Un polvor¨ªn en el para¨ªso mexicano
Holbox, el rinc¨®n m¨¢s bello del caribe mexicano, vive un conflicto entre agricultores y empresarios por la propiedad de las tierras donde va a construirse un resort
El pastor evang¨¦lico de la isla de Holbox se baj¨® del p¨²lpito para dedicarse a la pol¨ªtica. Por el camino se le cruz¨® un negocio. A mediados del a?o 2000, Fernando Ponce, due?o de la embotelladora de Coca Cola en el sureste de M¨¦xico, se propuso comprar la parte virgen de la isla, una joya del caribe mexicano. El pastor le vendi¨® al empresario los terrenos de su madre por cinco millones de pesos, unos 380.000 d¨®lares, e invit¨® a una treintena de vecinos a que hicieran lo mismo, con lo que se convirti¨® en comisionista. El dinero que inyect¨® el empresario del refresco m¨¢s popular del mundo gener¨® cierta prosperidad en la isla.
Algunos lo utilizaron para montar peque?os hoteles donde hospedar a los turistas, cada vez m¨¢s abundantes por la fama que iba ganando el enclave, y mandar a sus hijos a estudiar la universidad. Otros aparcaron los carritos de golf que hacen de taxis y guardaron en el trastero las ca?as de pescar. Se dedicaron a ver pasar los d¨ªas. El dinero, poco a poco, se fue esfumando y muchos de los que vendieron sienten que fueron enga?ados porque lo hicieron barato y perdieron sus derechos agr¨ªcolas. Nivardo Mena, el antiguo pastor, es quien lidera a la masa de descontentos con la misma pasi¨®n con la que antes defend¨ªa la subasta de los terrenos.
Un lunes por la ma?ana, Nivardo atiende al periodista en su oficina, resguardado del bochornoso calor de la calle con dos ventiladores y un aparato de aire acondicionado.
¡ªLas ¨²ltimas resoluciones judiciales dicen que usted ya no es propietario de ninguna tierra.
¡ªCualquier autoridad que resuelva a favor de los empresarios ser¨¢ ignorada. El pueblo resolver¨¢ a favor del pueblo. Aqu¨ª mandamos nosotros¡ª dice.
¡ª?Qu¨¦ ocurrir¨¢ si de repente aparecen m¨¢quinas para construir en esa parte deshabitada de la isla?
¡ªLanzo cohetes al cielo y en menos de un minuto tengo en la puerta a 500 personas. Si arriesgo mi vida, adelante. Cierro los ojos y lo que tenga que venir vendr¨¢.
El top¨®grafo que perpetr¨® en un plano la repartici¨®n de tierras favorable a los empresarios en junio fue declarada persona non grata en la isla. Se corri¨® la voz hace unas semanas de que se hab¨ªa subido en el ferry que conecta el pueblo de Chiquil¨¢, en el norte de Quintana Roo, con Holbox. Nivardo Mena encendi¨® la pirotecnia y el top¨®grafo fue puesto de vuelta en el siguiente barco. Hab¨ªa sido expulsado del para¨ªso.
Lo que ocurri¨® en Holbox se est¨¢ repitiendo por todo M¨¦xico. Uno de los grandes negocios inmobiliarios de hoy d¨ªa consiste en convencer a los ejidatarios de que vendan sus tierras de uso com¨²n y agr¨ªcola a un precio bajo. Una vez recalificadas, el valor de estas se multiplica. La treta de los empresarios en este caso, a decir de los denunciantes, fue incluir en el contrato de compra el derecho ejidal, la participaci¨®n en una cooperativa agraria que les quita sus derechos como campesinos para siempre. De esa forma nunca podr¨ªan volver a reclamar la titularidad de las tierras.
La idea del empresario Ponce, sus socios y la constructora Ara es levantar en esa parte de la isla, conocida como La Ensenada, un resort. Los ecologistas se han opuesto desde el principio al proyecto. En esa zona anidan tortugas, hay flamencos y por la zona pasa el tibur¨®n ballena, uno de los peces m¨¢s grandes del mundo. El lugar tambi¨¦n es rico en manglares, una formaci¨®n vegetal muy protegida en M¨¦xico. Eduardo Pacheco, representante de los hoteleros locales, cree que la isla perder¨ªa encanto si se llenara de mastod¨®nticas construcciones. La Secretar¨ªa de Medio Ambiente (Semarnat) ha rechazado ya dos proyectos urban¨ªsticos en la parte virgen, separada de la parte habitada de Holbox por un r¨ªo. Por ahora seguir¨¢ siendo un lugar desierto, pero la presi¨®n de las constructoras se mantiene.
Hubo un grupo de vecinos que se resisti¨® a la venta de los terrenos en 2005. Do?a Trini dice que una de las bases del ¨¦xito econ¨®mico, en un entorno como el suyo, consiste en no desprenderse de propiedades. Tiene cuatro locales en la plaza principal de Holbox, acaso la ¨²nica, que alquila a extranjeros que han puesto negocios. Ella, como todo el mundo en la isla, estuvo de acuerdo en firmar un fideicomiso, pero a la hora de la verdad se ech¨® para atr¨¢s. Recuerda que en el sal¨®n de su casa se produjo una agotadora reuni¨®n de seis horas con abogados e intermediarios de los compradores que sacaban cheques con muchos ceros para tentarla. No cedi¨® y dice que as¨ª acab¨® el maratoniano encuentro: "?V¨¢yanse al diablo con su dinero!".
El alcalde del pueblo, Jos¨¦ Manuel P¨¦rez, mantiene una actitud distante. ¡°Soy neutral¡±, cuenta en su despacho. Los enfrentados a la empresa constructora tomaron en una ocasi¨®n, a modo de protesta, las instalaciones municipales. No se inmut¨®: ¡°Esper¨¦ a que se fueran, no voy a enfrentarme a una masa enardecida, no estoy loco¡±. En medio de este caos, en julio, la Marina detuvo a 16 personas por cortar manglar, supuestamente.
Es imposible no vincular las detenciones con el conflicto que se vive en Holbox. Si las autoridades echaran el guante a todo aquel que ha podado manglar aqu¨ª, hablar¨ªamos de una isla semides¨¦rtica. Uno de los detenidos fue Abdiel, de 25 a?os, un chico que ha estudiado teatro y es bailar¨ªn. Nadie se lo imagina con un machete en la mano. Esa ma?ana de julio su madre lo mand¨® a ver qu¨¦ ocurr¨ªa en esa parte de la isla donde sobrevolaban helic¨®pteros. Al llegar lo atraparon. Sus vecinos le llaman con sorna El Mir¨®n, pero su situaci¨®n no tiene ninguna gracia. Se juega una condena de tres a seis a?os de c¨¢rcel si el delito se comprueba. ¡°Solo quieren rehenes para negociar y que nos callemos de una vez y as¨ª puedan construir¡±, dice su madre, Isidora Cruz.
Si las autoridades echaran el guante a todo aquel que ha podado manglar aqu¨ª, hablar¨ªamos de una isla semides¨¦rtica
Los enfrentamientos entre los que vendieron, unos 70, y los que no lo hicieron, unos 40, es constante. Los primeros, pese a que qued¨® estipulado por contrato, se resisten a dejar de ser ejidatarios y ocupan las 24 horas del d¨ªa la casa ejidal. Los segundos, liderados por Benigno Correa, la n¨¦mesis del expastor Nivardo Mena, est¨¢n abiertos a la negociaci¨®n con el empresario de la Coca Cola y su aspiraci¨®n es acabar vendiendo pero por una cantidad mayor a la de sus precipitados vecinos. Unos y otros se tienen que cruzar un par de veces al d¨ªa en la isla, es casi imposible no hacerlo, y lo hacen sin saludarse, una actitud muy agresiva en un lugar donde todos se conocen. Benigno, para confundir a los seguidores de Nivardo, lanza cohetes al aire por el placer de verlos correr sin sentido. Es el s¨ªmbolo m¨¢s palpable de la confusi¨®n que vive la isla.
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