La izquierda mexicana pelea a dos bandas
El PRD renueva su c¨²pula con el reto de diluir a L¨®pez Obrador y superar a un PRI en plena forma
El Tragabalas es ahora un hombre tranquilo. Le gusta hablar con calma y, cuando entra en complejidades, toma un bol¨ªgrafo y, como buen matem¨¢tico, se detiene a explicarlas con diagramas. En los a?os setenta fue uno de los l¨ªderes de la revolucionaria Liga Comunista 23 de Septiembre, un guerrillero legendario que acab¨® sus d¨ªas preso en las c¨¢rceles del r¨¦gimen de Luis Echeverr¨ªa. De aquella ¨¦poca le queda una mand¨ªbula reconstruida con hilos de acero, recuerdo del tiro que le dispar¨® en plena boca un polic¨ªa y del que milagrosamente sali¨® con vida. La gesta le vali¨® su nombre de guerra, El Tragabalas, y posiblemente tambi¨¦n la enorme calma con la que, ya como Jes¨²s Zambrano (Sonora, 1953), ha presidido desde 2011 el Partido Revolucionario Democr¨¢tico (PRD), la fuerza hegem¨®nica de la izquierda mexicana.
Zambrano es un pol¨ªtico cuyo historial representa ese progresismo latinoamericano que abandon¨® los postulados de la ortodoxia marxista para conducir a su partido a orillas m¨¢s moderadas y, llegado el momento, dar sost¨¦n a acuerdos hist¨®ricos como el Pacto por M¨¦xico, principal motor de las reformas que est¨¢n cambiando la faz del pa¨ªs norteamericano. Ese es posiblemente su principal legado. El que desde este domingo ha heredado su sucesor al frente del PRD, Carlos Navarrete (Guanajuato, 1958), un antiguo l¨ªder estudiantil, fiel aliado de Zambrano y de su l¨ªnea pactista, y ante quien se proyecta una tarea que no alcanzaron sus antecesores: conducir al PRD a la presidencia de la Rep¨²blica de M¨¦xico.
Navarrete responde al perfil de Nueva Izquierda, la facci¨®n dominante en el PRD, un universo poblado de clanes donde la pol¨ªtica se teje d¨ªa a d¨ªa. Buen fajador y de talante moderado, quienes le conocen aseguran que es capaz de forjar alianzas sobre una cuerda floja. Aunque ha prometido una oposici¨®n m¨¢s en¨¦rgica y mantiene el rechazo a la reforma energ¨¦tica, pocos creen que cerrar¨¢ por completo las puertas al di¨¢logo. Su larga trayectoria parlamentaria (fue presidente del Senado) avala a primera vista esta capacidad de negociaci¨®n. Y el momento le es propicio para ello. La formaci¨®n que acaba de asumir poco tiene que ver con la que tom¨® Zambrano en 2011. En estos a?os, el PRD se ha despojado de dos enormes pesos que, para bien o para mal, marcaban el paso al partido.Su fundador, Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas (DF, 1934), hijo del m¨ªtico general L¨¢zaro C¨¢rdenas, se ha ido apartando de las tareas ejecutivas y ahora ejerce de patriarca espiritual. Su retorno a la contienda se da por imposible. Y el candidato en las dos ¨²ltimas elecciones presidenciales, el irredento Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador (Tabasco, 1953), representante del espectro m¨¢s ortodoxo del PRD, ha creado su propio partido, Movimiento de Regeneraci¨®n Nacional (Morena).?
Las evoluciones de L¨®pez Obrador son seguidas con suma atenci¨®n por la nueva c¨²pula del PRD. El pol¨ªtico tabasque?o est¨¢ acostumbrado a provocar terremotos ah¨ª donde pisa. En las dos elecciones que perdi¨®, frente a Felipe Calder¨®n y Pe?a Nieto, rechaz¨® aceptar los resultados y llam¨® a la contestaci¨®n civil. Aunque ahora viaja con poco bagaje, su carisma electoral le convierte en un quebradero de cabeza para el PRD. Por escaso que sea su impacto, el da?o puede ser inmenso para su antiguo partido, dada la fragmentaci¨®n electoral mexicana, un mosaico de tres piezas donde ninguna fuerza, por s¨ª sola, ha logrado la mayor¨ªa absoluta en el Congreso de los Diputados desde 1997 o en el Senado desde 2000. ¡°Podemos perder tres o cuatro puntos de voto radical, pero ganamos por la zona del centro y el centro izquierda¡±, sostiene un alto dirigente del PRD.
La medici¨®n exacta del impacto de L¨®pez Obrador se obtendr¨¢ en las elecciones intermedias de junio 2015, cuando se renueven nueve gobernadores, 17 c¨¢maras estatales (incluida DF) y 1.015 ayuntamientos. Estos comicios, casi a mitad de mandato de Enrique Pe?a Nieto, centran la atenci¨®n de los estrategas de los grandes partidos. Para el gubernamental PRI suponen una rev¨¢lida a su programa de reformas, alabado en el extranjero, pero acogido con frialdad en el interior, sobre todo entre una clase media que a¨²n no ha visto sus frutos, pero s¨ª ha sufrido el aumento de los impuestos. En el caso del PAN (la derecha), estas elecciones tienen que dar respaldo a la pol¨ªtica pactista puesta en marcha tras el desastre de 2012, que ape¨® a esta formaci¨®n de la presidencia y la dej¨® como tercera fuerza.
El PRD ha vivido, salvo 1997, las elecciones intermedias como un trago amargo, con resultados por debajo de los obtenidos en las presidenciales. Por ello, el partido centra el tiro en el Distrito Federal, su principal basti¨®n, la jefatura de Gobierno donde en su d¨ªa se foguearon C¨¢rdenas o L¨®pez Obrador. Ahora el mando recae en Miguel ?ngel Mancera, un pol¨ªtico que vive horas bajas, pero que para muchos representa la ¨²nica esperanza del PRD. Aunque su puesto no entra en liza, el resultado de la izquierda en la capital, determinar¨¢ su futuro.
¡°En 2015 no le ir¨¢ bien al PRD, porque sufrir¨¢ el embate de L¨®pez Obrador y porque los beneficios del Pacto por M¨¦xico los recoger¨¢ el PAN, al que el electorado vincula m¨¢s con las reformas. La ventaja del movimiento hacia el centro se ver¨¢ a m¨¢s largo plazo¡±, se?ala el analista y dem¨®grafo Roy Campos.
El combate de las intermedias puede traer aparejada una estocada venenosa: una consulta sobre la reforma energ¨¦tica, el punto que llev¨® al PRD a romper el Pacto por M¨¦xico. ¡°Se quebr¨® el acuerdo, pero no la pol¨ªtica de di¨¢logo, esta se mantiene y se mantendr¨¢¡±, puntualiza un dirigente del PRD.
Este intento de someter a las urnas la reforma energ¨¦tica, que todav¨ªa debe pasar el filtro judicial, cuenta con un fuerte apoyo popular, pero representa tambi¨¦n un arma de doble filo: puede da?ar la imagen exterior de M¨¦xico (al menos, econ¨®micamente) y dar¨ªa alas al PRD m¨¢s ortodoxo, lejos del camino hacia el centro emprendido por sus actuales dirigentes y por el que apuestan para la gran batalla: las presidenciales de 2018. Una cita para la que van a requerir toda la p¨®lvora posible. ¡°El PRD no dispone a¨²n de un programa que no sea el rechazo a la reforma energ¨¦tica, una bandera del antiguo nacionalismo revolucionario. Y lo que tiene que generar es una oferta atractiva a la poblaci¨®n, una agenda que incluya la mejora del salario m¨ªnimo, la defensa del consumidor y de los valores ecol¨®gicos, y una redefinici¨®n de la pol¨ªtica con EEUU en temas como la frontera o la lucha antidroga¡±, se?ala el escritor e intelectual H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn.
Los actuales dirigentes consideran que hay tiempo para elaborar ese programa. Su mayor desaf¨ªo ahora mismo procede de la fortaleza de un adversario, el PRI, que parece venido para quedarse. El partido que durante casi tres cuartos de siglo gobern¨® con mano de hierro M¨¦xico, ha aprendido de sus 12 a?os de traves¨ªa del desierto. Con la victoria de Pe?a Nieto cambi¨® su discurso tradicional y a las elecciones de 2018 llegar¨¢ armado no s¨®lo con un potente historial legislativo, sino tambi¨¦n arrullado por la mejor¨ªa econ¨®mica que prev¨¦n los estudios; un ciclo ¨¢ureo fruto de las reformas emprendidas en los primeros dos a?os de mandato. Aunque a¨²n queda lejos, ante ese muro ya se oyen voces que piden un candidato ¨²nico y fuerte para la izquierda. La gran batalla, pasadas las elecciones de 2015, ser¨¢ determinar si merece la pena y, en caso afirmativo, qui¨¦n.
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