Caos econ¨®mico en la tierra sin agua
El derrame de 40.000 metros c¨²bicos de residuos t¨®xicos en el r¨ªo Sonora, al norte de M¨¦xico, atenaza los mercados locales
¡°Traiga usted al diablo a Sonora, va a ver qu¨¦ a gusto se queda¡±, dice Lucy detr¨¢s de unas gigantescas gafas de sol. Desde hace 26 d¨ªas se sienta durante diez horas al d¨ªa bajo una carpa en el centro del municipio de Ures para administrar un oasis compuesto por decenas de garrafas de agua color azul el¨¦ctrico. Aqu¨ª el sol castiga a quien sale de casa con 38 grados cent¨ªgrados antes del medio d¨ªa. En este infierno terrenal no hay agua desde que el pasado 6 de agosto la mina Buenavista del Cobre derramara 40.000 metros c¨²bicos de residuos t¨®xicos en el r¨ªo Sonora y su afluente, el Bacanuchi, obligando al cierre de pozos de agua potable en lo que es hasta la fecha el peor accidente de la industria en el pa¨ªs. El agua envenenada no solo ha causado da?os ecol¨®gicos, sino que ha emponzo?ado la econom¨ªa local afectando a 23.000 personas de 43 comunidades de esta zona semides¨¦rtica al norte de M¨¦xico.
El operador de la mina, Grupo M¨¦xico, una de las empresas m¨¢s importantes del pa¨ªs (report¨® 1.716 millones de d¨®lares de ganancias netas en 2013), ha contratado camiones cisterna e instalado puntos como el que atiende Lucy en siete municipios. En cada uno de ellos se regala diariamente agua purificada a un millar de personas que se acercan a pedir botellas o a llenar recipientes. ¡°Sabemos desde cuando estamos, pero no hasta cu¨¢ndo vamos a estar¡±, dice la encargada.
La incertidumbre comienza a carcomer a los habitantes de la zona. En los poblados de la ribera del r¨ªo Sonora no hay miseria a la vista, pero tampoco bonanza. Son familias que se emplean como ganaderos, agricultores o peque?os productores. Uno de ellos, Marco Moreno, teme lo desconocido. El empresario autodidacta no sab¨ªa, hasta ahora, lo que era una crisis. Hace 17 a?os comenz¨® a fabricar jamoncillos, dulces de leche t¨ªpicos de la regi¨®n, con la receta de su suegra. Empez¨® vendi¨¦ndolos en la calle. Ahora da trabajo a 12 personas y exporta a ciudades de Estados Unidos con poblaci¨®n latina.
El agua envenenada ha emponzo?ado la econom¨ªa local afectando a 23.000 personas de 43 comunidades
Hace unos d¨ªas uno de sus vendedores en el Estado le regres¨® el producto casi intacto. ¡°No lo quieren porque mi etiqueta dice que viene de la zona del r¨ªo Sonora¡±, admite. Decenas de notas en peri¨®dicos y en informativos han equiparado con veneno a cualquier cosa que provenga de esta regi¨®n. Desde hace un mes sus ventas han ca¨ªdo un 30% y ha despedido, de forma temporal, a ocho de sus empleados. Su f¨¢brica, repleta de un olor dulz¨®n que desprenden gigantescos cazos de caramelo cocinados a fuego lento, tambi¨¦n ha dejado de producir dos d¨ªas por semana. ¡°Nunca hab¨ªa parado por falta de venta¡±, dice con resignaci¨®n.
Toda la cadena productiva se ha afectado. A unos kil¨®metros de Ures, en Ban¨¢michi, los lecheros han tenido que arrojar al desag¨¹e 24.000 litros de leche porque nadie la compra a pesar de que han gastado 500 d¨®lares en anal¨ªticas para comprobar que su producto no est¨¢ contaminado. Los queseros comienzan a apilar sus productos. La familia Fimbres tiene unos 4.000 en los ocho refrigeradores de su casa. ¡°Nuestro nombre est¨¢ por los suelos ?D¨®nde qued¨® la reputaci¨®n de todos los viejos que se partieron la madre por esta tierra?¡±, dice el lechero Cosme Jacinto mientras cierra los pu?os con fuerza.
Los poblados que forman la ruta del r¨ªo Sonora fueron fundados por misioneros franciscanos y jesuitas en el siglo XVII. Los cronistas aseguran que desde 1650 la miner¨ªa ya era importante en la zona. En la d¨¦cada de los ochenta del siglo pasado, cuando la mina era operada por el Estado mexicano, hubo al menos tres derrames t¨®xicos en el r¨ªo. La situaci¨®n del pasado agosto es m¨¢s grave. El vertido de sulfato de cobre acidulado dio un tono ferroso a las escasas aguas de un r¨ªo que solo tiene crecida una vez al a?o. El temor de los pobladores es que el d¨¦bil caudal permita que los residuos t¨®xicos queden en los sedimentos, y que posteriormente estos contaminen los mantos. Los alcaldes de la zona han acusado a Grupo M¨¦xico de realizar una limpieza ¡°cosm¨¦tica¡± que no se ha realizado con apremio.
Todos los pozos que se encuentran a menos de 500 metros de distancia del lecho del r¨ªo han sido cerrados. Esto ha dejado a los agricultores sin agua para regar sus tierras. Los principales cultivos de la zona como el cacahuete, la calabaza, el chile y la nuez, que deben cosecharse en oto?o est¨¢n en un momento cr¨ªtico. ¡°Si no se riegan esta semana se pierden¡±, se?ala Jes¨²s Acu?a, del municipio de Aconchi.
Jes¨²s y otros de sus vecinos tomaron la carretera el mi¨¦rcoles 3 de septiembre en protesta por el incumplimiento del Gobierno. Hace un mes las autoridades les prometieron un pozo para la comunidad. A un mes de la crisis no se ha comenzado a perforar. ¡°Nos estamos desesperando¡±, dice Celia Nares, que bloque¨® la v¨ªa a 41 grados de temperatura.
Nuestro nombre est¨¢ por los suelos ?D¨®nde qued¨® la reputaci¨®n de todos los viejos que se partieron la madre por esta tierra?
Cosme Jacinto, lechero
El Gobierno de Guillermo Padr¨¦s, del conservador PAN, ha hecho del agua un tema pol¨ªtico gracias a su proyecto estrella: un pol¨¦mico acueducto que transvasa l¨ªquido a Hermosillo, la capital del Estado (700.000 habitantes) para combatir la escasez. Ha sido un capricho del destino que la m¨¢s grave crisis que tenga que enfrentar est¨¦ relacionada con el agua.
Padr¨¦s ha puesto en marcha para combatir el grave impacto econ¨®mico del derrame tres centros de acopio donde el Gobierno comprar¨¢ a los agricultores sus productos para comercializarlos. Este mi¨¦rcoles, Alberto V¨¢zquez fue uno de los primeros en llegar al centro de Arizpe, improvisado en la modesta biblioteca del pueblo. El campesino llev¨® 7.8 kilos de chiltep¨ªn, un chile local muy codiciado por el que recibir¨¢ 6.240 pesos (470 d¨®lares). Aunque no tiene muchas opciones, considera que ¡°perdi¨®¡± en el negocio. ¡°Aqu¨ª me pagaron a 800 pesos el kilo, cuando lo normal son 1.000 pesos¡±, dice.
Ismael Hur¨®n, el anciano bibliotecario, ha quedado arrinconado en una esquina del edifico ante el despliegue del Gobierno, que ha llevado b¨¢sculas, cajones y refrigeradores a la biblioteca. En su escritorio descansa un libro sobre tormentas y huracanes. ¡°A ver si nos llega uno¡±, dice entre risas. Solo un diluvio de grandes proporciones puede salvar al infierno que no tiene agua.
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