La mejor novela de esp¨ªas de Garc¨ªa M¨¢rquez
El Nobel colombiano medi¨® en la crisis de los balseros y propici¨® la colaboraci¨®n antiterrorista entre el FBI y La Habana, seg¨²n un libro reci¨¦n editado en EE UU
Historia de un amor imposible en tiempos de c¨®lera podr¨ªa ser, con permiso del fallecido Nobel, el t¨ªtulo de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez para una novela sobre los casi 60 a?os de desencuentro entre Estados Unidos y Cuba. Un largo y m¨¢gico relato en el que el escritor colombiano ser¨ªa uno de los protagonistas. De hecho, lo fue, al lado de otros como los ex presidentes Jimmy Carter o Carlos Salinas de Gortari, el dictador Francisco Franco o el m¨ªtico y fallecido presidente de Coca Cola, Paul Austin, el hombre que llev¨® la bebida a China despu¨¦s de 30 a?os de prohibici¨®n comunista. As¨ª lo cuenta el libro Back Channel to Cuba, de los investigadores William M. Leogrande y Peter Kornbluh, que narra, con documentos secretos y conversaciones con losprotagonistas, las negociaciones entre Cuba y EE UU desde la revoluci¨®n de Fidel Castro en 1959.
En agosto de 1994, miles de cubanos cansados de restricciones se lanzaron al mar sobre cualquier cosa que flotara para alcanzar Florida. Comenz¨® una pesadilla para Castro y Bill Clinton, llegado a la Casa Blanca un a?o antes. El comandante pidi¨® la mediaci¨®n de Jimmy Carter, pero Clinton desconfiaba de la neutralidad del ex presidente. Washington acudi¨® entonces al presidente de M¨¦xico, Carlos Salinas de Gortari. ¡°Necesitaba a alguien discreto y con acceso a Castro¡±, record¨® el mexicano. El elegido fue Garc¨ªa M¨¢rquez, que se present¨® en su despacho de Los Pinos en 30 minutos. Al rato, Salinas y Castro ya hablaban por tel¨¦fono.
Clinton estaba dispuesto a negociar la crisis s¨®lo si se ce?¨ªa a una cuesti¨®n migratoria y no se abordaba el bloqueo de la isla. Ese fue el mensaje que Garc¨ªa M¨¢rquez llev¨® a Cuba el 24 de agosto a bordo del avi¨®n del presidente mexicano. Cinco d¨ªas despu¨¦s, el escritor pudo entregar la respuesta de Castro a Clinton durante una cena encasa del escritor William Styron y su esposa Rose en Martha¡¯s Vineyard. Adem¨¢s del Nobel, Clinton y su esposa Hillary, acudieron el autor mexicano Carlos Fuentes y el ex ministro de Exteriores del mismo pa¨ªs Bernardo Sep¨²lveda.
Garc¨ªa M¨¢rquez y Clinton se sentaron juntos. El escritor intent¨® seducir a su interlocutor. Le habl¨® de la psicolog¨ªa de Castro, de c¨®mo acercarse a ¨¦l y de las muchas concesiones que hab¨ªa hecho (tibias medidas de apertura, retirada de Angola¡). Los latinoamericanos presentes destacaron que un acercamiento entre EE UU y Cuba mermar¨ªa la influencia de Castro. ¡°Intenta entenderte con Fidel, ¨¦l tiene muy buena opini¨®n de ti¡±, le aconsej¨® le escritor.
"Intenta entenderte con Fidel, ¨¦l tiene muy buena opini¨®n de ti¡±,?le aconsej¨® el escritor. Pero Clinton no pic¨®.
Clinton no pic¨®. ¡°Al principio fue educado, pero al ver que estaba en una emboscada, dej¨® de escuchar¡±, record¨® Williams Luers, secretario de Estado adjunto para Latinoamerica, presente en la cena. ¡°Clinton simplemente se gir¨®¡±, record¨® Rose Styron. ¡°Cambiemos de tema¡±, le dijo en espa?ol Luers a Gabo en medio de una gran tensi¨®n. El escritor pregunt¨® a Clinton qu¨¦ estaba leyendo, y este comenz¨® a hablar de William Faulkner.
Un rato despu¨¦s, a solas, Garc¨ªa M¨¢rquez traslad¨® a Clinton la disposici¨®n de Castro a negociar s¨®lo sobre migraci¨®n. El presidente le pidi¨® que advirtiera a su amigo Fidel que Cuba recibir¨ªa un respuesta muy distinta en la crisis de los balseros de la que recibi¨® de Jimmy Carter con los marielitos (el ¨¦xodo de cubanos a Florida desde el puerto de Mariel en 1980). Clinton le record¨® que aquello le perjudic¨® cuando aspiraba a la reelecci¨®n como Gobernador de Arkansas. ¡°Castro ya me ha costado unas elecciones. No me va a costar dos¡±, le advirti¨®. Al d¨ªa siguiente, Gabo vol¨® a La Habana con el mensaje.
Garc¨ªa M¨¢rquez tuvo un papel decisivo en otra cuesti¨®n: los atentados contra instalaciones tur¨ªsticas cubanas entre 1992 y 1997, que provocaron una interesante colaboraci¨®n antiterrorista entre La Habana y Washington. En este asunto, Castro pidi¨® a su amigo que llevara un mensaje urgente a Clinton. El escritor se present¨® el 1 de mayo de 1998 en Washington con el documento Sumario de los asuntos que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez puede transmitir confidencialmente al presidente Clinton. En ¨¦l, Castro desvelaba una supuesta trama terrorista para derribar un avi¨®n con destino u origen en La Habana, sobre cuyos responsables Estados Unidos ¡°ten¨ªa informaci¨®n suficiente¡± para su desmanelamiento.
Clinton, de viaje, no le pudo recibir, pero una cena en casa del expresidente colombiano C¨¦sar Gaviria hizo que el Nobel coincidiera con uno de los principales consejeros del presidente ,Thomas McLarty, al que transmiti¨® sus intenciones. Dos d¨ªas despu¨¦s, Gabo fue invitado al ala oeste de la Casa Blanca. ¡°Esta no es una visita oficial¡±, dijo Garc¨ªa M¨¢rquez para alivio de sus interlocutores. Acto seguido, les entreg¨® un escrito, que todos leyeron. ¡°?Es posible que el FBI contacte con sus hom¨®logos cubanos para luchar juntos contra el terrorismo¡±, pregunt¨® el escritor. El zar antiterrorista Richard Clark, presente en la reuni¨®n, lo consider¨® una ¡°buena idea¡±. La reuni¨®n fue un ¨¦xito. Antes de despedirse, McLarty tuvo un cumplido con Gabo: ¡°Tu misi¨®n era muy importante. Lo has hecho muy bien¡±.
El exceso de celo de Franco
"Es la conexi¨®n ib¨¦rica", explica Peter Kornbluh, coautor de Back Channel to Cuba, sobre un cap¨ªtulo de la historia reciente de Espa?a: las gestiones de Franco para intentar mejorar las relaciones entre la isla y Estados Unidos. En la primavera de 1964, la diplomacia espa?ola propici¨® un encuentro en un caf¨¦ de Par¨ªs entre agentes de la CIA y el embajador cubano en Francia, Antonio Carrillo. La CIA ten¨ªa inter¨¦s en Carrillo como un posible desertor y no tanto como medidador para un restablecimiento de relaciones. La intentona se frustr¨® porque The New York Times revent¨® la noticia. "Cuba tantea el terreno para un acuerdo con Estados Unidos", cont¨® el peri¨®dico. El diario ABC contribuy¨® con la revelaci¨®n de una supuesta hoja de ruta para el acercamiento entre los dos pa¨ªses.
Tres a?os despu¨¦s, en 1967, Washingto plante¨® al ministro de Exteriores Fernando Mar¨ªa Castiella la posibilidad de hacer llegar un mensaje a Castro, dejando claro que hab¨ªa dos temas innegociables (la ayuda de La Habana a movimientos guerrilleros en Am¨¦rica Latina y la presencia de armamento sovi¨¦tico en Cuba). La diplomacia espa?ola interpret¨® la sugerencia de Washington como una petici¨®n oficial de intermediaci¨®n.
En Noviembre, Franco envi¨® a La Habana al diplom¨¢tico Adolfo Mart¨ªn-Gamero para entregar un ¡°mensaje especial¡± a Fidel Castro. ¡°El mensaje ha sido aceptado con inter¨¦s y ha tenido un indudable efecto¡±, escribi¨® Mart¨ªn-Gamero. El 22 de diciembre, el informe espa?ol lleg¨® a manos del presidente Johnson. El asesor presidencial Walt Rostow mont¨® en c¨®lera. En su opini¨®n, seg¨²n un memorando de una reuni¨®n, Madrid hab¨ªa incurrido en un exceso de celo. "Los espa?oles han tomado lo que pretend¨ªa ser un recordatorio discreto sobre nuestra posici¨®n por un mensaje emitido por un enviado especial", se quej¨®. ¡°Si se filtra, tendremos problemas¡±, a?adi¨®. El 16 de julio de 1968, Washington comunic¨® a Madrid que sus buenos oficios deb¨ªan concluir.
Sobre el mensaje, Kornbluh cree que tiene que ver con el asesinato de Che Guevara un a?o antes a manos de la CIA y el Ej¨¦rcito de Bolivia. Washington estaba convencido de que esa muerte obligar¨ªa a a Castro a replantear su papel en el continente. ¡°Esos que hacen el signo de la victoria por haber matado al Che se equivocan si creen que con ¨¦l mueren sus ideas¡±, proclam¨® el cubano. Lo cierto es que hasta una d¨¦cada despu¨¦s, con la revoluci¨®n sandinista en Nicaragua, La Habana no volvi¨® a apoyar a ning¨²n movimiento guerrillero.
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