El Parlamento libio se re¨²ne lejos de la capital por el estallido de violencia
Los electos en los comicios de junio se trasladan a Tobruk, a 1.200 kil¨®metros de Tr¨ªpoli
Los enfrentamientos entre milicias rivales en Tr¨ªpoli y Bengasi obligaron a trasladar la primera sesi¨®n oficial del Parlamento libio, celebrada este lunes, a Tobruk, una ciudad en la frontera con Egipto a 1.200 kil¨®metros de distancia de la capital y a unos 450 de la segunda urbe m¨¢s importante del pa¨ªs. La nueva C¨¢mara, elegida el 25 de junio (con un 10% de participaci¨®n) ha hecho una llamada a la unidad nacional en mitad de una crisis que en las ¨²ltimas semanas se ha cobrado la vida de m¨¢s de 200 personas.
¡°Libia no es un estado fracasado y se convertir¨¢ en un estado mod¨¦lico¡±, ha asegurado a Efe Azeld¨ªn Awami, vicepresidente del Congreso Nacional General, la instituci¨®n predecesora del nuevo Parlamento, que en sus dos a?os de vida apenas ha tomado iniciativas por su gran fragmentaci¨®n.
Pero casi todos los analistas internacionales s¨ª hablan de estado fallido y de cat¨¢strofe. ¡°Libia est¨¢ fracturada hoy como poco antes de la brutal guerra tribal de 1936¡±, sintetizan los investigadores Andrew Engel y Ayman Grada en su ¨²ltimo informe estos d¨ªas para The Washington Institute for Near East Policy. Se calcula que en Libia, un pa¨ªs de cinco millones de personas y 1,5 millones de inmigrantes, coexisten unas 140 tribus. Engel y Grada precisan el poder¨ªo y los apoyos de las dos principales ahora en plena batalla: las milicias liberales y nacionalistas de Zint¨¢n, bien equipadas y respaldadas por los Emiratos ?rabes y Egipto, frente a las milicias islamistas de Misrata, que reclutan soldados en Siria, y recibir¨ªan apoyo de Turqu¨ªa, Qatar, Sud¨¢n y sus cadenas de televisi¨®n. Esas milicias enlazar¨ªan con las hist¨®ricas tribus de Warfallah (que pelearon en la guerra del 36 contra Misrata) y la de Mashasha (lucharon entonces y ahora contra Zint¨¢n). Todas convivieron en la ¨¦poca de Gadafi y luego ayudaron a masacrarlo. En esa confusi¨®n se mezcl¨®, adem¨¢s, el ataque del general golpista Jalifa Hifter contra las milicias islamistas de Bengasi.
Jason Pack, en la revista Foreign Affairs, desmonta que esa guerra tribal tenga un sustrato ideol¨®gico. Alude a tr¨¢fico de armas, drogas, oro y todo tipo de mercanc¨ªas susceptibles de contrabando. Asegura que las milicias zintan¨ªes controlan en su beneficio las fronteras del oeste y el aeropuerto de Tr¨ªpoli desde hace tres a?os por motivos mercantiles y que ese es el trasfondo de la batalla que se libra en las pistas del aer¨®dromo desde el 12 de julio. Las guerrillas de Misrata, hartas de la exclusividad de ese negocio para sus rivales, emprendieron un ataque que se ha cobrado cientos de muertos. El 90% de la instalaci¨®n est¨¢ destrozada.
Uno de los l¨ªderes de esa milicia, Salahuddin Badi, parlamentario, firm¨® la paz una ma?ana para traspasar la instalaci¨®n a una autoridad neutral y al d¨ªa siguiente quiso tomar por la fuerza todo el aeropuerto, luego bombarde¨® sus dep¨®sitos y tiene a la capital bajo amenaza de cat¨¢strofe humanitaria y medio ambiental.
John Wight, analista brit¨¢nico especializado en geopol¨ªtica, resume en tres razones por qu¨¦ Libia es ahora un estado fallido: ¡°Porque no tiene un Gobierno central cohesionado con poder en todo el pa¨ªs; porque hay una ausencia total de Estado de derecho y por el abandono y la hipocres¨ªa de Occidente¡±, que s¨ª lider¨® con entusiasmo en 2011 la operaci¨®n de la OTAN para derribar con encarnizamiento a Gadafi y luego, supuestamente, se lav¨® las manos. Casi todos los observadores coinciden en este ¨²ltimo punto. Seg¨²n Wight, incluso ¡°Gadafi fue sacrificado en un altar de la real pol¨ªtica, en beneficio de los negocios, del petr¨®leo y la estabilidad de los mercados¡±, una opini¨®n que comparten casi todos los observadores internacionales.
Libia generaba al final de la dictadura de Gadafi 1,5 millones de barriles diarios de petr¨®leo para la exportaci¨®n, el primer pa¨ªs en ese sector de ?frica, y ten¨ªa acuerdos para refinar y exportar ese recurso con las grandes multinacionales del sector. Esa producci¨®n ha llegado a bajar en estos tres a?os a menos de 150.000 barriles aunque en las ¨²ltimas semanas, tras cerrar acuerdos con las milicias que bloqueaban los principales puertos, esa demanda hab¨ªa subido hasta 300.000 y se esperaba sacar al mercado 500.000 barriles m¨¢s. Se estima que el pa¨ªs dispone de 47.000 millones de barriles en la reserva y pensaba ofrecerlos poco a poco.
Gadafi lleg¨® a acuerdos para refinar y exportar ese recurso precioso y de gran calidad con las grandes multinacionales del sector (ENI, Total, Repsol) y los liberadores del antiguo r¨¦gimen prometieron en 2011 a esas poderosas firmas que nadie iba a cambiar sus contratos. Libia sit¨²a sus principales dep¨®sitos en el este costero del pa¨ªs, muy cerca de Europa, la zona hist¨®ricamente m¨¢s conflictiva. Repsol, de hecho, tiene all¨ª ocho pozos y registra en teor¨ªa el 11% de su producci¨®n. Aunque hace tiempo que no es as¨ª.
El pa¨ªs vive, adem¨¢s, en el caos y la violencia descontrolada. La escritora francoargelina Nabila Ramdani, experta en la zona, glosa los ¨²ltimos grandes hitos de inseguridad y violencia: asesinatos, robos, atentados y secuestros de diplom¨¢ticos. Hubo, adem¨¢s, dos asesinatos simb¨®licos: en septiembre de 2012, el del embajador de Estados Unids, Chris Stevens, y este verano, el de la activista Salwa Bugaighis, un s¨ªmbolo para las olvidadas mujeres libias.
Nadie rememora con nostalgia a Gadafi ni a su r¨¦gimen de 42 a?os de dictadura, que asesin¨® a 1.000 presos pol¨ªticos en la prisi¨®n de Abu Salim o cometi¨® atentados internacionales como el del avi¨®n de Lockerbie (Escocia) en 1988 con 103 muertos. Pero Wight y Ramdani s¨ª recuerdan la llegada a Tr¨ªpoli en 2011 como jubilosos salvadores de Nicol¨¢s Sarkozy o David Cameron. El expresidente franc¨¦s est¨¢ siendo investigado ahora por haber podido recibir hasta 50 millones de euros de Gadafi para su campa?a presidencial en 2007. Cameron emple¨® entonces m¨¢s de 1.100 millones de euros en la operaci¨®n y lleg¨® a asegurar que Libia tendr¨ªa al fin ¡°un fuerte y democr¨¢tico futuro¡±.
Las soluciones, ahora, no son f¨¢ciles ni inmediatas. Pack aboga por que el enviado de Reino Unido, Jonathan Powell, exasesor de Tony Blair, se coordine con las fuerzas de paz de la ONU y convoquen una cumbre internacional. Patrick Haimzadeh, exembajador franc¨¦s y gran conocedor de Libia, sostiene que una intervenci¨®n internacional puede agravar m¨¢s el escenario. Engel y Grada proponen intensificar el di¨¢logo en el nuevo Parlamento y la futura comisi¨®n constitucional, y que los aliados y EE UU presionen para forzar y supervisar un alto el fuego entre las milicias hasta que el Estado gane alg¨²n poder.
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