El complot de las batas blancas
En la misma medida en que un tirano se hace m¨¢s represivo, se incrementa su p¨¢nico
El elemento b¨¢sico de todo r¨¦gimen dictatorial es el miedo, pero no solo el que infunde el dictador a sus oprimidos, sino el miedo que a ¨¦l lo persigue y acosa. En la misma medida en que un tirano hace m¨¢s crueles e injustas sus acciones represivas, se incrementa su p¨¢nico. Desconf¨ªa de todos y su c¨ªrculo de incondicionales en quienes puede creer se cierra cada vez m¨¢s. Del dictador venezolano Juan Vicente G¨®mez se recuerda que al pie de su cama, en el suelo, dorm¨ªa el indio Eloy Tarazona, elevado al grado de coronel por su servilismo. Ten¨ªa entre sus deberes probar la comida que deb¨ªa consumir el benem¨¦rito. Ni la familia del dictador le inspiraba a este tanta confianza.
El destino de Ch¨¢vez, con respeto de las mil y una diferencias, termin¨® siendo similar al de Stalin
Pero ning¨²n caso de miedo bidireccional fue tan singular como el de Isosif Stalin. En los ¨²ltimos quince a?os de su vida, solo su ama de llaves, Valentina Istomina, pod¨ªa acceder a ¨¦l sin restricciones. Era tanto el terror que inspiraba el tirano sovi¨¦tico que los guardias que o¨ªan desde el exterior de sus habitaciones los ruidos extra?os que produc¨ªa por su derrame cerebral, no se atrev¨ªan a entrar para saber qu¨¦ le suced¨ªa. Cuando por fin un oficial lo hizo y avis¨® al temible jefe de la polic¨ªa Lavrenti Beria, este, sumido en p¨¢nico, tampoco sab¨ªa qu¨¦ hacer y solo fue al d¨ªa siguiente cuando llamaron a los m¨¦dicos.
Los testigos del suceso dicen que esos m¨¦dicos estaban aterrados; sus manos temblaban tanto que no pod¨ªan quitarle la camisa al paciente y tuvieron que cortarla con tijeras. A ninguno se le ocurri¨® que Stalin podr¨ªa ser intervenido quir¨²rgicamente, les horrorizaba pensar en las consecuencias por si mor¨ªa. Lo singular de la historia para el tema que nos ocupa, es que ninguno de esos m¨¦dicos conoc¨ªa a Stalin ni sab¨ªa de su historia cl¨ªnica: era la primera vez que lo examinaban.
Todos los m¨¦dicos del Kremlin estaban en prisi¨®n y en v¨ªas de ser condenados a muerte, acusados de un complot para asesinar a los m¨¢s altos dirigentes de la URSS. El mismo Stalin los denunci¨® en un discurso ante el Politbur¨® en diciembre de 1952: ¡°Todo sionista es agente del espionaje estadounidense. Los nacionalistas jud¨ªos piensan que su naci¨®n fue salvada por los Estados Unidos, all¨¢ donde ellos pueden hacerse ricos y burgueses. Piensan los jud¨ªos que tienen una deuda con los estadounidenses. Entre los m¨¦dicos, hay numerosos sionistas¡±. El 13 de enero de 1953, Pravda, ¨®rgano oficial del Partido comunista, public¨® un art¨ªculo ferozmente antisemita, con el t¨ªtulo: ?Bajo la m¨¢scara de m¨¦dicos universitarios hay esp¨ªas asesinos y criminales?. La denuncia era de una "conspiraci¨®n de burgueses sionistas" organizada por el Congreso Jud¨ªo Mundial y financiada por la CIA. Los complotados ser¨ªan once m¨¦dicos de los cuales siete eran jud¨ªos. La muerte de Stalin, el 5 de marzo de 1953, salv¨® la vida de esos m¨¦dicos.
Nicol¨¢s Maduro es heredero de un pa¨ªs en ruinas y con el servicio de salud en escombros
Lo que nadie podr¨ªa imaginar entonces es que 46 a?os despu¨¦s, en un pa¨ªs de Am¨¦rica del Sur, apareciera un teniente coronel tan paranoico y tan profundamente antisemita como el tirano sovi¨¦tico, y con un odio similar al de aquel contra los m¨¦dicos de su propio pa¨ªs. El repudio de Hugo Ch¨¢vez contra todo venezolano que ejerciera la medicina comenz¨® con su primer gobierno en 1999. Muchos cre¨ªmos que aquello fue solo el pretexto para llenar a Venezuela de supuestos m¨¦dicos cubanos, de los cuales muchos eran param¨¦dicos y otros activistas de la revoluci¨®n cubana. Pero el acoso continu¨® y fue implacable hasta el punto de provocar la emigraci¨®n masiva de profesionales de la salud, desde los m¨¢s prestigiosos hasta los reci¨¦n graduados. No se sabe con exactitud cu¨¢ntos se han ido a ejercer la medicina en otros pa¨ªses, lo que si se sabe es que quienes se grad¨²an quieren desesperadamente irse de Venezuela.
El destino de Ch¨¢vez, con respeto de las mil y una diferencias, termin¨® siendo similar al de Stalin. Koba el terrible quiz¨¢ hubiese sobrevivido si los m¨¦dicos que conoc¨ªan su historia cl¨ªnica y ten¨ªan experiencia lo hubiesen operado. Pero estaban presos acusados de conspiraci¨®n. Ch¨¢vez quiz¨¢ habr¨ªa sobrevivido si, en vez de confiar en los magn¨ªficos onc¨®logos y cirujanos venezolanos, no se hubiese entregado en manos de la pirater¨ªa cubana. Fueron la desconfianza y el odio nacido de la paranoia, lo que llev¨® a los dos gobernantes a la tumba.
Hay un refr¨¢n judeo-espa?ol que mis abuelos heredaron de sus ancestros y que aplicaban a cualquier cambio de gobierno: vaya se?or venga peor. Nunca fue m¨¢s sabia esta endecha que en el caso del sucesor de Hugo Ch¨¢vez, verbigracia Nicol¨¢s Maduro. El heredero de un pa¨ªs en ruinas y con el servicio de salud en escombros, ha sido incapaz de superar y desprenderse del socialismo de opereta de su legatario. Hoy le toca enfrentar hospitales y cl¨ªnicas que prestan servicios m¨ªnimos por falta de insumos, equipos da?ados y carencia de especialistas m¨¦dicos. Se enfrenta adem¨¢s a una escasez dram¨¢tica de medicamentos y los m¨¦dicos son agredidos en los hospitales p¨²blicos, por familiares de pacientes. Son los efectos de la campa?a oficialista que atribuye a un enemigo externo la conspiraci¨®n contra la salud del pueblo.
La campa?a oficialista atribuye a un enemigo externo la conspiraci¨®n contra la salud del pueblo
Aparece una epidemia viral con un nombre africano ¡ªchicungunya¡ª y mueren ocho pacientes en un hospital de Maracay, Estado Aragua. El doctor ?ngel Sarmiento, presidente del gremio m¨¦dico de ese Estado lo denuncia y est¨¢ siendo buscado por la polic¨ªa para apresarlo. Mientras la polic¨ªa se afana en localizar a tan peligroso delincuente, esa localidad venezolana tiene el m¨¢s alto ¨ªndice de contagiados; hasta los chavistas claman por el Twitter y por los medios oficialistas, para que Maduro haga algo para evitar m¨¢s muertes. Se calcula que los enfermos de ese mal son m¨¢s de 70.000 y no hay una sola pastilla de acetaminof¨¦n en todo el pa¨ªs para aliviar sus dolores y la fiebre.
En la estructura mental de Nicol¨¢s Maduro y su banda no cabe ninguna soluci¨®n que no sea reprimir, amenazar y fomentar m¨¢s odio contra los m¨¦dicos de su pa¨ªs. Y, ?no faltaba m¨¢s!, acudir a la ciencia cubana tan desarrollada gracias a la revoluci¨®n castrista, para que env¨ªen unos especialistas en conspiraci¨®n bacteriol¨®gica. Si todav¨ªa hay ingenuos que creen que a Ch¨¢vez le inocularon el virus del c¨¢ncer ?por qu¨¦ no van a creer que la chigungunya es obra del Imperio y de su punta de lanza, la oposici¨®n fascista y golpista?
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