¡°Con el sufrimiento no se negocia, queremos a nuestros hijos vivos¡±
Los padres de los desaparecidos, tras cinco horas de reuni¨®n con el presidente mexicano, exigen resultados en las investigaciones
El mayor reto pol¨ªtico del presidente de la Rep¨²blica de M¨¦xico, Enrique Pe?a Nieto, se llama Epifanio ?lvarez, lleva vaqueros baratos y jam¨¢s hab¨ªa empu?ado un micr¨®fono ni hablado ante un p¨²blico mayor que su familia. Pero el mi¨¦rcoles, al filo de la medianoche, tras haber pasado cinco horas con el presidente en la residencia oficial de Los Pinos, epicentro del poder federal, este campesino decidi¨® dar el paso y, con la sinceridad de quien tiene un pu?al clavado en el coraz¨®n, explic¨® lo que le ocurre a ¨¦l y al resto de padres de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala. ¡°Se han burlado de nosotros, solo hemos perdido el tiempo. Desde aquella noche en que se los llevaron estamos a la espera. Y el dolor nos hunde. Cuando como, pienso en qu¨¦ estar¨¢ comiendo mi hijo, cuando bebo, pienso qu¨¦ estar¨¢ bebiendo ¨¦l; esto es una pesadilla de la que no podemos despertar¡±.
Las palabras, entrecortadas, de Epifanio marcan la distancia que separa a las autoridades mexicanas de unas familias atrapadas en un t¨²nel de dolor. Un trecho que el presidente Pe?a Nieto, un pol¨ªtico fajado en las m¨¢s duras batallas y conocido por su enorme capacidad convicci¨®n en el t¨² a t¨², intent¨® salvar con una maratoniana reuni¨®n en su residencia oficial. Un escenario de alto riesgo. Los padres, imanes de una enorme ola de solidaridad que ha tomado las calles y universidades de M¨¦xico, representan la desconfianza de muchos ciudadanos hacia unos poderes que, en el caso del salvaje estado de Guerrero, se han mostrado fallidos. En su cara a cara, Pe?a Nieto, seg¨²n asistentes a la cita consultados por este peri¨®dico, se quit¨® la corbata, llam¨® por su nombres a muchos padres, escuch¨® una a una sus amarguras, hizo suyas sus peticiones, actu¨® de catalizador. La reuni¨®n con una duraci¨®n prevista de hora y media, se alarg¨® cinco horas. El pa¨ªs se agolp¨® a la puerta, ante televisores, webs y radios, a la espera de su resultado. La conclusi¨®n fue agridulce. Hubo acuerdo escrito, con firmas de ambas partes, para reforzar la investigaci¨®n y crear una comisi¨®n mixta para mantener informados a los parientes, pero no se logr¨® la aparici¨®n conjunta del mandatario con las v¨ªctimas. La frustraci¨®n por la falta de resultados pudo m¨¢s. Acabada la cita, cada uno tom¨® un camino distinto.
El presidente, con gesto adusto, dirigi¨® un mensaje televisado a la naci¨®n, donde mostr¨® su solidaridad con las familias, con las que dijo compartir ¡°la indignaci¨®n, el dolor y la incertidumbre¡±. Y en un tono que dej¨® pocas dudas sobre su determinaci¨®n para aplastar el mayor problema al que se ha enfrentado en su mandato, remach¨®: ¡°No hay resquicio para la impunidad, vamos a dar con los culpables y aplicar la ley, tope donde tope¡±.
Los familiares, en una imagen que permanecer¨¢ durante mucho tiempo en la retina de los mexicanos, salieron de la residencia oficial y eligieron la sencilla sede del Centro de Derechos Humanos Agust¨ªn Pro Ju¨¢rez, para expresar los sentimientos que les remuerden tras 33 d¨ªas de b¨²squeda fallida. ¡°El sufrimiento no se negocia, las vidas no tienen precio, s¨®lo queremos reencontrarnos con nuestros hijos en la escuela. Llevamos m¨¢s de 30 d¨ªas en el infierno, sin dormir, sin comer. Que sepa el presidente que no confiaremos en ¨¦l ni en el Estado hasta que nos los devuelvan vivos¡±, afirm¨® Felipe de la Cruz, padre de un desaparecido.
El presidente, con gesto adusto, dirigi¨® un mensaje televisado a la naci¨®n
Vestidos modestamente, algunos con evidentes dificultades para expresarse en p¨²blico, los padres y hermanos de los normalistas se subieron a un estrado para mostrar ante un auditorio abarrotado de periodistas su indignaci¨®n. Una y otra vez insistieron en que la falta de resultados hab¨ªa erigido un muro que s¨®lo el hallazgo de los j¨®venes pod¨ªa derribar. Sin perder la fe en que siguen con vida, pese a los m¨²ltiples indicios que apuntan a su exterminio por el narco, exigieron a Pe?a Nieto que acelere las investigaciones. ¡°No podemos confiar sin resultados. Estamos dispuestos a dar la vida por nuestros compa?eros. Hoy el presidente nos ha dado promesas y nosotros necesitamos hechos¡±, remach¨® David Fl¨®rez Maldonado, compa?ero de estudios de los desaparecidos. Al acabar el acto, todos juntos, gritaron su exigencia irrenunciable: ¡°Vivos se los llevaron, vivos los queremos¡±. Un imperativo que, a d¨ªa de hoy, con un impresionante despliegue de fuerzas de seguridad excavando fosas y deteniendo a sicarios ciegos de sangre parece dif¨ªcil de conseguir.
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