Vot¨® T¨²nez
Las elecciones parlamentarias tunecinas del pasado domingo, que coincidieron con unos delicados comicios en Ucrania y la re?ida segunda vuelta de las presidenciales brasile?as, apenas se registraron en las portadas internacionales. T¨²nez encendi¨® la mecha de la primavera ¨¢rabe, pero lleva tiempo fuera del foco de atenci¨®n global. Bendito olvido, que contrasta con la triste notoriedad que han ido adquiriendo otros pa¨ªses ¨¢rabes desde entonces, empezando por la vecina Libia, y siguiendo por Bahr¨¦in, Yemen, Siria y Egipto. Las elecciones, las primeras celebradas bajo el nuevo marco constitucional, y que ir¨¢n seguidas de presidenciales el 23 de noviembre, pusieron en evidencia los sinsabores y dificultades de la transici¨®n, pero tambi¨¦n, a la postre, certificaron su buena marcha.
Quiz¨¢ esta vez, los dos principales partidos tunecinos acaben obligados a entenderse
Como tantas otras transiciones, la de T¨²nez no ha estado libre de sobresaltos, decepciones e incluso asesinatos pol¨ªticos y violencia. Pero el contraste con otros Estados ¨¢rabes es notorio. T¨²nez ha evitado la tiran¨ªa de la mayor¨ªa islamista, el revanchismo con los que participaron del r¨¦gimen prerrevolucionario, la captura del proceso constitucional por un solo bando (la nueva Constituci¨®n fue apoyada por 200 de 216 diputados) y el enfrentamiento civil. Desde la revoluci¨®n de 2011, la sociedad civil tunecina no ha bajado la guardia y ha obligado a Gobierno y partidos pol¨ªticos a rectificar en numerosas ocasiones. Los tunecinos han aprendido que la democracia es algo demasiado importante para dejarla s¨®lo en manos de partidos y representantes electos. El domingo votaron en buen n¨²mero, castigando a los partidos gobernantes, pero sin abrir la puerta a una regresi¨®n antidemocr¨¢tica. El sistema electoral est¨¢ pensado para favorecer a opciones minoritarias. Este sesgo, que evita que la mayor¨ªa acapare todo el poder, ha sido fundamental para el ¨¦xito de la transici¨®n. Pero es probable que esta vez los dos principales partidos, que han llevado a cabo una dura campa?a de enfrentamiento, acaben condenados a entenderse. Un pacto contra natura para gobernar decepcionar¨ªa a los m¨¢s ac¨¦rrimos partidarios de un lado y otro, al hurtar a los votantes la posibilidad de una clara alternancia.
T¨²nez est¨¢ asentando, a pesar de un adverso contexto regional, las bases de una democracia liberal funcional; elecciones cre¨ªbles y libres de violencia como las del domingo son condici¨®n necesaria, pero en modo alguno suficiente. Sin embargo, este mismo modelo de democracia representativa est¨¢ dando en todo el mundo muestras de agotamiento. Los propios tunecinos han mostrado tanto apego a la idea de democracia y elecciones libres como respeto al pluralismo, intolerancia con el privilegio y la desigualdad, y desconfianza en las instituciones. Nada de ello lo garantizan por s¨ª mismas las elecciones ni la actividad parlamentaria. T¨²nez todav¨ªa lidia con los riesgos del pasado, con los que han encallado sus vecinos, y ya tiene que responder a las nuevas exigencias de futuro de una ciudadan¨ªa que no se conforma con pronunciarse solamente una vez cada cuatro a?os.
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