Christian F¨¹hrer, ap¨®stol revolucionario de la RDA
El pastor de San Nicol¨¢s de Leipzig convirti¨® su iglesia en el epicentro de las protestas contra el r¨¦gimen autoritario
La revoluci¨®n pac¨ªfica que explot¨® en la ahora desaparecida Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) en el verano y oto?o de 1989 y que acab¨® con el odioso muro de Berl¨ªn perdi¨®, el lunes pasado, a uno de sus principales protagonistas, el pastor Christian F¨¹hrer (Leipzig, 1943), un hombre que decidi¨® abrir las puertas de la iglesia de San Nicol¨¢s de Leipzig para dar vida a un c¨ªrculo de opini¨®n, una especie de multitudinaria tertulia que bautiz¨® con el nombre de Esperanza, que cambi¨® el rumbo de la historia en su pa¨ªs y Europa. El pastor, que muri¨® a causa de una dolencia pulmonar a los 71 a?os, esgrimi¨® una consigna que acabar¨ªa con el muro de Berl¨ªn. Ante cientos de feligreses que llenaban el templo, el pastor resumi¨® en la forma m¨¢s breve posible el famoso serm¨®n de la monta?a: ¡°?No a la violencia!¡±.
F¨¹hrer nunca pudo imaginarse que las tertulias dar¨ªan vida en poco tiempo a lo que la historia recuerda como la manifestaci¨®n de los lunes, una protesta pac¨ªfica protagonizada por miles de personas, que termin¨® convirtiendo a la iglesia de San Nicol¨¢s en un refugio de esperanza y de protesta, donde la gente se arm¨® de valor para exigir reformas al r¨¦gimen. Los alemanes hab¨ªan encontrado en el pastor a un hombre que les ense?ar¨ªa nuevamente a ser valientes.
El 9 de octubre de 1989 marc¨® el comienzo del fin del r¨¦gimen. Ese d¨ªa, la gente comenz¨® a reunirse desde temprano en las inmediaciones de la iglesia. A las cinco de la tarde, una hora antes de que comenzara la tradicional ceremonia por la paz, la iglesia estaba repleta. En la calle, miles de personas esperaban el fin del servicio religioso y en las inmediaciones del templo camiones repletos de polic¨ªas montaban guardia, preparados para reprimir.
Cuando se inici¨® la marcha, miles de personas guiadas por el pastor, que luc¨ªa una pancarta colgada del cuello donde se le¨ªa ¡°Conquistar la paz sin violencia¡±, despu¨¦s de gritar consignas a favor de ¡°Gorbi¡± y ¡°Democracia ahora¡±, entonaron una frase que estremeci¨® la ciudad. ¡°Wir sind das Volk!¡±, gritaron los manifestantes, en abierto desaf¨ªo a las autoridades del Estado de obreros y campesinos: ¡°?Nosotros somos el pueblo!¡±.
¡°En Leipzig comenz¨® la revoluci¨®n en la RDA. En Leipzig las masas ocuparon las calles y obligaron, paso a paso, al r¨¦gimen a renunciar¡±, sentenci¨® la revista Der Spiegel, al recordar la importancia de la gesta que lider¨® F¨¹hrer. Es cierto. Gracias al pastor, la gente perdi¨® el miedo y tambi¨¦n fue en Leipzig donde los alemanes expresaron lo que los pol¨ªticos de los dos Estados alemanes tem¨ªan o deseaban.
Durante una manifestaci¨®n multitudinaria y junto a carteles que ped¨ªan elecciones libres y la renuncia de los jerarcas del r¨¦gimen comunista, se hizo patente el deseo de la poblaci¨®n. ¡°Wir sind ein Volk!¡±, gritaron esta vez los manifestantes: ¡°?Nosotros somos un pueblo!¡±.
F¨¹hrer proven¨ªa de una familia de pastores evang¨¦licos. Estudi¨® Teolog¨ªa en la Universidad Karl Marx de Leipzig entre 1961 y 1966 y en 1980 fue nombrado p¨¢rroco de la iglesia de San Nicol¨¢s, carg¨® que ejerci¨® hasta su jubilaci¨®n en 2008. Ya en 1982, el nombre del pastor llam¨® la atenci¨®n a la famosa Stasi, la polic¨ªa pol¨ªtica del r¨¦gimen comunista, a causa de una idea peligrosa. F¨¹hrer hab¨ªa decidido organizar, cada lunes, las llamadas ¡°oraciones por la paz¡±. A partir de ese a?o, el pastor decidi¨® tambi¨¦n denunciar la carrera armamentista y comenz¨® a repartir folletos donde se ve¨ªan caricaturas de dos bombas, una negra con la palabra OTAN pintada en un lado y la otra blanca, donde se pod¨ªa leer Pacto de Varsovia, una forma efectiva para satirizar la noci¨®n de bombas buenas y malas. En febrero de 1988 el pastor invit¨® a 50 personas, que formaban parte de un movimiento que exig¨ªan el derecho de abandonar la RDA, a una discusi¨®n en su iglesia. Llegaron m¨¢s de 600. Fue el germen que dio vida a la legendaria manifestaci¨®n de los lunes.
¡°El pa¨ªs ha perdido una importante personalidad de la revoluci¨®n pac¨ªfica¡±, se?al¨® el presidente alem¨¢n, Joachim Gauck, en un mensaje de condolencia. ¡°En su sublevaci¨®n contra la injusticia, cumpli¨® con un mensaje significativo del evangelio. F¨¹hrer dec¨ªa: no es el trono y al altar, sino la calle y el altar lo que une. Esa idea marc¨® su resistencia contra el r¨¦gimen de la RDA¡±. Un homenaje sencillo y sincero para el hombre que, en su momento, fue bautizado por sus compatriotas como el ¡°ap¨®stol de la paz¡±.
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