Con sus chivas a otra parte
La multicausalidad de las migraciones hace iluso que ¨¦stas cesar¨¢n reforzando los controles o expeditando deportaciones
Vive en Medina, barrio de los m¨¢s violentos de San Pedro de Sula en Honduras, una de las ciudades con la mayor tasa de homicidios en el mundo. A sus 16 a?os, a JJM le lleg¨® la noche con la presi¨®n de la mara Salvatrucha. En un caso m¨¢s de reclutamiento forzoso, lo intimaban a ¨¦l y sus hermanos a pasar a la acci¨®n. De resistirse o denunciar el hecho, el precio a pagar ser¨ªa su propia vida y la de su familia. JJM, su madre y su hermano (de 14 a?os), optaron, entonces, por mudarse a otra zona ¡ªtambi¨¦n pobre¡ª de la ciudad, lejos de ese peligroso rinc¨®n de Medina, en la esperanza de alejarse de la garra mortal de los Salvatrucha.
Estos son algunos de los nuevos acentos en las corrientes migratorias desde el ojo de la tormenta, el llamado Tri¨¢ngulo norte de los pa¨ªses centroamericanos (Honduras, El Salvador y Guatemala). All¨ª la cosa est¨¢ que arde por el aumento del crimen organizado y el pandillaje de las maras. Esto est¨¢ gatillando desplazamientos de j¨®venes dentro de su propio pa¨ªs o al extranjero para escapar de una violencia criminal sin precedentes.
La impresionante ola de ni?os migrantes hacia EE UU en los ¨²ltimos meses ¡ªestimulada por traficantes de personas cuyos negocios andaban de capa ca¨ªda¡ª que llama tanto la atenci¨®n es, sin embargo, s¨®lo la punta del iceberg, s¨®lo un ¨¢rbol de un bosque con tres ingredientes. Primero, el aumento sostenido de las solicitudes de asilo de personas del Tri¨¢ngulo norte: un 130% m¨¢s en los ¨²ltimos cinco a?os. El contexto: el crecimiento exponencial del crimen organizado y la violencia. En lo que va del a?o, en El Salvador han sido asesinados ya m¨¢s de mil j¨®venes de menos de 23 a?os (en un pa¨ªs de s¨®lo ocho millones de habitantes). Mientras las cifras de emigraci¨®n casi no se mov¨ªan en Nicaragua, el pa¨ªs notablemente m¨¢s pobre de la regi¨®n, la gente sal¨ªa de pa¨ªses con un PBI per c¨¢pita mucho m¨¢s alto pero alta criminalidad: El Salvador (un 137% m¨¢s); Guatemala (un 59% m¨¢s) y Honduras (un 27% m¨¢s).
Segundo, la apertura en el abanico de pa¨ªses de destino. EE UU sigue siendo el principal de los que salen del Tri¨¢ngulo, pero en el ¨²ltimo lustro se ha multiplicado por siete el n¨²mero de quienes buscan asilo en M¨¦xico, Panam¨¢, Nicaragua, Costa Rica y Belice. Tema, pues, que impacta en toda la regi¨®n.
De continuar los desplazamientos internos a ese ritmo, en El Salvador, en 10 a?os el 20% de la poblaci¨®n estar¨¢ en esa condici¨®n, algo in¨¦dito en Am¨¦rica Latina
Tercero, desplazamientos internos en proporciones ni siquiera comparables a los conflictos internos de fines del siglo pasado. En El Salvador, por ejemplo, las proporciones en los desplazamientos del ¨²ltimo a?o es en dimensiones muy superiores a los peores momentos de la violencia del conflicto interno en Colombia. Se estima que en el ¨²ltimo a?o el n¨²mero de desplazados salvadore?os fue de 130.000 personas (2,1% de la poblaci¨®n nacional). En los a?os m¨¢s violentos en Colombia esa proporci¨®n nunca rebas¨® el 1% de la poblaci¨®n anual. De continuar los desplazamientos a ese ritmo, en El Salvador, en 10 a?os el 20% de la poblaci¨®n estar¨¢ en esa condici¨®n, algo que nunca ha pasado en ning¨²n pa¨ªs latinoamericano.
Lo delicado es que, por obvias razones, los desplazados internos tienden a invisibilizarse. Al mudarse lo que buscan es irse con sus chivas para desvanecerse, salir de la mira del pandillaje y poder sobrevivir. Por eso, las respuestas humanitarias, asistenciales y de seguridad se hacen m¨¢s complejas.
Es cierto que la econom¨ªa y los prop¨®sitos de reunificaci¨®n familiar ocupan un espacio prevaleciente en la emigraci¨®n. Pero la explicaci¨®n central del salto en el n¨²mero de gente joven y¨¦ndose con sus chivas a cualquier otra parte est¨¢ en la inseguridad. Esto tiene profundas implicancias pr¨¢cticas y jur¨ªdicas en lo que deben hacer los Estados generadores, los de tr¨¢nsito y los de destino. Porque si la mera migraci¨®n econ¨®mica no da calificaci¨®n de asilado a una persona, distinta es la situaci¨®n cuando se huye por temor a la violencia y al crimen organizado.
La multicausalidad de las migraciones hace iluso que ¨¦stas cesar¨¢n reforzando los controles o expeditando deportaciones. Como acaba de decir el Papa, se debe apuntar a ¡°nuevas formas de migraci¨®n legal y segura¡±. Y, ante todo, actuar sobre las causas de fondo, lo que supone enfrentar seriamente el crimen organizado y la violencia. La responsabilidad central es de las autoridades nacionales de los pa¨ªses desgarrados por el crimen y eso no puede ser soslayado. En ese esfuerzo podr¨ªa concurrir la cooperaci¨®n externa que, por cierto, tendr¨ªa que plantearse, en ese contexto, en montos muy distintos de los simb¨®licos mencionados en la solicitud de aumento presupuestal de Obama al Congreso.
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