La chapuza con la que estall¨® la primera Guerra Mundial
Un ins¨®lito c¨²mulo de casualidades permiti¨® a Gavrilo Princip asesinar al archiduque en Sarajevo hace ahora 100 a?os
Nunca un c¨²mulo de casualidades tan ins¨®lito ha tenido unas consecuencias tan pavorosas. Las posibilidades de que Gavrilo Princip desatase en Sarajevo con dos disparos una guerra mundial, un atentado del que se cumplen 100 a?os este s¨¢bado, eran m¨ªnimas pero ocurri¨®. ¡°Era un don nadie, que sin embargo lo cambi¨® todo¡±, explica Tim Butcher, un escritor de viajes brit¨¢nico que acaba de publicar un ensayo sobre Princip, The trigger. Hunting the assassin who brought the world to war (El gatillo. En busca del asesino que llev¨® al mundo a la guerra). La mayor¨ªa de los historiadores coinciden en que, sin aquel magnicidio, la Primera Guerra Mundial, la cat¨¢strofe de la que surgen todas las dem¨¢s cat¨¢strofes del siglo XX, no habr¨ªa estallado. Sin embargo, este joven serbio de Bosnia de 19 a?os, un tirador sin experiencia, mat¨® al archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austroh¨²ngaro, del que Bosnia era entonces una remota provincia, y a su esposa, Sof¨ªa, despu¨¦s de encontrarse con ellos por casualidad: ni el asesino ni sus v¨ªctimas ten¨ªan previsto estar en el sitio en el que se cruzaron. Con dos certeros e improbables disparos, destruy¨® el mundo tal y como se conoc¨ªa hasta entonces.
¡°El atentado de Sarajevo es un suceso de consecuencias mundiales, una especie de Zona Cero de la ¨¦poca¡±, explica el escritor bosnio residente en Francia Velibor Colic, autor de un relato borgiano del magnicidio, Sarajevo omnibus (Gallimard). ¡°Fue un complot muy bien organizado pero a la vez muy ca¨®tico, en el que el azar jug¨® el papel principal. Fue un vaudeville, una tragicomedia cuyas consecuencias, desgraciadamente, conocemos todos¡±. Butcher asegura sobre el improbable protagonista del mayor magnicidio de la historia (s¨®lo comparable al asesinato de Kennedy en Dallas en 1963, en el que tambi¨¦n hubo una comitiva, un coche descubierto y un debate nunca acabado sobre los responsables ¨²ltimos): ¡°No dej¨® descendientes directos, porque muri¨® muy joven. Proven¨ªa de una familia extremadamente pobre, de siervos, que deb¨ªan entregar sus ganancias al se?or feudal. Seis de sus hermanos murieron. Cien a?os despu¨¦s, cuando conoc¨ª a sus familiares, segu¨ªan hablando de la pobreza".
El asesino se encontr¨® ante el convoy en el que viajaban los pr¨ªncipes frente a la pasteler¨ªa Moritz Schiller, que ahora alberga un museo sobre el magnicidio. Princip estaba all¨ª por casualidad pero, lo que es m¨¢s grave, el archiduque y su esposa, tambi¨¦n. La leyenda dice que el asesino se estaba comiendo un emparedado pero, como tantos otros detalles de aquella ma?ana, no est¨¢ confirmado porque muchos documentos se perdieron a lo largo de las guerras que asolaron Europa desde entonces. Se sabe que formaba parte de un complot para llevar a cabo el magnicidio que, en aquel momento parec¨ªa haber fracasado tras un intento fallido y despu¨¦s de que tres terrorista no se atreviesen a utilizar las bombas y las pistolas que llevaban. De repente se top¨® de bruces con la comitiva regia y decidi¨® disparar.?
Contra toda la l¨®gica, pese a haber sufrido un atentado fallido esa misma ma?ana, Francisco Fernando decidi¨® continuar con su visita a Sarajevo como si nada ocurriese y formase parte de las costumbres locales lanzar una bomba contra el coche en el que viajaba el heredero de un imperio. La l¨®gica indicaba que el ataque no era una casualidad entre otras cosas porque la visita ten¨ªa lugar en una fecha de enorme contenido simb¨®lico: los serbios celebran su d¨ªa nacional el 28 de junio, San Vito, cuando perdieron su independencia frente a los turcos en batalla del campo de los mirlos en 1389, en Kosovo. La escritora Rebecca West, autora del gran libro de viajes sobre los Balcanes, Cordero negro, halc¨®n gris, escribi¨® en los a?os treinta tras entrevistarse en Sarajevo con varios testigos del magnicidio: ¡°Nadie trabaj¨® tanto para que el atentado tuviese ¨¦xito como las propias v¨ªctimas¡±.
Tras la visita prevista al Ayuntamiento, el gobernador de Bosnia, Oskar Potiorek, convenci¨® al archiduque para acortar y cambiar el recorrido, evitando las estrechas calles del centro de Sarajevo. Pero a nadie se le ocurri¨® informar al conductor. Cuando se dieron cuenta del error, la comitiva real se detuvo en mitad del camino con el prop¨®sito de cambiar de rumbo: hubo que empujar el coche a mano porque carec¨ªa de marcha atr¨¢s. La parada tuvo lugar ante la pasteler¨ªa Moritz Schiller, aunque pod¨ªa haber ocurrido en cualquier otro lugar. Pero, justo ah¨ª, un joven armado que tal vez estaba all¨ª para comerse un s¨¢ndwich se encontr¨® con un blanco perfecto, se subi¨® al alero del coche y cumpli¨® la misi¨®n para la que se hab¨ªa conjurado con otros siete J¨®venes Bosnios, por orden de una misteriosa y letal organizaci¨®n de Belgrado, la Mano Negra (el grado de participaci¨®n del Gobierno serbio sigue siendo un misterio, aunque est¨¢ claro que las armas ven¨ªan de Serbia). La princesa Sof¨ªa muri¨® casi inmediatamente, el archiduque Francisco Fernando media hora despu¨¦s. Eran las 11 de la ma?ana y el siglo XX acababa de empezar. Treinta y siete d¨ªas despu¨¦s, estallaba la Primera Guerra Mundial.
El historiador Christopher Clark, autor de Son¨¢mbulos, el m¨¢s influyente ensayo de todos los publicados este a?o del centenario, insiste en el aspecto casual y pone sobre la mesa una idea muy inquietante dada la dimensi¨®n del desastre que se avecinaba (la desaparici¨®n de cuatro imperios, la Revoluci¨®n Rusa, el cambio de las fronteras mundiales, el nacimiento del fascismo y el nazismo, otra Guerra Mundial, el Holocausto...): si Gavrilo Princip llega a fallar, Francisco Fernando, que no era un belicista, hubiese evitado la guerra. Sin embargo, Tim Butcher, que ha pasado a?os investigando la figura de Princip y que ha recorrido Bosnia en busca de sus huellas, tiene una visi¨®n muy diferente, no de la chapuza de aquella ma?ana, pero s¨ª de lo que el asesino representaba. ¡°Encarna el principal cambio que surgi¨® con el siglo XX: la era de los j¨®venes, de la gente que no ten¨ªa voz y que de repente la tuvo. En aquellos a?os surgieron los nacionalismos violentos en Irlanda, en Palestina, en lo que ser¨ªa Yugoslavia. Es una figura que cobra sentido en medio de todas estas fuerzas que estaban estallando entonces¡±. Enmarca el asesinato de Sarajevo dentro de la lucha de los eslavos del sur por tener un pa¨ªs, que se llamar¨ªa Yugoslavia hasta que los mismos nacionalismos lo destruyeron, y dentro de las revoluciones europeas de 1848, la Comuna de Par¨ªs en 1870, la rebeli¨®n de los j¨®venes turcos en 1908... El asesinato fue una casualidad, pero la guerra era algo que llevaba un siglo forj¨¢ndose. La primera ma?ana del siglo XX fue una larga digesti¨®n del pasado.
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