Los iraqu¨ªes huyen del terror yihadista
Desplazados como Faoz, que vio c¨®mo mataban a parientes, malviven en campamentos
Susan est¨¢ viva. La buena noticia no ha sido suficiente para tranquilizar a su hermano Faoz. A los 22 a?os, este joven yazid¨ª que se ganaba la vida de pe¨®n en la construcci¨®n ha sufrido mucho m¨¢s de lo previsible, incluso en una tierra tan dura como su Irak natal. La llegada del Ej¨¦rcito Isl¨¢mico (EI) a su pueblo, Tell Qasr, el pasado d¨ªa 3, le llev¨® a huir con su familia a las vecinas monta?as de Sinjar, s¨®lo para ver c¨®mo los yihadistas mataban a sus padres y a sus dos hermanos y se llevaban prisioneras a sus cinco hermanas. ¡°Los asesinaron ante mis ojos. Me salv¨¦ haci¨¦ndome el muerto entre los cad¨¢veres¡±, rememora sin reparar en lo milagroso de que no le alcanzara ni una bala.
¡°?ramos 75 personas. Pensamos que all¨¢ arriba estar¨ªamos a salvo, pero a las tres horas llegaron los yihadistas. El primer d¨ªa no nos hicieron nada, sin embargo cuando volvieron el segundo [d¨ªa], separaron a hombres y mujeres, nos pusieron en fila y nos dispararon por la espalda¡¡±. Faoz no puede seguir. Las l¨¢grimas empa?an sus ojos pese a la fuerza que le ha permitido llegar aqu¨ª.
Como el resto de las decenas de familias que ocupan este campamento improvisado en Pra Dalal, a las afueras de Zajo, en el Kurdist¨¢n iraqu¨ª, Faoz emprendi¨® entonces, junto a t¨ªos y primas que se salvaron, una larga y extenuante caminata a trav¨¦s de la monta?a, bebiendo cuando encontraban un arroyo y sin apenas comida. Hasta que llegaron a la vecina Siria y recibieron ayuda para alcanzar el Kurdist¨¢n iraqu¨ª. Seg¨²n la ONU, 55.000 personas han llegado a Zajo por esa v¨ªa.
Faoz lleva ocho d¨ªas aqu¨ª, con la misma ropa, los ojos rojos de no dormir y el continuo recuerdo de la terrible experiencia que revive una y otra vez. En esas circunstancias, la llamada ayer de su hermana Susan, de 18 a?os, en vez de un alivio se convirti¨® en otro motivo de preocupaci¨®n. ¡°Me ha dicho que no pod¨ªa hablar mucho porque no tiene cargador y se arriesga a que le pillen el m¨®vil. Est¨¢ en una escuela en Mosul, pero [los yihadistas] la han separado de las otras cuatro hermanas¡±, cuenta. Al parecer le dan de comer de vez en cuando y no han pedido rescate, lo que complica la soluci¨®n.
Su testimonio es uno de los pocos directos que pueden encontrarse entre las continuas denuncias que hacen los yazid¨ªes sobre asesinatos sumarios y captura de mujeres que a menudo s¨®lo han o¨ªdo de cuarta mano. Hoshyar Zebari, un alto responsable kurdo y exministro de Exteriores iraqu¨ª, confirm¨® ayer la matanza anunciada la v¨ªspera por varios medios kurdos de 80 hombres yazid¨ªes en una aldea, de donde los yihadistas se habr¨ªan llevado a las mujeres y los ni?os.
El hist¨®rico recelo de otras confesiones hacia esta minor¨ªa religiosa le ha dejado cierta tendencia al victimismo. Ahora, desde el asedio yihadista al monte Sinjar, se ha convertido en centro de atenci¨®n internacional. Su situaci¨®n se ha politizado y las expectativas se han disparado. A diferencia de cristianos, turcomanos, shabaks o kakai, los yazid¨ªes no quieren regresar a sus hogares. ¡°No podemos volver a Sinjar. Los yihadistas nos lo han arrebatado todo¡±, asegura Rakan, estudiante de 24 a?os, que dice no tener preferencia por el pa¨ªs de acogida. ¡°Todos queremos ir a Europa¡±, se?ala Saud Ahmed, abogado de 55 a?os. ¡°Ya no podemos vivir con los musulmanes¡±, a?ade antes de justificar la decisi¨®n en el repetido argumento de los asesinatos y los secuestros de mujeres.
En Kurdist¨¢n tampoco se sienten a gusto, a pesar de ser kurdos. Notan el recelo que causan en algunos sectores de la poblaci¨®n. Jasem, un pocero de 26 a?os, asegura que un barbero no ha querido cortarle el pelo por ser yazidi. El traductor, un kurdo, se enzarza en una discusi¨®n con ¨¦l que s¨®lo demuestra lo delicado de la relaci¨®n. ¡°El problema no son los yazid¨ªes, que es la ¨²ltima comunidad afectada por el avance del Estado Isl¨¢mico (IE); el problema empez¨® el 10 de junio con la toma de Mosul y la huida de sun¨ªes y ch¨ª¨ªes, shabak y turcomanos, sin que la comunidad internacional hiciera nada por ellos¡±, dice Donatella Rovera, investigadora de Amnist¨ªa Internacional en Irak.
¡°El hecho de que los pa¨ªses occidentales s¨®lo se hayan movilizado a partir de la huida de los cristianos y los yazid¨ªes env¨ªa un mensaje al resto de las comunidades que no ayuda a la reconciliaci¨®n¡±, a?ade Florian Seriex, responsable de comunicaci¨®n de Acci¨®n Contra el Hambre, que ayer instal¨® los primeros dep¨®sitos de agua en Pra Dalal.
Rovera se muestra muy cr¨ªtica con la lenta respuesta tanto de la comunidad internacional como del Gobierno regional kurdo. A pesar de la primera oleada de desplazados en junio, no hab¨ªa preparativos en pie. Adem¨¢s algunos de los campamentos establecidos entonces se vaciaron ante el avance de los yihadistas a principios de este mes.
Ahora la mayor¨ªa de los reci¨¦n llegados se refugian en parques, escuelas o edificios a medio construir, como los cinco bloques de 10 pisos en Dawiha, donde se han instalado varios cientos de familias yazid¨ªes. Cada una marca su espacio con una hilera de ladrillos. Fuera de ese espacio, los escombros se mezclan con la basura. No hay letrinas. Y la falta de ventanas es peligrosa para los ni?os.
A la salida de Pra Dalal, la presencia policial alerta de la visita de un pol¨ªtico. Se trata de un parlamentario turco. Todo el mundo quiere hacerse una foto con los desplazados. Pero eso no arregla los problemas de los 250.000 iraqu¨ªes que se han sumado a ese triste grupo desde principios de agosto.
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