?Es justo que pastores y sacerdotes concurran en las elecciones?
La bancada evang¨¦lica supone una considerable fuerza pol¨ªtica en Brasil, mientras que los cat¨®licos lo tienen prohibido
Unos 274 pastores y obispos evang¨¦licos concurrir¨¢n a las elecciones tanto para el Congreso nacional como para gobernadores (en 26 Estados) y para las asambleas legislativas que se celebrar¨¢n en Brasil el pr¨®ximo octubre. S¨®lo en S?o Paulo, 40 evang¨¦licos se presentan para diputado federal o estatal. Y en R¨ªo de Janeiro, dos evang¨¦licos, Antony Garotinho y Marcello Crivella, lideran la lista para el cargo de gobernador.
Los sacerdotes y obispos cat¨®licos, que son la confesi¨®n ampliamente mayoritaria en Brasil, no pueden presentarse porque el Derecho Can¨®nico se lo proh¨ªbe. ?Cambiar¨¢ el papa Francisco esa situaci¨®n? Hoy, la llamada bancada evang¨¦lica supone una considerable fuerza pol¨ªtica en el Congreso que condiciona la aprobaci¨®n o el rechazo de leyes ?en materia de costumbres, como aborto, homosexualidad, c¨¦lulas tronco, libertad religiosa, etc.
Los 23 millones de evang¨¦licos que suelen votar con gran fidelidad a las presiones de sus pastores, son un fruto goloso para todos los partidos que ofrecen puestos para la disputa pol¨ªtica a candidatos evang¨¦licos sin excesivas preocupaciones por el color pol¨ªtico de los mismos. Votos son votos. No tienen ideolog¨ªa.
?Es bueno o malo que la Iglesia Cat¨®lica siga manteniendo la prohibici¨®n de entrar en la disputa electoral a sacerdotes y obispos?
En la Iglesia Cat¨®lica, que sigue siendo la mayor confesi¨®n de Brasil con el 60% de los fieles, el Derecho Can¨®nico proh¨ªbe a sacerdotes y obispos disputar elecciones pol¨ªticas. Podr¨ªan hacerlo s¨®lo en casos excepcionales y con permiso del Vaticano. En la pr¨¢ctica, los ¨²nicos religiosos que se han lanzado a la disputa pol¨ªtica tuvieron que abandonar el sacerdocio.
Cuando Juan Pablo II visit¨® Nicaragua, en plena era sandinista, el Gobierno en pleno lo esperaba en el aeropuerto. Uno de los ministros era el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. Cuando el papa Wojtyla se acerc¨® a ¨¦l, al contrario de los otros ministros que besaron el anillo papal en pie inclinando ligeramente la cabeza, Cardenal se arrodill¨® y pidi¨® al papa que lo bendijera. Juan Pablo II le neg¨® la bendici¨®n y le dijo amenazador: ¡°Antes, reconc¨ªliese con la Iglesia¡±, y pas¨® de largo.
Recuerdo a¨²n la cara de asombro del sacerdote-ministro y de los periodistas que hab¨ªamos viajado en el avi¨®n papal. No sabemos si el papa Francisco, que ha defendido que el hombre es un animal pol¨ªtico y que ¨¦l mismo ha estado siempre comprometido con la pol¨ªtica social, abrir¨¢ la mano para que sacerdotes y obispos puedan libremente disputar cargos electivos en la pol¨ªtica.
La Iglesia Cat¨®lica ya estuvo fuertemente involucrada en procesos pol¨ªticos y no s¨®lo en la Edad Media. El Papa Pio XII, conocido como Pr¨ªncipe Pacelli, distribuy¨® antes de morir t¨ªtulos nobiliarios a media familia. Y la Iglesia moderna sigue siendo una monarqu¨ªa absoluta donde no existe el ejercicio del voto en las decisiones de sus ciudadanos..
Con el papa Francisco, por primera vez, la base de la Iglesia est¨¢ siendo consultada sobre las decisiones de la Curia Romana. Se queda, sin embargo, en pura consulta sin derecho a voto deliberativo. Hasta en los Concilios Ecum¨¦nicos o en los S¨ªnodos de Obispos, donde se sancionan documentos con votaci¨®n secreta, dichas decisiones s¨®lo tienen valor si son aprobados por el Papa que goza del privilegio de la infalibilidad.
Los evang¨¦licos ya han expresado la voluntad de conquistar la Presidencia para imponer la Rep¨²blica Evang¨¦lica
?Es bueno o malo que la Iglesia Cat¨®lica siga manteniendo la prohibici¨®n de entrar en la disputa electoral a sacerdotes y obispos? ?Es justo que pastores y obispos de las iglesias evang¨¦licas, que tienen como finalidad la entrega a los ideales del evangelio participen de la pugna pol¨ªtica partidaria, mezcl¨¢ndose con intereses puramente terrenales?
Son cuestiones que quiz¨¢s deber¨¢n ser discutidas en el futuro tanto entre los evang¨¦licos como entre los cat¨®licos. Lo que aparece dif¨ªcil es como conciliar esa neta separaci¨®n que deber¨ªa existir entre lo sagrado y lo profano, entre el estado y la Iglesia, entre el trono y el altar, si los representantes leg¨ªtimos de la fe, entran en la pugna puramente pol¨ªtica.
En el Congreso brasile?o y en todos los Congresos democr¨¢ticos del mundo conviven diputados y senadores que en su foro personal profesan alguna fe religiosa. Y es posible que esa fe acabe teniendo peso a la hora en que esos congresistas voten leyes que ata?en a temas de fe y costumbre. Sin embargo, en ese caso estar¨ªan en la misma linea de los agn¨®sticos o ateos. Se tratar¨ªa de decisiones personales de conciencia. No existen en los Congresos grupos de diputados cat¨®licos o agn¨®sticos.
M¨¢s complejo es el caso en Brasil de los evang¨¦licos que constituyen una verdadera fuerza pol¨ªtica organizada que ya han expresado en alguna ocasi¨®n la voluntad de conquistar la Presidencia de la Rep¨²blica, para imponer lo que ya ha sido apellidado de ¡°Rep¨²blica Evang¨¦lica¡±, que asusta a no pocos al recordar las ¡°rep¨²blicas isl¨¢micas¡± de los pa¨ªses ¨¢rabes de fe musulmana. El obispo Edir Macedo ha llegado a afirmar que ¡°Dios tiene un proyecto de naci¨®n (para Brasil) elaborado por ¨¦l mismo¡± y que es ¡°responsabilidad de los evang¨¦licos¡± ponerlo en pr¨¢ctica. Ser¨ªa la substituci¨®n de la Constituci¨®n por la Biblia.
En este momento, el Congreso de Brasil cuenta con 68 diputados y 3 senadores evang¨¦licos, de los cuales el 50% est¨¢n bajo proceso judicial por varios cr¨ªmenes diferentes. Los evang¨¦licos est¨¢n presentes en 16 partidos diferentes y tres creados por ellos ( PRB, PSC y PR) y un evang¨¦lico es candidato a la Presidencia de la Rep¨²blica.
Brasil ya ha dejado claro en m¨¢s de una elecci¨®n presidencial que en aras del apoyo del voto evang¨¦lico, los candidatos acaban haciendo concesiones y promesas que contradicen a veces su misma ideolog¨ªa, para no perder dichos votos, como fue el caso de la candidata petista, Dilma Rousseff, en las elecciones de 2010, cuando se comprometi¨® a no legislar, desde la Presidencia, sobre materia de aborto. Promesa que cumpli¨®.
?Tendr¨¢n lugar de nuevo esta vez estos compromisos p¨²blicos o bajo bastidores, para asegurarse, si no el voto, por lo menos la no agresi¨®n electoral de los millones de evang¨¦licos? Temas complejos y dif¨ªciles que deber¨ªan ser tema de discusi¨®n entre las fuerzas cuyo credo laico es la defensa de los valores democr¨¢ticos, diferenciados de la fe personal de los creyentes.
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