Ham¨¢s ampl¨ªa el alcance de sus cohetes hasta el norte de Israel
Las Fuerzas Armadas han lanzado 400 toneladas de explosivos sobre el territorio palestino
Las radios de Gaza daban el mi¨¦rcoles exaltados partes de guerra sobre los cohetes de Ham¨¢s que, seg¨²n insist¨ªan las ondas entre fanfarria y fanfarria, ya hab¨ªan alcanzado la distante localidad de Haifa, m¨¢s de 100 kil¨®metros al norte de la frontera entre la Franja e Israel.
Aunque seg¨²n el Ej¨¦rcito israel¨ª los proyectiles se quedaron a unos 40 kil¨®metros de Haifa, sorprende la nueva capacidad b¨¦lica desplegada por Ham¨¢s en esta fase de las hostilidades. Los cohetes s¨®lo han causado heridas leves a dos personas, en parte gracias al sistema defensivo C¨²pula de Hierro. Aun as¨ª, en Israel preocupan cada vez m¨¢s el eco de las sirenas antia¨¦reas en el norte de Tel Aviv y los recientes impactos en Jerusal¨¦n y cerca de las instalaciones nucleares de Dimona. Pero en las calles vac¨ªas de Gaza s¨®lo se percib¨ªa el mi¨¦rcoles rabia, dolor o hasta una resignaci¨®n mineral mientras los misiles israel¨ªes golpeaban la ciudad varias veces cada hora. Ni asomo de triunfalismo. La noche anterior, confirmaban muchos, ¡°fue la peor en a?os¡±. Lo certificaban docenas de cr¨¢teres y de casas reventadas por toda la ciudad.
La familia Hamad puso seis de los 53 muertos que se han cobrado los bombardeos israel¨ªes por mar y aire contra la franja de Gaza desde la madrugada del martes. Horas antes de que sus parientes llenasen su casa en Beit Hanun para darle las condolencias, el anciano Mohamed hab¨ªa perdido a su mujer, a tres hijos y a una nieta en un bombardeo que tambi¨¦n mand¨® al hospital a otro nieto de tres a?os. En su jard¨ªn se ve¨ªan el mi¨¦rcoles restos del peque?o proyectil que, con la precisi¨®n quir¨²rgica de la que alardean los militares, le hab¨ªa extirpado media familia. El juego de t¨¦ que usaban hasta la explosi¨®n segu¨ªa desperdigado entre sangre seca y plantas de jard¨ªn. Uno de sus hijos muertos, Hafez, militaba en la Yihad Isl¨¢mica. Hamad se encoge de hombros: ¡°?Tambi¨¦n mi nieto de tres a?os y mi nieta de 22? Pagan los civiles¡±. Conversaban, dice, bien entrada la noche tras romper el ayuno de Ramad¨¢n. Hace un gesto cansado ante la menci¨®n del supuesto uso de ni?os como escudos humanos: ¡°Esto es el jard¨ªn de mi casa¡±.
Unos kil¨®metros Gaza adentro, en el barrio de Zaitun, Mayed al Zabut contaba a mediod¨ªa c¨®mo los israel¨ªes le hab¨ªan llamado por tel¨¦fono en mitad de la noche para que desalojara su casa, ahora un mont¨®n de escombros. Lo ha perdido todo, explic¨®. De pronto, el bramido de un gran cohete palestino disparado entre las casas a unos 100 metros puso en fuga a los adultos, por temor a un contragolpe inmediato de la aviaci¨®n israel¨ª. Los ni?os, en cambio, salieron en tromba hacia la lanzadera.
En Israel acusan a Ham¨¢s de ocultarse entre civiles para que cada respuesta militar cause v¨ªctimas inocentes. En los 360 kil¨®metros cuadrados de Gaza viven m¨¢s de 1,8 millones de personas. Toda la Franja tiene la densidad de poblaci¨®n de una gran ciudad. Se dir¨ªa, entre bombardeo y bombardeo, que las calles de la Gaza en guerra son de los ni?os y de los muchachos j¨®venes, que parecen no temerle a nada. Se arremolinan al borde de los tremendos cr¨¢teres poco despu¨¦s de cada explosi¨®n y celebran los lanzamientos de misiles como jugadas del Mundial de f¨²tbol. En la Franja, el paro supera el 65% y la pobreza castiga al 90% de la poblaci¨®n. Seg¨²n explicaba en su oficina de Gaza el activista palestino Raji Surani, ¡°la vida aqu¨ª es catastr¨®fica desde 2007¡±, cuando empez¨® el cerco israel¨ª a la zona, que hab¨ªa quedado bajo control de Ham¨¢s tras la breve guerra civil que dividi¨® los territorios palestinos.
La segunda matanza de civiles del d¨ªa fue en el barrio de Askola, donde Mahmud y Abdelkarim Malaka sacaron muertos a sus primos Amina y Mohamed, de 28 y tres a?os, de las ruinas de su casa arrasada. Por la tarde, los muchachos se afanaban en rescatar pollos vivos de entre los restos del gallinero. Otros tres parientes est¨¢n en el hospital de Al Shifa, en Gaza. El jefe de los servicios de emergencia, Ashraf al Kidra, explicaba all¨ª que ¡°quedan dos o tres d¨ªas para que la situaci¨®n sea insostenible¡± en las cl¨ªnicas de la zona, cuyas reservas de medicinas est¨¢n al 30% y las de material quir¨²rgico, al 50%.
Grandes ciudades como Tel Aviv, Jerusal¨¦n y Hadera son objetivo de los proyectiles de Ham¨¢s, aunque sin causar v¨ªctimas mortales
El activista Surani pide que se evite ¡°evaluar la situaci¨®n en t¨¦rminos de matem¨¢ticas militares¡±. El alcance de los cohetes de Ham¨¢s es ¡°irrelevante ante la abrumadora superioridad israel¨ª¡±. Cree que los palestinos tienen otras posibilidades de revuelta ¡°para salir de una opresi¨®n peor que antes de la segunda Intifada¡±, que empez¨® en 2000.
Mientras, en el exterior se o¨ªa una corta salva de misiles israel¨ªes, el letrado compar¨® la ocupaci¨®n militar con arenas movedizas: ¡°El que se mete se hunde m¨¢s con cada movimiento que haga¡±. Lo peor de todo, remach¨®, ¡°es el hundimiento moral¡±.
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