Polonia, el primero del curso del Este
En 1989 fue el pa¨ªs que m¨¢s hizo por el fin del comunismo, hoy es el mejor alumno de la UE
Los polacos se han sentido hist¨®ricamente llamados a las grandes haza?as. Teniendo en cuenta ese precedente, se entiende que encaja bien con su concepci¨®n de s¨ª mismos el haber sido los encargados de inaugurar el ciclo de inestabilidad pol¨ªtica que se llev¨® por delante el Muro de Berl¨ªn y el bloque comunista de Europa Oriental. Y entre todos los polacos, el sindicato Solidarno?? (Solidaridad) fue el gran protagonista de esa historia, aunque para encontrar las ra¨ªces del movimiento de descontento con el r¨¦gimen hay que cavar un poco m¨¢s profundo. Retomando el esp¨ªritu de los precedentes de 1944 y 1956, en 1970 el pa¨ªs ya vivi¨® una explosi¨®n de huelgas por culpa de las subidas de precios de los alimentos. Las protestas se reprimieron a base de tiros y murieron 39 obreros. Diez a?os despu¨¦s se repiti¨® el guion: comida m¨¢s cara y protestas. El propio Leonid Breznev se preocup¨® al enterarse de que los ferroviarios del estrat¨¦gico nudo de Lublin se negaban a trabajar, pero Polonia decidi¨® no movilizar al Ej¨¦rcito. La oposici¨®n tom¨® nota del gesto.
En 1980, en la ciudad portuaria de Gdansk un electricista llamado Lech Wa??sa promovi¨® junto a otros obreros de los astilleros un sindicato clandestino cuya principal demanda era la constituci¨®n de uniones obreras independientes del Partido Comunista, como las que ya exist¨ªan en Yugoslavia. Los implicados en la aventura eran sobre todo obreros cat¨®licos con pocas simpat¨ªas hacia el comunismo. Gracias a su buena organizaci¨®n y al apoyo de la Iglesia y el Papa polaco (Juan Pablo II ocupaba el puesto desde 1978), que pronto comprendieron que Solidaridad era una cu?a perfecta para insertar en las grietas del r¨¦gimen, el sindicato alcanz¨® pronto una proyecci¨®n sorprendente. Sus l¨ªderes protagonizaban toda clase de actos heroicos que atrajeron la atenci¨®n de los ciudadanos, como encierros en minas, huelgas y dem¨¢s desaf¨ªos al Partido Obrero Unificado Polaco (POUP). Llegaron a convocar un congreso tolerado por el Gobierno, y a finales de 1981 parec¨ªan una fuerza imparable, con nueve millones de simpatizantes.
Hasta que el 13 de diciembre de 1981, el presidente del Gobierno, el Mariscal Wojciech Jaruzelski declar¨® la ley marcial y encarcel¨® a la mayor¨ªa de los dirigentes de Solidaridad, que fue prohibido el 8 de octubre de 1982. Obligada a volver a sus or¨ªgenes, Solidaridad persisti¨® como una organizaci¨®n clandestina, y continu¨® acumulando poder hasta que, apenas cinco a?os despu¨¦s, ya ten¨ªa fuerza suficiente para doblarle la mano Jaruzelski y la agenda de reformas que hab¨ªa impulsado ante la presi¨®n que ejerc¨ªan las circunstancias. Una exitosa andanada de huelgas en 1988 forz¨® al Gobierno a negociar con Solidaridad, que empezaba a consolidarse como estructura pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de la acci¨®n sindical. Consciente de que la represi¨®n que deber¨ªa de practicar no podr¨ªa ser peque?a si aspiraba a doblegar al movimiento social que Solidaridad hab¨ªa lanzado, Jarulzeski abri¨® unas negociaciones que abriesen las puertas del Gobierno a alg¨²n l¨ªder no comunista. Desde el 6 de febrero al 4 de abril de 1989 el Gobierno, el sindicato y dem¨¢s grupos de opositores negociaron con una libertad inaudita. La oposici¨®n no s¨®lo logr¨® los que hasta hac¨ªa poco eran sus sue?os m¨¢s locos, como era la consecuci¨®n de sindicatos aut¨®nomos: tambi¨¦n present¨® sus pretensiones de una transici¨®n democr¨¢tica y unas elecciones libres para el pa¨ªs. En un exceso de confianza, se dice que estimulado por un Gorbachov que ve¨ªa en el caso polaco la oportunidad de experimentar en carne ajena los l¨ªmites de las pol¨ªticas aperturistas, el Gobierno cedi¨® y firm¨® los llamados Acuerdos de la Mesa Redonda.
Las elecciones se celebraron el 4 de junio y fueron s¨®lo parcialmente libres. En el Parlamento se crearon 161 esca?os para ser disputados entre los contendientes, pero se reservaron los 299 que ya exist¨ªan para el POUP. A cambio, se cre¨® un nuevo senado con 100 flamantes esca?os que ser¨ªan para el que m¨¢s votos consiguiera. El POUP nunca pudo imaginar que, teniendo el monopolio de los medios de comunicaci¨®n, los candidatos patrocinados por Solidaridad fueran a ganarles 160 contra 1 en el Parlamento, y 99 a 0 en el Senado (el esca?o restante fue para un opositor independiente).
Desmoralizados, los diputados comunistas se desbandaron, mientras los m¨¢s reformistas del POUP comenzaron a presionar para ir m¨¢s all¨¢ en las reformas. A todo esto, la URSS se coloc¨® de perfil y no quiso o¨ªr hablar de ning¨²n tipo de intervenci¨®n militar. El resquebrajamiento de la mayor¨ªa comunista permiti¨® que el 24 de agosto de 1989 se instituyera el primer Gobierno no comunista desde 1948, presidido por el periodista y miembro de Solidaridad Tadeusz Mazowiecki. ?ste forz¨® unas elecciones presidenciales en 1990 que fueron un paseo triunfal de Lech Wa??sa, d¨¢ndole as¨ª la oportunidad de demostrar que era mucho mejor en la tarea de organizar revoluciones que dirigiendo un pa¨ªs democr¨¢tico.
Desde entonces, a un ritmo constante pero imparable, Polonia no ha parado de crecer en el plano internacional. La suya es una historia de ¨¦xito que a la Uni¨®n Europea le gusta escuchar una y otra vez. Tras una ¨¦poca de gran crudeza, con salvajes recortes en el Estado de bienestar y el empleo, su econom¨ªa reflot¨® apoy¨¢ndose en trabajadores baratos y muy codiciados, entre otras cosas gracias a un excelente nivel educativo. El pa¨ªs ha practicado la alternancia pol¨ªtica con relativa naturalidad, y sus cuentas la han aupado a la cabeza de las econom¨ªas continentales. La UE ha premiado su creciente influencia pol¨ªtica (principalmente como portavoz del ala m¨¢s cr¨ªtica con los movimientos de Rusia) concedi¨¦ndole en 2014 a su ¨²ltimo primer ministro, el liberal y exmiembro de Solidaridad Donald Tusk, la presidencia del Consejo Europeo. Durante a?os la mano de obra polaca ha funcionado como el hombre del saco en el relato de los sindicatos europeos, que ve¨ªan en ella una competencia desleal. Sin embargo, Polonia ha demostrado que ten¨ªa algo m¨¢s que fontaneros baratos: cape¨® bien la ¨²ltima crisis y la explosi¨®n de su econom¨ªa parece aterrizar suavemente, sin grandes batacazos en el horizonte. Debido a la orientaci¨®n extremadamente liberal en lo econ¨®mico que ha asumido el pa¨ªs, las principales v¨ªctimas han sido sus servicios sociales y de salud. Su juventud, altamente cualificada, tambi¨¦n ha demostrado tendencia a la aventura, en gran medida presionada por el alto desempleo y los trabajos precarios que encuentra en casa. El reto polaco ahora es consolidarse y demostrar que el t¨ªtulo de primera de la clase no ha sido un regalo con fecha de caducidad.
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