La bomba de Kobane
Con la cuesti¨®n kurda - que afecta a la integridad territorial de Turqu¨ªa, Siria e Ir¨¢n - el EI atiza las contradicciones de sus adversarios
En Oriente Pr¨®ximo, ¡°Occidente¡±, (es decir las tres grandes potencias que han dominado la regi¨®n: Gran Breta?a, Francia y hoy d¨ªa Estados Unidos), ha ca¨ªdo en la trampa de sus propias contradicciones. Su estrategia, al terminar la I Guerra Mundial, consisti¨® en impedir la formaci¨®n de Estados-naci¨®n seculares, favoreciendo a los nacionalismos ¨¦tnicos, tribales y confesionales, y, despu¨¦s de la II Guerra Mundial, frente a los Estados que se alzaron en contra de ¨¦l, apoy¨® a dos potencias locales de base confesional, Arabia Saud¨ª e Israel. Una estrategia, en realidad, que se funde con intereses condicionados por la gesti¨®n indirecta de los recursos petrol¨ªferos. Esta pol¨ªtica suscit¨® la reacci¨®n de grupos de inter¨¦s militar regionales, comenzando por el nacimiento de la Turqu¨ªa militar de Ataturk sobre los despojos del Imperio Otomano; despu¨¦s, supuso el ascenso del nacionalismo antiimperial y secular ¨¢rabe, tambi¨¦n apoyado en el Ej¨¦rcito (Egipto, Siria, Irak) y, tras la guerra ¨¢rabe-israel¨ª de 1967 y la destrucci¨®n de Irak en 2003, la emergencia de un panislamismo integrista radicalmente antioccidental. La gran paradoja es que siempre se ha apoyado al islamismo en contra de las corrientes seculares y que hoy es este islamismo el que combate a Occidente.
EE?UU, que acab¨® con el Estado secular iraqu¨ª, se enfrenta en adelante a este integrismo transformado en Estado (autoproclamado) ¡°Isl¨¢mico¡±. Es la prueba, una vez m¨¢s, de que la gesti¨®n del espacio pol¨ªtico en Oriente Pr¨®ximo, basada en las pertenencias identitarias ¨¦tnicas y confesionales, conduce a la guerra perpetua. Que Arabia Saud¨ª e Israel aparezcan como grandes potencias locales no impide ver su debilidad geopol¨ªtica: son fortalezas sitiadas. Sin embargo, en lugar de sacar conclusiones de los fracasos de la confesionalizaci¨®n-tribalizaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, y apoyar en todas partes, incluido Israel, las corrientes laicas, Occidente ha continuado, imperturbable mente, con la antigua estrategia, al obligar a Irak a adoptar una Constituci¨®n ¨¦tnico-religiosa, y al ver en la primavera ¨¢rabe una llamada a la desaparici¨®n ¡°democr¨¢tica¡± de los Estados-naci¨®n, beneficiando a las confesiones (sun¨ªes, chi¨ªes).
Esta equivocaci¨®n constante es dif¨ªcil de creer, pues es una estrategia letal para todos los Estados de la regi¨®n. Ha trastornado Irak, Siria (con la complicidad tribal de la familia El Asad) y ha despertado, con el ba?o de sangre de Kobane, el antagonismo kurdo-turco. La cuesti¨®n kurda es la m¨¢s temible; afecta a la integridad territorial de tres Estados: Turqu¨ªa, Siria e Ir¨¢n. Es una bomba de onda expansiva. Al reabrir militarmente la cuesti¨®n kurda, el EI ha jugando maquiav¨¦licamente con las contradicciones de sus adversarios. Sabe que Ir¨¢n y Turqu¨ªa defender¨¢n ferozmente sus intereses, incluso frente a Occidente. Con lo cual, seg¨²n los propios t¨¦rminos de Barack Obama, se ha iniciado una guerra ¡°larga y dif¨ªcil¡±. La extensi¨®n del caos a Oriente Pr¨®ximo ¡ªsangre y muerte para millares de civiles¡ª durar¨¢ d¨¦cadas.
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