¡°Sin sue?os, la vida ser¨ªa s¨®lo un ensayo para la muerte¡±
Brasil podr¨ªa estar en v¨ªsperas de levantar sin miedo el vuelo hacia caminos nuevos de esperanza
Brasil es un pa¨ªs que dif¨ªcilmente sabr¨ªa vivir sin sue?os, quiz¨¢s porque durante demasiado tiempo se los hab¨ªan frustrado. Y son los j¨®venes quienes m¨¢s est¨¢n rescatando los sue?os perdidos, incluso en la pol¨ªtica. A ellos les agradar¨ªan las palabras del cantor catal¨¢n, Joan Manuel Serrat: ¡°Sin sue?os, la vida ser¨ªa s¨®lo un ensayo para la muerte¡±. Y los brasile?os prefieren ensayarse para la vida.
La neurociencia est¨¢ demostrando lo que ya nos ense?aban en la Facultad de Psicolog¨ªa de la Universidad de la Sapienza de Roma: si no so?¨¢semos varias veces cada noche, nos volver¨ªamos locos.
Pero, si es cierto que el organismo humano necesita so?ar cada noche para sobrevivir, ?no necesitaremos tambi¨¦n de sue?os a ojos abiertos para ser felices?
Sacudidos por la muerte tr¨¢gica del candidato socialista, Eduardo Campos, ha vuelto a resonar en las elecciones brasile?as, la posibilidad de poder so?ar tambi¨¦n en pol¨ªtica.
No es ning¨²n secreto que Brasil, despu¨¦s de unos a?os de euforia que contagi¨® al mundo, estaba viviendo, antes de la muerte de Campos, un momento de un cierto desencanto pol¨ªtico y hasta social.
Los peri¨®dicos parecen ¨²ltimamente boletines de ¨ªndices negativos en casi todo: en la econom¨ªa, en el combate a la violencia, en la inflaci¨®n, en la confianza cada vez menor de los ciudadanos en el futuro, en la corrupci¨®n que parece abrazarlo todo, incluso esa joya de la corona y orgullo nacional que fue siempre Petrobr¨¢s.
Esfuerzos para humanizar y modernizar la pol¨ªtica, que hasta ayer parec¨ªan una herej¨ªa, empiezan a tomar cuerpo
La esperanza parec¨ªa haber empezado a marchitarse y se hablaba de elecciones sin pasi¨®n, con profec¨ªas de cifras astron¨®micas de votos de abstenci¨®n, nulos o blancos.
De repente, el verbo so?ar ha sido desempolvado y las elecciones est¨¢n siendo vividas con nuevo inter¨¦s incluso fuera de Brasil. El desencanto empieza a dar paso a la sorpresa y a la esperanza. Y el tren del gusto por la pol¨ªtica parece haberse puesto de nuevo en marcha.
Incluso candidatos como Dilma Rousseff (PT) y Aecio Neves (PSDB), que podr¨ªan ser considerados como representantes de partidos hist¨®ricamente afianzados, sin excesivas sorpresas en sus programas y en su forma de hacer pol¨ªtica, forcejean ahora para presentarse renovados ante los electores. Quieren tambi¨¦n ellos aparecer como una novedad.
Para humanizar a Dilma, la Presidenta exigente capaz de hacer llorar a ministros, fue presentada en la televisi¨®n cocin¨¢ndose, desenvuelta y familiar, un plato de espaguetis en el Palacio Presidencial. Y el joven y liberal, Aecio, nieto del hist¨®rico Tancredo Neves, se abraza en las calles con favelados y jubilados pobres.
Se dir¨ªa que los sue?os se pasean ahora desenvueltos por los salones de los programas de todos los candidatos. Esos esfuerzos para humanizar y modernizar la pol¨ªtica, que hasta ayer parec¨ªan una herej¨ªa, empiezan a tomar cuerpo. Y es quiz¨¢s esa posibilidad de poder mezclar realismo con utop¨ªa, pragmatismo con sue?os, gobernabilidad con nuevas e in¨¦ditas formas de participaci¨®n de la sociedad en la gesti¨®n p¨²blica, lo que ha dado nueva vida a unas elecciones que parec¨ªan arrastrarse sin inter¨¦s.
Por ello, gane quien gane el pleito electoral, los brasile?os no le perdonar¨¢n al vencedor que tenga miedo de so?ar un Brasil diferente. Y es ya un 70% qui¨¦n pide que las cosas cambien.
Este pa¨ªs, desde hace a?os, sorprende al mundo no s¨®lo por su fuerte carga de injusticia social o por sus ¨ªndices de corrupci¨®n pol¨ªtica o de violencia, sino tambi¨¦n por su gran creatividad, por el forcejeo de la generaci¨®n joven, incluso la llegada de la sufrida clase C, para decidir sus destinos y reinventarse la vida.
Este pa¨ªs podr¨ªa ser capaz hoy de demostrar que no existe incompatibilidad entre la realidad concreta de la vida y la capacidad de no renunciar a so?ar
Brasil es un pa¨ªs de paradojas en el que conviven discriminaci¨®n racial junto con una incre¨ªble capacidad de pluralismo religioso y de aceptaci¨®n de los extranjeros y diferentes. En la gran S?o Paulo, por ejemplo, la mayor metr¨®polis de Am¨¦rica Latina, viven en paz gentes de noventa naciones diferentes.
Ahora, Brasil podr¨ªa sorprender a un Planeta ap¨¢tico con la pol¨ªtica por su capacidad de introducir en ella la fuerza de nuevas utop¨ªas ya que las viejas se desvanecieron al hacerse incompatibles con la democracia y las libertades.
Este pa¨ªs podr¨ªa ser capaz hoy de demostrar que no existe incompatibilidad entre la realidad concreta de la vida y la capacidad de no renunciar a so?ar, como ya fue capaz anta?o de demostrar que se puede no perder el gusto por la fiesta y la alegr¨ªa en medio a la amargura y a la tiran¨ªa de la pobreza.
Es verdad que a¨²n existen los que siguen considerando dif¨ªcil conjugar sue?os y realidades, algo que les parece un peligro o una fuga. Pero si es cierto que est¨¢ cient¨ªficamente probado que so?ar es indispensable hasta para nuestra salud mental, deber¨ªa serlo tambi¨¦n en el campo de la pol¨ªtica, que es el arte de decidir el tama?o de felicidad de los ciudadanos.
¡°Vivimos una vida, so?amos con otra, pero la de verdad es la que so?amos¡±, escribi¨® el cr¨ªtico literario franc¨¦s, Jean Gu¨¦hemmo, autor de Changer la vie. Cambiemos en su frase, la palabra vida por el vocablo ¡°pol¨ªtica¡± y aparecer¨¢ que lo que pude mejorar nuestra vida de ciudadanos no es s¨®lo aquella con la que convivimos, sino m¨¢s bien la que seguimos so?ando.
El gran artista de la lengua portuguesa, el inmortal, Fernando Pessoa, escribi¨®: ¡°S¨®lo lo que so?amos es lo que somos de verdad, lo dem¨¢s, por estar ya realizado, pertenece al mundo¡±.
Existe un peque?o poema del poeta cubano, Aldo J.M¨¦ndez, titulado Cuento de los sue?os posibles, que en su aparente sencillez infantil encierra una profunda filosof¨ªa de nuestros deseos de superaci¨®n:
Le pregunt¨® una flor a una mariposa
?C¨®mo puedo volar muchacha hermosa?
Pues sue?a que lo puedes y, despacito,
separa tus ra¨ªces poco a poquito.
Luego, si te faltan alas, lanza un suspiro.
Int¨¦ntalo, sin miedo, que yo te miro.
Y la flor, convencida, levant¨® el vuelo
y roz¨®, sorprendida, un trozo de cielo.
Brasil podr¨ªa estar en v¨ªsperas de intentar volar de nuevo, sin miedo, hacia nuevos caminos de esperanza. Y como dice el poema, el mundo lo est¨¢ mirando.
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