En vilo por el cura de las maras
El padre Antonio Rodr¨ªguez est¨¢s acusado en El Salvador por presunta relaci¨®n con las maras
La familia del padre To?o est¨¢ rota. El pasado 29 de julio la justicia de El Salvador orden¨® el arresto del sacerdote espa?ol Antonio Rodr¨ªguez Tercero, de 38 a?os, que lleva 14 a?os dedicado a prevenir la violencia de las maras. Desde ese d¨ªa, sus padres, seis hermanos y amigos no pegan ojo esperando que el caso se esclarezca. A¨²n no han podido hablar con ¨¦l. Las novedades del proceso las conocen a trav¨¦s de sus abogados y de la Embajada espa?ola en el pa¨ªs centroamericano. Los ¨²ltimos tres domingos han organizado una peque?a concentraci¨®n a las puertas del Ayuntamiento de Daimiel, el pueblo de Castilla-La Mancha donde naci¨® el sacerdote, para exigir justicia y han puesto?en marcha a trav¨¦s de la plataforma Change.org una campa?a de recogida de firmas dirigida al presidente de El Salvador, Salvador S¨¢nchez Cer¨¦n.?Alrededor de 50 personas se han reunido con camisetas blancas con la foto del detenido. A la familia, que considera al padre To?o un santo, solo le queda esperar.
Los 36 grados que caen sobre Daimiel no detienen a la familia Rodr¨ªguez para denunciar lo que consideran una injusticia. Todos permanecen juntos. Cuentan, con aparente transparencia, tanto las travesuras como las luchas humanitarias que ha encabezado el padre To?o desde que era un ni?o. Cristina, de 33 a?os, recuerda con alborozo una de las primeras diabluras de su hermano mientras ense?a la cicatriz de su mano: ¡°Cuando ¨¦l ten¨ªa ocho a?os y yo tres, me dijo que tocara la batidora porque hacia cosquillas. ?Menos mal que no lo hice con los dedos!¡±.
El sacerdote est¨¢ acusado de dos supuestos delitos: introducir objetos il¨ªcitos, como tel¨¦fonos m¨®viles, en las c¨¢rceles, y tener relaci¨®n directa con varios l¨ªderes de las maras. Ambos procesos est¨¢n en etapa de instrucci¨®n. La resoluci¨®n podr¨ªa tardar hasta seis meses, informa Juan Jos¨¦ Dalton. Ahora, el padre To?o se encuentra detenido en una dependencia policial de la Divisi¨®n Antinarc¨®ticos, donde fue trasladado el viernes pasado despu¨¦s de haber estado una semana en el hospital aquejado de una bajada de tensi¨®n. Esta semana los abogados tienen previsto apelar las decisiones judiciales. El Ministerio de Exteriores asegur¨® estar al tanto del proceso, aunque excus¨® dar detalles sobre el mismo.
Lo que se pide
es justicia, no benevolencia¡±,
dice el alcalde
Cristina ha viajado en dos ocasiones a El Salvador a ver a su hermano. Seg¨²n cuenta, ¨¦l ha montado talleres, cl¨ªnicas con m¨¢quinas para borrar tatuajes, y escuelas para los ni?os. ¡°Despu¨¦s de la misa que ofrece todas las ma?anas, hay una cola de personas esper¨¢ndolo fuera para pedirle ayuda. Recuerdo que una vez una mujer le dijo que su hijo de 10 a?os estaba desaparecido. Nos tiramos dos d¨ªas monta?a arriba y abajo hasta que encontramos al cr¨ªo descuartizado¡±, relata sin titubear. El sacerdote acude a veces a los centros penitenciarios a visitar a los mareros. ¡°?Pero es porque se lo piden! La ¨²ltima vez que estuve le llam¨® el director de la c¨¢rcel para que investigara la muerte de un pandillero. Cuando llegamos uno de ellos le cont¨®: ¡®?l vino aqu¨ª por abusar de un menor. Eso no lo toleramos y no aguant¨® los 18 minutos [el tiempo que lo estuvieron golpeando con tres bates diferentes]¡±, cuenta Cristina.
El padre To?o ingres¨® a los seis a?os en el antiguo internado Cristo de La Luz. ¡°Solo sal¨ªa los fines de semana y siempre me tra¨ªa un clavel¡±, rememora su madre, Carmen, mientras seca con un pa?uelo las l¨¢grimas de sus mejillas. A los 10 a?os se march¨® a Zaragoza con la Congregaci¨®n de la Pasi¨®n hasta que termin¨® el noviciado. Despu¨¦s, se instal¨® dos a?os en Madrid y de ah¨ª vol¨® a El Salvador. ¡°Quer¨ªa seguir los pasos de monse?or Romero [un sacerdote defensor de los derechos humanos y muri¨® asesinado en el pa¨ªs centroamericano], por eso eligi¨® este destino¡±, explica la madre, a¨²n con el brillo en unos ojos azules que hered¨® su hijo Antonio.
Los v¨ªnculos con El Salvador trascienden el oc¨¦ano. La familia Rodr¨ªguez Tercero ha adoptado a una octava integrante: una salvadore?a que ha venido con su hija de tres a?os por el peligro que corr¨ªan en su pa¨ªs. Su madre fue quemada viva junto a otras 11 personas cuando una de las maras del pa¨ªs incendi¨® un autob¨²s. A su esposo tambi¨¦n lo asesinaron. Con nueve a?os, pas¨® a formar parte de una pandilla, pero llevaba ocho a?os en rehabilitaci¨®n y trabajando junto al padre To?o, seg¨²n cuenta esta mujer que prefiere guardar el anonimato. Sin embargo, los tatuajes de su cuerpo con s¨ªmbolos de su mara lo sentenciaron. La banda contraria lo mat¨® con dos disparos. En diciembre del a?o pasado el sacerdote Rodr¨ªguez le ofreci¨® a la mujer trasladarse a Espa?a para vivir con su familia. ¡°Acept¨¦ por mi hija. El padre To?o ha sido mi cura, amigo y consejero¡±, defiende: ¡°?l motiva a los chicos, les ense?a que hay otras maneras de vivir la vida, no solo la de robar y matar. Construye en ellos una paz interior¡±, a?ade.
En Daimiel nadie habla mal del sacerdote, el mayor de siete hermanos
El piso de los padres del cura tiene el espacio justo para que toda la familia encuentre un sitio para comer. Est¨¢ decorado, sobre todo, con fotos de los hijos e im¨¢genes religiosas. ¡°Esta es la de Antonio en su primera comuni¨®n¡±, muestra una de las hermanas. ¡°Y esta cuando se gradu¨® de su noviciado¡±, se apresura a ense?ar el padre, presente en todo momento, pero de pocas palabras. La madre no puede evitar sonre¨ªr cuando habla de su hijo mayor: ¡°Desde la cuna era muy inquieto. Ten¨ªa velocidad en la sangre. Era obediente, siempre iba a por el pan¡±. El sacerdote suele visitar a su familia durante el verano. Cuando todav¨ªa estudiaba trabajaba de camarero para sacar dinero y pagar las cuotas de su seminario.
?Pese a las acusaciones que caen sobre ¨¦l, en Daimiel nadie habla mal del padre To?o. El alcalde, Leopoldo Sierra, asegura: ¡°Aqu¨ª lo que se pide no es benevolencia, sino justicia, nadie duda de su honradez, integridad y dedicaci¨®n por los dem¨¢s¡±. Lo mismo comentan amigos, primos y compa?eros de la congregaci¨®n de la Pasi¨®n, como el mexicano Manuel Antonio V¨¢zquez, que recuerda al padre como una persona directa: ¡°Nunca se calla la verdad, te dice lo que piensa sin herir. Es muy espont¨¢neo, cuenta chistes, analiza su realidad y est¨¢ pendiente de todos¡±. Los allegados del sacerdote Antonio no piensan parar hasta que sea liberado. Mientras, permanecen en vilo por el cura de las maras.
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