¨®n valiente y muy significativa al provenir de un pol¨ªtico miembro de la Organizaci¨®n de la Conferencia Isl¨¢mica, cuyos colegas por lo general evitan criticar las atrocidades que ocurren bajo sus gobiernos y, en su lugar, dedican todos sus esfuerzos a arremeter demag¨®gicamente contra las democracias del mundo y, especialmente, contra la de Israel ¡ª¨²nica democracia en esa regi¨®n¡ª debido a que esto les garantiza un alto r¨¦dito pol¨ªtico frente a la mayor¨ªa de sus s¨²bditos, que a fuerza de propaganda, censura y represi¨®n, se mantienen condenados a las tinieblas del fanatismo religioso y un odio a Occidente que es incitado desde las instituciones del Estado.
Lo que nos obliga a reducir las expectativas sobre el nuevo alto comisionado, es el hecho de que el pr¨ªncipe Al-Hussein pertenece al liderazgo de una monarqu¨ªa autoritaria que si bien permite altos niveles de libertad econ¨®mica y de libertad religiosa a sus ciudadanos, es implacable en negarles el resto de las libertades civiles y pol¨ªticas; es decir, la libertad de fiscalizar y criticar al gobierno sin miedo a represalias, y de participar de las decisiones de pol¨ªtica p¨²blica, incluida la elecci¨®n democr¨¢tica de sus gobernantes.
El Gobierno jordano del que proviene el pr¨ªncipe es, no obstante, un r¨¦gimen moderado ¡ªuna especie de despotismo ilustrado¡ª en comparaci¨®n con la inmensa mayor¨ªa de los reg¨ªmenes antidemocr¨¢ticos del Medio Oriente, que incluye dictaduras ferozmente represivas como las teocr¨¢ticas de Arabia Saudita, donde a las mujeres se les proh¨ªbe siquiera conducir un coche, e Ir¨¢n, donde homosexuales son colgados en la plaza p¨²blica; o como la de Siria, cuyo presidente el a?o pasado bombarde¨® con armas qu¨ªmicas a sus propios ciudadanos, asesinando al menos 1.429 personas que incluyen 426 ni?os inocentes.
Al-Hussein debe su puesto y carrera al linaje real que se le atribuye por ser primo del monarca de su pa¨ªs
Pero con todo lo moderado que pueda ser el gobierno de la familia del nuevo alto comisionado, debe subrayarse el asunto fundamental de que Al-Hussein no alcanz¨® esta c¨²spide diplom¨¢tica por m¨¦ritos propios, como es el caso de la mayor¨ªa de los representantes de Europa, Ocean¨ªa y de gran parte del continente americano, sino que debe su puesto y carrera al linaje real que se le atribuye por ser primo del monarca de su pa¨ªs. Entre las cosas positivas de Al-Hussein debe destacarse su formaci¨®n en universidades de alto prestigio internacional como Johns Hopkins University de Estados Unidos y la University of Cambridge del Reino Unido, y aunque esto no sea garant¨ªa de ilustraci¨®n entre personas que provienen de la ¨¦lite de reg¨ªmenes desp¨®ticos ¡ªcomo se constat¨® con el esc¨¢ndalo que desat¨® el plagio doctoral del hijo de Muamar el Gadafi apadrinado por el London School of Economics¡ª, este pedigr¨ª hace presumir un aut¨¦ntico inter¨¦s de Al-Hussein por educarse bajo el paraguas de instituciones con vocaci¨®n universal y con una tradici¨®n de libertad, pluralidad y tolerancia en asuntos religiosos, de pol¨ªtica, de econom¨ªa y de relaciones internacionales.
La prueba principal del nuevo alto comisionado desde el primer d¨ªa de su mandato ser¨¢ la condena p¨²blica de la atroz situaci¨®n de derechos humanos en la que se encuentra la oposici¨®n pol¨ªtica, las mujeres y las minor¨ªas de todo tipo bajo la inmensa mayor¨ªa de los gobiernos del Medio Oriente. Si Al-Hussein logra hacer esto, podr¨¢ esperarse con mayor optimismo que sea coherente condenando a todas las otras dictaduras en el mundo, que suelen forman bloques contra las democracias para concentrar toda la artiller¨ªa de las instituciones de la ONU contra estas, desviando as¨ª la atenci¨®n de las atrocidades que se producen en sus propios territorios.
Estaremos expectantes de que el nuevo alto comisionado cumpla a rectitud con su mandato, y no baile simplemente al son que le tocan las dictaduras, como lo hizo en gran medida Navi Pillay, la alta comisionada saliente cuya gesti¨®n brill¨® por sus desaciertos.
Javier El-Hage (en Twitter @JavierElHage) es director jur¨ªdico y Roberto Gonz¨¢lez (@RobCGonzalez) abogado asociado de Human Rights Foundation.
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