Un ¡®picnic¡¯ para la historia
Hungr¨ªa y Austria conmemoran la huida de 600 alemanes del este a trav¨¦s de sus fronteras
El Muro de Berl¨ªn comenz¨® a agrietarse a las 14.55 horas del 19 de agosto de 1989, hace 25 a?os, cuando el teniente coronel h¨²ngaro Arpad Bella vio c¨®mo decenas de ciudadanos de la RDA se acercaban al puesto fronterizo de la localidad h¨²ngara de Sopron para cruzar a territorio austriaco.
El oficial ten¨ªa ¨®rdenes de utilizar su pistola en caso de agresi¨®n o violencia, pero cuando vio a cientos de hombres, mujeres y ni?os, tard¨® 10 segundos en tomar una decisi¨®n de trascendencia hist¨®rica. ¡°No quer¨ªa convertirme en un asesino¡±, relat¨® Bella al justificar la orden que imparti¨® a sus cuatro subalternos: ¡°Mirad en direcci¨®n a Austria, controlad pasaportes en caso de que alguien los muestre y lo que pase detr¨¢s de nosotros no lo hemos visto¡±, les dijo. En menos de tres horas, m¨¢s de 600 ciudadanos de la RDA pasaron a Austria, la primera gran huida masiva en la Europa de la Guerra Fr¨ªa.
El oficial que vigilaba el paso dio la orden a sus hombres de fingir que no ve¨ªan nada
El picnic pudo ser organizado gracias a una rara concesi¨®n del presidente de la URSS, Mija¨ªl Gorbachov, al primer ministro h¨²ngaro, Miklos Nemeth, ese mes de marzo. Gorbachov autoriz¨® a Budapest a desmontar la vigilancia electr¨®nica a lo largo de la frontera con Austria.
Ocho semanas despu¨¦s, los ministros de Asuntos Exteriores de Hungr¨ªa y Austria, Gyula Horn y Alois Mock, armados con sendas tenazas, llegaron a Sopron para cortar simb¨®licamente un trozo de la valla. La foto conmocion¨® a la Alemania comunista. En pocos d¨ªas, miles de germanos viajaron a Hungr¨ªa bajo la excusa de las vacaciones y a la espera de un milagro.
Fue entonces cuando el l¨ªder reformista h¨²ngaro Imre Pozsgay y Otto von Habsburg, heredero de la desaparecida corona austro-h¨²ngara, organizaron una fiesta popular para celebrar la fraternidad entre los pueblos h¨²ngaro y austriaco. El lugar escogido para el picnic fue Sopron y se acord¨® que la frontera se abrir¨ªa durante tres largas horas para que los austriacos asistieran. La noche del 18 de agosto, desconocidos repartieron miles de panfletos entre los alemanes de Budapest. El anuncio del festejo inclu¨ªa un mapa para llegar a Sopron (a 210 kil¨®metros) e instrucciones para alcanzar el paso fronterizo, a dos kil¨®metros.
El ensayo general que signific¨® esta merendola en la que 600 alemanes abandonaron el este fue un ¨¦xito; y el silencio de Mosc¨² hizo posible que el ministro de Asuntos Exteriores h¨²ngaro anunciara el 10 de septiembre la apertura de sus fronteras con Occidente. La medida fue negociada, no entre Budapest y Mosc¨², sino entre Myklos Nemeth y su colega de la RFA, Helmut Kohl, durante una reuni¨®n secreta en el castillo de Gymnich, el 25 de agosto de 1989. El resultado fue inmediato: en dos meses m¨¢s de 60.000 alemanes orientales abandonaron Hungr¨ªa para llegar a la tierra prometida. Kohl revel¨® el precio que pag¨® su Gobierno para obtener la apertura de la frontera: un cr¨¦dito de 500 millones de euros. Erich Honecker, en cambio, muri¨® convencido de que quien acab¨® con su pa¨ªs fue Otto von Habsburg. ¡°Reparti¨® panfletos en los que invitaba a los alemanes a un picnic. Les dio regalos, comida y marcos, y, luego, les convenci¨® de huir hacia Occidente¡±, dijo.
El picnic ocupa posiciones muy distintas en la historia oficial de sus protagonistas. Ayer fue recordado con una ceremonia presidida por el primer ministro h¨²ngaro Viktor Orban ¡ªveterano opositor al comunismo y china en el zapato de la Uni¨®n Europea por las posturas poco dem¨®cratas que ha desarrollado con los a?os¡ª y en la que particip¨® una amplia delegaci¨®n austriaca. Alemania, sin embargo, estuvo representada s¨®lo por la jefa del Gobierno regional de Turingia, Christine Lieberknecht.
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