Puente a¨¦reo
En los a?os ochenta el narcotr¨¢fico uni¨® por aire los centros de producci¨®n de coca¨ªna en Per¨² y Bolivia con Colombia
El narcotr¨¢fico, esa forma de capitalismo enga?osamente primitivo, se hizo tr¨¢gicamente central en el continente americano desde mediados de la d¨¦cada de los setenta. Cuando las econom¨ªas legales de casi toda Latinoam¨¦rica todav¨ªa se guarec¨ªan en los proteccionismos cepalianos y persist¨ªan fatigadamente en la sustituci¨®n de importaciones, el narcotr¨¢fico ¡ªimpulsado por la intensa demanda de una redescubierta coca¨ªna¡ª rompi¨® barreras, fronteras e instituciones; atraves¨®, con la potencia del lucro, los espectros pol¨ªticos e ideol¨®gicos y tambi¨¦n las l¨ªneas militares. Fue en buena medida, aunque bajo diferentes condiciones, un precursor de la revoluci¨®n neoliberal que poco despu¨¦s transform¨® el continente.
El narcotr¨¢fico cre¨® desigualdades brutales entre el proletariado de la coca y la plutocracia de la coca¨ªna. El capitalismo del narcotr¨¢fico hizo frente a la llamada guerra contra las drogas con respuestas variables seg¨²n el caso, el lugar y el narcotraficante. Desde niveles ferales de violencia hasta la preferencia de la plata sobre el plomo.
La otra, acaso la m¨¢s importante caracter¨ªstica, fue desarrollar una eficiencia productiva y distributiva que redujo los impactos de la represi¨®n a niveles de merma tolerable.
La respuesta a las demandas de log¨ªstica extrema fue el desarrollo, en los ochenta, del puente a¨¦reo del narcotr¨¢fico que uni¨® los centros de producci¨®n de pasta de coca¨ªna en Per¨² y Bolivia con los de refinaci¨®n y distribuci¨®n en Colombia.
EE UU cambi¨® de pol¨ªtica y ahora se opone al derribo de las ¡®narcoavionetas¡¯
El puente a¨¦reo fue formado por centenares de avionetas que hac¨ªan el vuelo de ida y vuelta, sobre todo entre los valles del Alto Huallaga y el VRAE (Valle del R¨ªo Apur¨ªmac y Ene) en Per¨² y Colombia. Cada avioneta monomotora llevaba alrededor de 300 kilos de pasta b¨¢sica de coca¨ªna. Los vuelos de d¨ªa y de noche garantizaron un flujo constante y r¨¢pido, que energiz¨® la producci¨®n y multiplic¨® los ciclos de venta. Fue tal la demanda y la organizaci¨®n dedicada a abastecerla, que Per¨² lleg¨® a tener m¨¢s de 130.000 hect¨¢reas de cocales, casi tres veces el ¨¢rea de hoy.
En la ¡°guerra contra las drogas¡±, Estados Unidos y sus aliados latinoamericanos tuvieron algunos logros, pero a nivel estrat¨¦gico sufrieron derrota tras derrota. Entre 1994 y 1996, sin embargo, el narcotr¨¢fico sufri¨® un rev¨¦s estrat¨¦gico mayor, el ¨²nico hasta hoy.
En Colombia, el grupo de Cali liderado por los Rodr¨ªguez Orejuela, que hab¨ªa establecido una meticulosa integraci¨®n vertical del narcotr¨¢fico, fue desbaratado. Pero lo m¨¢s importante fue una ofensiva conjunta de Estados Unidos con Per¨² para destruir el puente a¨¦reo de la coca¨ªna.
Aviones AWAC, que despegaban desde Panam¨¢; aeronaves Orion P-3 que lo hac¨ªan desde Manta, en Ecuador; junto con radares en tierra en Iquitos y Andoas, en la selva peruana, cubrieron con sus diferentes pisos rad¨¢ricos, el vuelo de las narcoavionetas.
Ubicada su l¨ªnea de vuelo, las avionetas eran interceptadas por aviones peruanos de empleo t¨¢ctico: los Tucano y los A-37. Conminadas a aterrizar, las avionetas eran derribadas si se negaban a hacerlo.
De acuerdo con fuentes de la Fuerza A¨¦rea peruana, hubo m¨¢s de 300 vuelos de interdicci¨®n que llevaron a la destrucci¨®n de 100 narcoavionetas, buena parte de las cuales fueron derribadas en el aire.
El efecto fue contundente: los narcovuelos cesaron, el precio se desplom¨®, el ¨¢rea plantada con coca cay¨® desde 130.000 hect¨¢reas en Per¨² a menos de 30.000.
Pero no se consolid¨® lo ganado; y el abatimiento de una avioneta de una familia de misioneros, con la muerte de dos personas en 2001, llev¨® a la suspensi¨®n indefinida del programa.
Luego de una lenta recuperaci¨®n, el narcotr¨¢fico peruano pas¨® de exportar la coca¨ªna a pie, en caravanas de mochileros, a hacerlo en veh¨ªculos. Y desde el 2012, ante el aumento de la demanda, una flota creciente de vetustas avionetas bolivianas reconstruy¨® el puente a¨¦reo de la coca¨ªna ¡ªahora desde las zonas productoras a Bolivia y desde ah¨ª a Brasil¡ª.
De pocos vuelos por semana, se pas¨® a cuatro o m¨¢s por d¨ªa, solo en el valle del VRAE. Ir¨®nicamente, el VRAE, que es la zona m¨¢s militarizada de Per¨² por la presencia agresiva de una guerrilla postsenderista, registra una invasi¨®n cotidiana de las avionetas bolivianas ¡ªsalvadas del chatarreo en Estados Unidos y vendidas a compa?¨ªas bolivianas que emplean a sus semisuicidas pilotos (el porcentaje de accidentes parece alto) en la aeroexportaci¨®n de la droga¡ª.
Las avionetas sobrevuelan las bases militares y aterrizan cerca de ellas, sin que las fuerzas de seguridad puedan impedirlo.
?Por qu¨¦? Sucede que Estados Unidos cambi¨® de pol¨ªtica y ahora se opone decididamente al derribo de las narcoavionetas. En la colonializada guerra antidrogas la regla ha sido que EE UU manda y punto final, aunque hay ahora signos claros de que ¡ªdesde Tegucigalpa hasta Lima¡ª el liderazgo estadounidense ya no es aceptado en forma reverencial.
Entre tanto, mientras Per¨² busca identificar formas aceptables de interdicci¨®n a¨¦rea, el ruido de los motores de avioneta sobre los cielos del VRAE y otros valles productores de coca¨ªna indica el crecimiento veloz de un narcotr¨¢fico energizado, lo cual, en lo que respecta al crimen organizado, representa malas noticias para el continente.
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