El error de los socialistas europeos
Han votado la Comisi¨®n de Juncker sin condicionarlo a un cambio en la pol¨ªtica econ¨®mica
Al contrario de lo que se viene escribiendo estos d¨ªas, el principal error de los socialistas (espa?oles y europeos) no est¨¢ en haberse dividido a la hora de confirmar o rechazar la designaci¨®n de Miguel Arias-Ca?ete como comisario de Energ¨ªa y Cambio Clim¨¢tico. Claro que esa divisi¨®n interna es un error: unidos hubieran muy f¨¢cilmente podido negociar con el presidente Juncker el desgajar la cartera de Cambio Clim¨¢tico o, incluso, haber pactado asignar otras responsabilidades al espa?ol, que no era id¨®neo para el cargo, y atribuir esa cartera a alguien con m¨¢s credibilidad en ese tema y as¨ª haber logrado el apoyo de liberales, socialistas e incluso verdes. Pero la responsabilidad ¨²ltima por este espect¨¢culo recae sobre Juncker, que ha forzado demasiado la mano a la hora de asignar las carteras a varios comisarios sin tener en cuenta su perfil, lo que ha puesto en riesgo a toda la Comisi¨®n.
El verdadero error de los socialistas europeos, especialmente de los que han votado por Juncker y por su Comisi¨®n, es no haber entendido que, para estar en un Gobierno de coalici¨®n, que es lo que la Comisi¨®n Juncker es, hay que pactar pol¨ªticas de coalici¨®n y asegurarse de que se dispone de los recursos para ejecutar esas pol¨ªticas. Europa est¨¢ atascada desde hace demasiado tiempo en una recesi¨®n que conlleva unos niveles intolerables de desempleo y frustraci¨®n ciudadana con las pol¨ªticas de austeridad. Esa combinaci¨®n se est¨¢ mostrando doblemente letal: por un lado, genera desconfianza en la Uni¨®n Europea, lo que hace imposible que los Gobiernos pidan ¡°m¨¢s Europa¡± como salida a la crisis; por otro, est¨¢ hundiendo la credibilidad de los partidos socialistas, especialmente los que gobiernan, obligados a aplicar unas pol¨ªticas de austeridad extremadamente impopulares sin obtener a cambio ning¨²n impulso para el crecimiento.
Esta semana, el Fondo Monetario Internacional, famoso por d¨¦cadas de hostilidad a los d¨¦ficits fiscales, ha pedido a los europeos que estimulen su econom¨ªa con pol¨ªticas de inversi¨®n p¨²blica y, lo que es m¨¢s sangrante a¨²n, les ha recordado que con los baj¨ªsimos tipos de inter¨¦s actuales esas inversiones no incrementar¨¢n la deuda a largo plazo, pues se financiar¨¢n de sobra con los r¨¦ditos del crecimiento y empleo que generar¨¢n. Pero la UE sigue, erre que erre, empe?ada en aplicar la misma y fallida receta econ¨®mica.
?Y qu¨¦ hacen los socialistas franceses e italianos? En lugar de condicionar su apoyo a la Comisi¨®n Juncker a un cambio en la pol¨ªtica econ¨®mica, es decir, a un gran pacto por el que cada recorte y cada reforma estructural fuera acompa?ada de un paquete de inversi¨®n p¨²blica que estimulara el crecimiento, se conforman, uno con un comisario (Pierre Moscovici) que consiga un poquito de flexibilidad, y otros con el puesto de Alta Representante y comisaria para las Relaciones Exteriores (Mogherini). Se critica a los socialistas espa?oles por votar contra Juncker, pero antes de hacerlo, los socialistas franceses e italianos deber¨ªan mirar al PSOE y preguntarse si su voto a esta Comisi¨®n, que es el que realmente ha dado la mayor¨ªa a Juncker, es el primer acto de su suicidio pol¨ªtico en casa.
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