La revoluci¨®n que hace los deberes
Las movilizaciones prodemocracia despiertan la conciencia pol¨ªtica en la generaci¨®n hongkonesa m¨¢s joven pese a las reticencias de sus mayores
¡°?Hay que hallar el seno o el coseno?¡±, pregunta Alison Wong, de 16 a?os, una chiquilla menuda, con coletas y unas gafas de pasta que le ocupan media cara, sin levantar la vista de su ejercicio de matem¨¢ticas. ¡°El coseno¡±, le replica su amiga Phoebe Chui, de la misma edad. Est¨¢n sentadas una junto a otra, concentradas en hacer sus deberes escolares, mientras ante ellas pasan voluntarios que ofrecen botellas de agua, lazos amarillos (s¨ªmbolo de la protesta prodemocr¨¢tica) o toallas h¨²medas para aguantar el calor. Otros gritan ¡°Leung Chun-Ying, dimisi¨®n¡± para exigir la marcha del impopular jefe del Gobierno aut¨®nomo hongkon¨¦s.
Antes de que comenzara la campa?a de desobediencia civil convocada por el movimiento Occupy Central y los grupos estudiantiles, la pol¨ªtica no les interesaba ni lo m¨¢s m¨ªnimo. Hoy Alison y Phoebe exponen con la fluidez de un activista veterano sus motivos para participar en las marchas que vive Hong Kong desde hace una semana. ¡°No queremos una tiran¨ªa en Hong Kong. Queremos libertad y queremos luchar por ella. China y Hong Kong son demasiado distintas. No queremos tener un sistema como all¨ª, queremos poder decidir nuestros propios asuntos. Queremos una democracia verdadera, con elecciones libres, poder decidir nuestros propios candidatos y que se tenga en cuenta nuestra opini¨®n¡±, afirman. No van a olvidar la campa?a de desobediencia civil. Aunque terminen las manifestaciones seguir¨¢n interesadas en la pol¨ªtica del territorio aut¨®nomo.
Toda una generaci¨®n de hongkoneses, la de los j¨®venes entre los 15 y los 30 a?os, anta?o ajena al activismo pol¨ªtico, ha adquirido una concienciaci¨®n que hubiera parecido impensable hace un a?o. Y probablemente no haya vuelta atr¨¢s. ¡°Es un nuevo movimiento social. No surge de la manera tradicional, a partir de un partido pol¨ªtico o una esfera de poder. Mucha gente se ha sumado porque simpatiza con las ideas del movimiento¡± pro democr¨¢tico que encabezan Occupy Central y las organizaciones estudiantiles, se?ala Ivan Choy, profesor de Administraci¨®n P¨²blica de la Universidad China de Hong Kong.
Son los j¨®venes los que, de manera abrumadora, han acudido por decenas de miles a bloquear el centro de Hong Kong, y otros puntos de la ciudad, para exigir la dimisi¨®n del jefe del Ejecutivo aut¨®nomo y reclamar una reforma electoral que permita unas elecciones completamente libres, bajo sufragio universal y designaci¨®n ciudadana de candidatos.
¡°Mis padres piensan que las protestas van a ser un desastre? para las finanzas¡±, dice una estudiante
Los mismos j¨®venes que se han organizado en cadenas para mantener las calles ocupadas libres de basura. Que han montado puestos de primeros auxilios y de reparto gratuito de vituallas. Que han establecido puntos de reciclaje de los desechos. Y que aprovechan los tiempos muertos para ofrecerse gratuitamente como traductores, dar masajes para las piernas cansadas, o impartir tutor¨ªa de matem¨¢ticas. Otros confeccionan los lazos amarillos que se?alan el apoyo a la causa de la revoluci¨®n de los paraguas.
Muchos ni siquiera est¨¢n aqu¨ª con el apoyo de sus familias. Los padres de Christina, una estudiante de F¨ªsicas de 20 a?os, y de Cindy, de 17 a?os y estudiante de Biolog¨ªa, no saben que sus hijas vienen a las marchas. ¡°?Uf! Si lo supieran, tendr¨ªa un problema¡±, confiesa Christina. ¡°No est¨¢n de acuerdo en absoluto con todo esto. Creen que los l¨ªderes estudiantiles nos han comido el coco. Ellos piensan que esto va a ser un desastre para las finanzas de Hong Kong y les importan m¨¢s la econom¨ªa y la estabilidad¡±, explica.
La generaci¨®n de sus padres, en general, es menos entusiasta hacia las manifestaciones. Cuentan con empleos estables e hipotecas. Vivieron los tiempos de la colonia brit¨¢nica, en los que tampoco hab¨ªa elecciones libres. Sus hijos se han criado en un mundo m¨¢s globalizado, con pleno acceso a la cultura occidental, y han desarrollado un sentido de identidad como hongkoneses. Sienten que tienen poco en com¨²n con los chinos continentales, a los que ven, con mayor o menor raz¨®n, menos cultivados, con una mentalidad mucho menos flexible. La creciente presencia en Hong Kong de ciudadanos e intereses chinos les suscita suspicacias. Les achacan problemas como la carest¨ªa de la vivienda ¡ªun hongkon¨¦s dedica de media un 70% de su sueldo a pagar su piso¡ª o los problemas para encontrar plazas en los centros educativos.
El profesor Chan Kin-Man, uno de los l¨ªderes del movimiento Occupy Central, se declara orgulloso de los j¨®venes. ¡°Me han sorprendido¡±, se?ala. El objetivo de su movimiento, recuerda, era no s¨®lo presionar en favor de unas elecciones libres, sino concienciar a los hongkoneses sobre la necesidad de luchar por sus derechos y participar activamente en pol¨ªtica. ¡°Nosotros somos meros profesores universitarios, sin m¨¢s conexiones pol¨ªticas que el resto de la gente. Pero est¨¢bamos dispuestos a correr riesgos, y esper¨¢bamos mover a otros. Y la gente ha respondido y ha venido¡±.
Pase lo que pase, la cultura pol¨ªtica de Hong Kong dif¨ªcilmente ser¨¢ la misma de aqu¨ª a 10 a?os. ¡°Ha llegado una nueva generaci¨®n de l¨ªderes estudiantiles que desempe?ar¨¢ un papel muy importante en el proceso pol¨ªtico. Traer¨¢ una nueva manera de hacer pol¨ªtica. Son m¨¢s participativos, m¨¢s conscientes de s¨ª mismos¡±, considera el profesor Choy.
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