Silencio en Brasil frente al drama del aborto clandestino
La espinosa cuesti¨®n permanece ausente del debate pol¨ªtico a una semana de las elecciones M¨¢s de 800.000 mujeres podr¨ªan haberse sometido a procedimientos clandestinos en 2013
A pocos d¨ªas de la disputa electoral en la que se decidir¨¢ el rumbo que tomar¨¢ Brasil en los pr¨®ximos cuatro a?os, la espinosa cuesti¨®n del aborto permanece totalmente ausente del debate pol¨ªtico. El problema no es menor, pues anualmente se cobra incontables vidas y deja dolorosas secuelas f¨ªsicas y psicol¨®gicas en cientos de miles de mujeres brasile?as que deciden abortar. Seg¨²n los datos preliminares de un estudio realizado por los investigadores Mario Monteiro y Leila Adesse, un m¨ªnimo de 685.334 y un m¨¢ximo de 856.668 mujeres se sometieron en 2013 a procedimientos de aborto clandestino. Los estudios no revelan, sin embargo, cu¨¢ntas de estas intervenciones desembocaron en la muerte de la paciente, ya que la clandestinidad y el oscurantismo definen a este submundo en el que resulta casi imposible extraer cifras con un m¨ªnimo de precisi¨®n. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), sin embargo, estima que una mujer brasile?a muere cada dos d¨ªas v¨ªctima del aborto ilegal.
Los recientes casos de Eliz?ngela Barbosa, de 32 a?os, y de Jandira Magdalena dos Santos Cruz, de 27, son sintom¨¢ticos de que el aborto aun representa en Brasil un tab¨² social que transita en la clandestinidad, m¨¢s que un grav¨ªsimo problema de salud p¨²blica. Frente a una inmensa mayor¨ªa de poblaci¨®n cat¨®lica y evang¨¦lica (ambas confesiones aglutinan el 76 % de la poblaci¨®n) y la ausencia de un debate p¨²blico en las ¨²ltimas d¨¦cadas, los partidos pol¨ªticos brasile?os optan por mirar hacia otro lado y no hurgar en un asunto que podr¨ªa volverse peligrosamente contra sus intereses electorales.
Jandira, que hace algo m¨¢s de un mes estaba embarazada de casi cuatro meses, sali¨® el pasado 26 de agosto de su casa de Campo Grande, en la zona oeste de R¨ªo, acompa?ada de su exmarido, para someterse a un aborto clandestino. Al d¨ªa siguiente sus restos carbonizados aparecieron en el interior de un coche no muy lejos de su casa, en la localidad de Guaratiba. Las investigaciones preliminares han concluido que a Jandira le practicaron un aborto ilegal que culmin¨® en su muerte. Quienes realizaron la intervenci¨®n remataron la m¨®rbida faena cort¨¢ndole las extremidades, arranc¨¢ndole la dentadura y prendi¨¦ndole fuego para dificultar la identificaci¨®n del cuerpo. No lo consiguieron.
¡°No puedo decir que sienta rabia, sino indignaci¨®n por la maldad que hicieron con ella. Ahora lo ¨²nico que queremos es darle un entierro digno a mi hermana, algo tremendamente complicado por la burocracia que implica sepultar un cuerpo en este estado¡±, se lamenta Joyce Liane dos Santos, que pese a la tragedia que vive su familia asevera estar en contra de la despenalizaci¨®n del aborto en Brasil. ¡°No apoyo la legalizaci¨®n del aborto. Yo no apoy¨¦ a mi hermana para que abortara. Estas situaciones se evitar¨ªan con una mayor fiscalizaci¨®n por parte de las autoridades y una mayor educaci¨®n en los terrenos de los m¨¦todos anticonceptivos y de la planificaci¨®n familiar, no liberando el aborto¡±, explica Joyce, devota de una iglesia evang¨¦lica. Seg¨²n ella, Jandira ¡°se hab¨ªa desviado del camino de la Iglesia¡± y manten¨ªa relaciones sexuales espor¨¢dicas de las que la familia sab¨ªa poco o nada. La joven estaba separada, era auxiliar administrativa y ganaba algo m¨¢s de 702 d¨®lares mensuales, suficiente para criar a sus dos hijas de 8 y 11 a?os.
A 60 kil¨®metros de Campo Grande, en la localidad de Niteroi, el domingo pasado aparec¨ªa en una cuneta el cuerpo sin vida de Eliz?ngela Barbosa , madre de tres hijos. La mujer se hab¨ªa sometido un d¨ªa antes a un aborto clandestino por el que pag¨® 3.500 reales (1.440 d¨®lares). La autopsia del cad¨¢ver encontr¨® un tubo de pl¨¢stico en el interior del ¨²tero aparte de perforaciones en el mismo ¨®rgano y en el intestino. El marido de Eliz?ngela fue quien la acompa?¨® hasta el lugar convenido con los abortistas y hoy se expone a una denuncia penal por haber colaborado en la log¨ªstica de la operaci¨®n. Los casos de Jandira y de Eliz?ngela han desencadenado en los ¨²ltimo d¨ªas numerosas detenciones de sospechosos y r¨ªos de tinta en los medios cariocas. Sin embargo, ning¨²n pol¨ªtico se ha pronunciado aun sobre la barbarie a la que ambas mujeres fueron sometidas. Y mucho menos sobre los motivos que arrastran a miles de mujeres a someterse a esos dram¨¢ticos procedimientos ilegales.
El aborto clandestino, lejos de lo que se pueda pensar, es un problema de la ¡°mujer com¨²n brasile?a¡±, seg¨²n la Pesquisa Nacional de Aborto (PNA) liderada por la antrop¨®loga y profesora de la Universidad de Brasilia, Debora Diniz. Seg¨²n la investigaci¨®n publicada en 2010, cuyas conclusiones, adoptadas por la OMS, se mantienen inalteradas, una de cada cinco mujeres brasile?as menores de 40 a?os ha abortado. Es decir, el 20 % de las brasile?as en edad de gestaci¨®n admite haberse sometido a alg¨²n procedimiento en alg¨²n momento del grueso de su vida f¨¦rtil. ¡°El aborto es algo com¨²n en la vida reproductiva de las brasile?as. Sin embargo, la legislaci¨®n penal las amenaza con penas de prisi¨®n que raramente se cumplen. Si se aplicase esta ley habr¨ªa muchas mujeres en la c¨¢rcel. Las mujeres encuentran subterfugios para esquivarla, pero esto no disminuye la seriedad de esta situaci¨®n, que gira entorno a una gran hipocres¨ªa¡±, explica Diniz.
La legislaci¨®n brasile?a contempla tres hip¨®tesis que justifican la pr¨¢ctica de un aborto por los cauces legales: que el embarazo ponga en riesgo la vida de la madre, que sea la consecuencia de una violaci¨®n o que el nasciturus presente anomal¨ªas incompatibles con la vida, como la anencefalia. Otro estudio liderado por Debora Diniz y publicado hace poco m¨¢s de un mes sostiene que una buena parte de las v¨ªctimas de violaci¨®n que acuden a los centros m¨¦dicos p¨²blicos para solicitar un aborto legal encuentran innumerables obst¨¢culos por parte del personal cl¨ªnico para que ¡°se les reconozca como verdaderas v¨ªctimas¡±.
Ros?ngela Talib, coordinadora de la ONG Cat¨®licas pelo Directo de Decidir, una organizaci¨®n que se declara alejada de la doctrina predominante en la Iglesia de Roma, opina que ¡°estas muertes son perfectamente evitables¡±. ¡°La criminalizaci¨®n del aborto desemboca en que las mujeres m¨¢s pobres caigan con facilidad en estas situaciones tr¨¢gicas. Con las ricas no sucede tanto ya que pueden viajar al exterior o abortar aqu¨ª en centros privados, pero con mejores condiciones sanitarias. Creemos que hay que legalizar el aborto porque es una cuesti¨®n de salud p¨²blica¡±, sostiene.
Seg¨²n la investigadora Leila Adesse, ¡°a m¨¢s restricci¨®n, censura y silencio con relaci¨®n al aborto, mayores son las posibilidades de que sucedan tragedias como las de los ¨²ltimos d¨ªas. ?Cu¨¢ntas muertes m¨¢s necesitamos para tomar decisiones?¡±, se cuestiona. Se trata de una pregunta trascendental, que sin duda se har¨¢n muchos de los presentes en el entierro de Jandira Magdalena Santos Cruz, cuyos restos calcinados y desmembrados recibir¨¢n sepultura para siempre en un cementerio de la deprimida zona norte de R¨ªo.
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