La oposici¨®n al euro
Como del euro se benefician los poderosos, la poblaci¨®n tendr¨¢ que sufrir las consecuencias de que sigamos dentro
En el rechazo al euro coinciden la derecha nacionalista con la izquierda antisistema. Pero, mientras que en las ¨²ltimas elecciones europeas la izquierda radical qued¨® reducida a m¨ªnimos, el Frente Nacional de Marine Le Pen con el 25 % de los votos ha sido el partido m¨¢s votado. En un mismo repudio de una econom¨ªa global, el nacionalismo de derechas se une a la izquierda que critica la globalizaci¨®n. Ambos atribuyen al euro la mayor responsabilidad en la permanencia indefinida de la crisis.
En Alemania un nuevo partido de derechas, Alternativa para Alemania (AfD), fundado en el 2013, que ha conseguido ya representaci¨®n en tres parlamentos de los Estados federados, como primera reivindicaci¨®n plantea suprimir el euro y volver a las divisas nacionales, estableciendo un sistema de coordinaci¨®n, pero ¨²nicamente entre econom¨ªas afines.
Hans-Werner Sinn, uno de los economistas alemanes de mayor prestigio, comparte la opini¨®n del peque?o grupo espa?ol de economistas de izquierda, de que, dentro de un euro supervalorado, acorde con los intereses de los pa¨ªses del norte, Espa?a no tendr¨ªa otra salida, al no ser competitiva, que romper con el euro. Mientras no lo haga, su destino podr¨ªa ser una larga fase de congelaci¨®n de su econom¨ªa con un desempleo masivo de larga duraci¨®n.
Alemania es muy cr¨ªtica con la posible introducci¨®n de los eurobonos. El que el Banco Central Europeo (BCE) pueda desempe?ar las funciones de ayuda a los m¨¢s d¨¦biles, como hace la Reserva Federal norteamericana con el d¨®lar, o el Banco de Inglaterra con la libra, es algo que cuenta con su radical oposici¨®n. Los alemanes recuerdan permanentemente el art¨ªculo 125 del Tratado de Maastricht por el que cada pa¨ªs es responsable de sus deudas, sin que quepa en la eurozona un sistema que compense a las econom¨ªas m¨¢s d¨¦biles.
La eurozona se basa en el principio de que cada pa¨ªs es ¨²nico responsable de sus deudas. Incluso la reducci¨®n de los intereses a m¨ªnimos que ha llevado a cabo el BCE para facilitar el pago de la deuda se considera en Alemania una expropiaci¨®n de los intereses que deber¨ªan percibir los ahorradores por sus dep¨®sitos.Con los eurobonos se obligar¨ªa a los contribuyentes alemanes a pagar parte de las deudas ajenas. Reconocen que si bien se tranquilizar¨ªan los mercados y aliviar¨ªan al BCE, a la vez que reducir¨ªan el peligro de quiebra de algunos de los Estados fuertemente endeudados, a la larga, sin embargo, nos llevar¨ªan a la cat¨¢strofe, al favorecer un mayor endeudamiento.
Incluso empiezan a temer que la afirmaci¨®n de la canciller Merkel de que no habr¨¢ eurobonos mientras ella gobierne se sortee cambiando el nombre del producto. La crisis financiera y econ¨®mica de Francia abre una nueva dimensi¨®n en la eurozona a la que habr¨¢ que hacer frente; puede que al final incluso cuestione los dogmas alemanes hasta ahora establecidos.
Han bajado tanto los intereses que tampoco cabe acudir a la soluci¨®n tradicional de que una parte de las deudas se la vaya comiendo la inflaci¨®n. Los bancos, los Estados, se endeudan hasta las orejas, convierten las deudas en p¨²blicas, para luego reducir los intereses del capital a m¨ªnimos, lo que permite mantenerlas a largo plazo. Nada m¨¢s f¨¢cil que transferir las deudas a la generaciones futuras, que no pueden oponerse a lo que sucedi¨® incluso antes de que nacieran. La contradicci¨®n que paraliza a los pa¨ªses del sur es que el desempleo masivo y el descenso de los salarios hace muy dif¨ªcil que salgan del abismo, pero a su vez el nivel alcanzado de salarios los hace en relaci¨®n con la productividad nada competitivos. En el 2012, el salario medio en Polonia era de 7, mientras en Espa?a de 22 euros.
Como forma de aumentar la competitividad, la soluci¨®n antes era una desvalorizaci¨®n de la moneda pero, prisioneros del euro, hoy resulta imposible. Los pa¨ªses del sur de Europa, no tienen posibilidad alguna de salir a flote, pero tampoco est¨¢n dispuestos a abandonar el euro, tanto por el desprestigio que supondr¨ªa, como por el comprensible temor a enfrentarse a lo desconocido. El euro nos ha proporcionado inflaci¨®n en constante descenso e intereses cada vez m¨¢s bajos. Volver a la peseta con la experiencia que hemos tenido con ella produce el natural espanto. Como del euro se benefician sobre todo los poderosos, la mayor parte de la poblaci¨®n tendr¨¢ que sufrir las consecuencias de que sigamos dentro.
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