Kochville o los hijos de Wichita
Los hermanos Koch heredaron una fortuna que han multiplicado astron¨®micamente
Est¨¢ la Kansas con puerta al sue?o-pesadilla de Dorothy, los chapines rojos y la bruja mala del Este; la Kansas brutal del asesinato a sangre fr¨ªa de la familia Clutter en Holcomb, de la pena de muerte y trasladada a novela por Truman Capote; y la Kansas del petr¨®leo, el dinero y el poder de la familia Koch, que hace palidecer a sagas ¡°como las de Dallas o Dinast¨ªa¡± ¨Cen palabras de Bill, uno de los cuatro hermanos Koch, citado en el libro de Daniel Schulman ¡®Hijos de Wichita¡¯-.
Dorothy sigue residiendo donde siempre lo hizo, en la ficci¨®n; Capote es recordado de cuando en cuando y elevado a cumbres m¨¢s altas en cada ocasi¨®n; y el sello Koch gravita de forma omnipresente por la destartalada Wichita, donde el apellido es reverenciado y odiado a partes iguales por distintos motivos y grupos desde que all¨¢ por los a?os veinte del siglo pasado el patriarca, Fred, llegara a esta ciudad para quedarse proveniente de un remoto pueblo de Texas.
Charles (78) y David Koch (74) han construido con el devenir de los a?os uno de los imperios industriales m¨¢s grandes del mundo y la segunda mayor corporaci¨®n privada de Estados Unidos. En la labor de incrementar astron¨®micamente la fortuna que el hijo de emigrantes holandeses comenz¨® a hacer cuando en lugar de agua sal¨ªa petr¨®leo de los pozos y se transformaba la fisonom¨ªa de Estados Unidos, se han quedado en el camino ¨Caunque no desasistidos, ambos son multimillonarios- dos de los hermanos Koch, el primog¨¦nito Frederick (81) y Bill ¨Ceste ¨²ltimo gemelo de David-.
Pero los hermanos Koch ¨Ccomo se conoce a Charles y David a pesar de que existan Frederick y Bill- han hecho mucho m¨¢s que tocar pr¨¢cticamente la vida de cada uno de los norteamericanos en actividades cotidianas que incluyen desde la gasolina que llena los tanques del coche hasta la carne que se come o la moqueta que se pisa en los hogares. Ambos, como quiso hacer su padre participando en el nacimiento de la John Birch Society ¨Csociedad surgida bajo el temor al peligro comunista-, han dedicado muchos a?os de sus vidas a intentar redibujar el paisaje pol¨ªtico norteamericano existente y hacer de sus ideas libertarias moneda com¨²n.
Porque los Koch no son donantes pol¨ªticos cualquiera. Aportan dinero, s¨ª, y mucho. Donan ellos y, seg¨²n sus detractores, donan otros muchos sujetos fantasma que bajo su batuta inyectan decenas de millones a las campa?as electorales. Pero los Koch adem¨¢s de liquidez contribuyen con una visi¨®n estrat¨¦gica, visi¨®n que luego extienden a trav¨¦s de ¡®laboratorios de ideas¡¯ (think tanks como el Instituto CATO) y organizaciones como American For Prosperity, entre otros.
Sin duda, visi¨®n y liquidez ayudaron a que echara ra¨ªces el movimiento de extrema derecha del Tea Party tras la elecci¨®n de Barack Obama como presidente en 2008. Lo que no deja de ser una iron¨ªa cuando se conoce el germen del que proviene la primera fortuna hecha por el patriarca Koch, que no fue otro que el primer plan quinquenal puesto en pr¨¢ctica en la URSS por Stalin.
Acababa la d¨¦cada de 1920 cuando Koch padre vivi¨® en primera persona la rigurosidad de las leyes del mercado que reverenciaba. Una serie de demandas dejaban fuera de juego la patente para refinar crudo que acababa de crear. Al mismo tiempo, el Kremlin buscaba ingenieros petroleros. La ecuaci¨®n estaba planteada y se resolvi¨® con Fred Koch firmando un contrato por valor de cinco millones de d¨®lares en 1929 para construir 15 refiner¨ªas en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Transcurrido el quinquenio, Koch padre retornaba a Wichita con medio mill¨®n de d¨®lares de entonces en su bolsillo fruto de su colaboraci¨®n con el r¨¦gimen estalinista.
Mucho ha cambiado Wichita desde 1930. Imperturbable sigue el r¨ªo Arkansas. Pero sus m¨¢rgenes relatan hoy una historia social y econ¨®mica bien diferente donde la marca Koch est¨¢ tan presente que esta ciudad de menos de 400.000 habitantes bien podr¨ªa llamarse Kochville. El estadio Koch; el Centro Acu¨¢tico Koch; el Zoo Koch; el Centro de Scout Koch; Big Brothers and Sisters, organizaci¨®n pagada por los Koch bajo el paraguas del Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n¡ ¡°De alguna manera, la vida de casi todos est¨¢ tocada por los hermanos Koch¡±, aventura Bess Hegeman, sentada a la entrada del Zoo a la espera de que salga su hija y nietos.
De 58 a?os, enfermera retirada antes de tiempo por invalidez, Hegeman no entiende muy bien la animadversi¨®n que existe contra los Koch. ¡°Son buenos trabajadores que lo que desean es devolver parte de lo que tienen a la comunidad¡±, explica. ¡°Son gente sencilla¡±, prosigue en referencia a Charles y David Koch, cuya fortuna personal ¨Cde cada uno- est¨¢ valorada en 40.000 millones de d¨®lares. ¡°Mi cu?ado trabaja en su compa?¨ªa y dice que no es raro ver al mayor, al que vive aqu¨ª [David vive en Nueva York], en la cola del restaurante a la hora de la comida, como un trabajador m¨¢s¡±.
Si no es el cu?ado de la se?ora Hegeman, es un primo, un sobrino, un t¨ªo. Alguien. Siempre hay alguien que tiene a alguien que trabaja con o para los Koch en Wichita. En el Caf¨¦ Carlos O?Kelly?s, Reyna relata maravillas de ¡®los patrones¡¯, por lo que ha o¨ªdo, porque ¡°claro, no los conozco¡±. En el Auntie Mae's, Jordin cree que las industrias Koch mantendr¨¢n viva y en el mapa a la ciudad y no la dejar¨¢n desaparecer bajo el polvo, lo que ser¨ªa el caso si no existiesen.
Loas y bienaventuranzas. Hasta entrar en la oficina de campa?a del candidato dem¨®crata a Gobernador, Paul Davis. All¨ª, una joven entusiasta que prepara pancartas para un pr¨®ximo mitin dice que si le piden su opini¨®n, a ella le parece estupendo que los Koch construyan piscinas y den albergue a los chimpanc¨¦s y orangutanes ¨Cen referencia al h¨¢bitat creado dentro del Zoo por los hermanos Koch-. ¡°Pero que no utilicen su dinero para cambiar mis derechos¡±, explica en alusi¨®n a un tema controvertido en Kansas, el aborto, que cost¨® la vida en 2009 al m¨¦dico George Tiller, tras ser tiroteado a la salida de misa por un hombre que dijo en su defensa que lo hizo para evitar que ¡°matara a m¨¢s ni?os¡±. ¡°Los Koch usan su fortuna para comprar voluntades y moldear las leyes a su antojo, y yo no veo mucha filantrop¨ªa en ello¡±. ¡°Si ellos quieren al Gobierno fuera de su vida; yo los quiero a ellos fuera de la m¨ªa¡±, prosigue. ¡°?Es justo, no?¡±, pregunta.
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