Historia se escribe con O de Orb¨¢n
Hungr¨ªa presenta un pasado inmaculado en el que su primer ministro es un h¨¦roe
M¨¢ria Schmidt dirige la Casa del Terror, el museo sobre el nazismo y el comunismo en Hungr¨ªa considerado la instituci¨®n hist¨®rica m¨¢s popular del pa¨ªs con 70.000 visitantes semanales. Y hay que agradecerle que no se ande con rodeos al identificar a sus enemigos: ¡°Los comunistas ten¨ªan hasta hace poco el monopolio en el an¨¢lisis de la Historia y no aceptan perderlo. Sin poder pol¨ªtico ni medios de comunicaci¨®n, era su ¨²ltimo reducto. Pero la izquierda est¨¢ pereciendo, y eso es bueno¡±.
Una acotaci¨®n: para Schmidt son muchos los ¡°comunistas¡± sueltos por el mundo, en concreto, todos los que no son ¡°de derechas¡±, como se define a ella misma. En la lista entran ¡°esos comunistas que se llaman liberales¡±, tambi¨¦n buena parte de la intelectualidad europea y, por supuesto, los historiadores que defienden la metodolog¨ªa cient¨ªfica y un acercamiento neutral al pasado. ¡°?Una Historia neutral? ?Qu¨¦ es neutral en la vida?¡±, se pregunta Schmidt.
En Hungr¨ªa el comunismo cay¨® hace 25 a?os, pero la controversia sobre la herida hist¨®rica sigue abierta con una virulencia terrible. Este a?o se ha discutido acerca de un memorial al Holocausto en el que se presenta a Hungr¨ªa como v¨ªctima de Alemania y no su aliada durante la guerra ni las deportaciones de jud¨ªos. Tambi¨¦n sobre otro proyecto de Schmidt: un homenaje a los ni?os asesinados en el Holocausto que ha disgustado a parte de la comunidad hebrea. Y, por supuesto, sobre la decisi¨®n del Gobierno de Viktor Orb¨¢n de elegir los libros de texto que se usan en las escuelas.
Los libros de texto se han nacionalizado y se imponen a los profesores
Pero en la Casa del Terror es donde mejor se entiende el cisma. Su sede, en la elegante avenida Andr¨¢ssy de Budapest, fue cuartel tanto de los nazis h¨²ngaros como de la polic¨ªa comunista. El museo luce una est¨¦tica propia de c¨®mic, con luz baja, m¨²sica t¨¦trica, y teatralizaciones en las que al sonido de un tiro le sigue el de un cuerpo al caer al agua. En una habitaci¨®n con dos percheros en una plataforma giratoria, una chaqueta nazi se convierte en una comunista dando a entender que los autores de todos los cr¨ªmenes fueron los mismos. Y no pertenec¨ªan al pueblo h¨²ngaro.
Schmidt es una figura cercana al primer ministro del pa¨ªs, Viktor Orb¨¢n. Tan cercana que ha sido una de sus asesoras oficiales, y ahora ejerce como primera historiadora del pa¨ªs. ¡°El pasado nazi ya fue duramente castigado¡±, cuenta: ¡°Pero no el comunista. Durante 25 a?os eso ha sido frustrante para la sociedad. En 2002 abri¨® este museo, y esa fue la primera vez que los perpetradores sintieron miedo¡±.
Tanto los partidarios de esta Historia oficialista como los de acercarse a la memoria desde un punto de vista menos militante, coinciden en que la disciplina se ha convertido en un ¡°campo de batalla¡±. Y uno de los grandes objetivos de esa lucha por la verdad es definir el papel que desempe?¨® Orb¨¢n en la salida del socialismo. El episodio central del debate se remonta al 16 de junio de 1989, cuando se celebr¨® en la plaza de los H¨¦roes de Budapest un funeral por las 3.000 v¨ªctimas de una rebeli¨®n anticomunista en 1956 que muri¨® ahogada en sangre. Ese d¨ªa, a los pies del gigantesco monumento que recuerda a los siete jefes de las m¨ªticas tribus magiares, un Orb¨¢n de 26 a?os estuvo entre los diversos oradores que subieron a la tribuna. Casi nadie conoc¨ªa a aquel chico de pelo largo que dirig¨ªa a la asociaci¨®n juvenil Fidesz. Lo observaban severas las estatuas de Elod y Tas, con sus cascos, cuernos y alas. Un Huba de bronce subido a un caballo con una cornamenta de ciervo como ronzal, clavaba en ¨¦l la mirada vac¨ªa. Ante los ojos de los millones de h¨²ngaros que lo segu¨ªan por televisi¨®n, Orb¨¢n ley¨® unos folios en los que ped¨ªa la salida de los rusos.
Los entrevistados de uno y otro bando est¨¢n de acuerdo en que fue un buen discurso, pero no en su trascendencia. Resume la posici¨®n de los acad¨¦micos cl¨¢sicos el profesor de Ciencias Pol¨ªticas Andras Bozoki, que ejerce en la CEU, una universidad privada financiada por el magnate George Soros: ¡°Fue un discurso muy importante, sobre todo simb¨®licamente. Pero los historiadores gubernamentales est¨¢n fetichiz¨¢ndolo. Hubo al menos siete u ocho pasos en el proceso de fin del r¨¦gimen: el de Orb¨¢n fue uno m¨¢s¡±. A esto, Schmidt opone: ¡°Orb¨¢n fue el h¨¦roe de la ca¨ªda del comunismo¡±. Y contin¨²a: ¡°Los comunistas est¨¢n celosos de ¨¦l. Si preguntas en la calle, nadie se acuerda de otro. Fue muy valiente. Y era joven y guapo¡±.
Por eso, en la ¨²ltima sala de la Casa del Terror hay una sala llamada Adi¨®s con tres televisores. El primero muestra el discurso de Orb¨¢n; el segundo, a los soldados rusos abandonando el pa¨ªs; el tercero, a Orb¨¢n inaugurando el Museo y anunciando que el pa¨ªs cerraba la puerta del siglo XX. Istvan Rev, historiador tambi¨¦n de la CEU, se muestra ir¨®nico con esta lectura: ¡°Es una actuaci¨®n admirable. Nuestro primer ministro consigui¨® que el verbo se hiciera carne, y luego cerr¨® el siglo¡±. Pero tras la sonrisa se siente cansado ante tantas ficciones hist¨®ricas que idealizan al h¨²ngaro frente a la presi¨®n extranjera. ¡°Es f¨¢cil gustarle a la gente con este victimismo, pero necesitas valor para aceptar tu Historia¡±. Las cosas en su opini¨®n son m¨¢s complejas: ¡°En Hungr¨ªa es dif¨ªcil encontrar una familia que no tenga ning¨²n miembro ni nazi ni comunista¡±.
Un monumento convierte al pa¨ªs en v¨ªctima de los nazis y no su aliado
Schmidt descarta estas cr¨ªticas de un manotazo: ¡°El problema aqu¨ª no es el Holocausto [ni otros periodos]. Lo que pasa es que no quieren hablar del comunismo, porque yo podr¨ªa preguntarles: ¡®?qu¨¦ hac¨ªais vosotros por esos d¨ªas?¡±.
Los profesores aseguran que un refugio en la universidad privada es un raro milagro para un investigador, porque las instituciones p¨²blicas no permiten estudios rigurosos, y las distorsiones hist¨®ricas ya llegan a la Historia antigua y la medieval. En las escuelas primaria y secundaria incluso una gran corporaci¨®n de profesores controla a los maestros. Y la industria de los libros de texto se ha nacionalizado y, desde este curso, los docentes s¨®lo pueden elegir entre dos manuales propuestos por el Gobierno. Estos libros incluyen afirmaciones como que los h¨²ngaros son m¨¢s espirituales, con una historia m¨¢s exitosa que sus vecinos, o que ver CNN y beber Coca Cola es superficial.
Bulcs¨² Hunyadi, analista del think tank Political Capital, asegura que ¡°muchos padres est¨¢n inquietos porque sus hijos reciben una educaci¨®n muy conservadora, pero ni ellos ni los profesores pueden protestar¡±. Rev considera que las din¨¢micas de confrontaci¨®n est¨¢n influyendo sobre los j¨®venes: ¡°Los l¨ªderes del partido ultraderechista Jobbik son antiguos estudiantes de Historia. La gente con este tipo de tendencias encuentra un refugio en el campo de la Historia porque, siguiendo el ejemplo del Gobierno, uno puede alterar radicalmente el pasado. Los radicales adoran cambiar el curso de la Historia, incluso retrospectivamente¡±.
Mientras esta lucha parece tener un vencedor claro en las aulas, los libros y las mentes, la Uni¨®n Europea asiste confusa a todo lo que viene de Hungr¨ªa. Uno de sus miembros contraviene muchos de los principios fundacionales de los Veintiocho, pero al mismo tiempo sonr¨ªe y se presenta como uno m¨¢s del club. En la plaza de los H¨¦roes el viernes pasado se celebraba un acto militar en honor a un mando europeo de visita. Desfilaban tres unidades de quince hombres sable en ristre. Entre el sonido del tr¨¢fico, una banda interpretaba los himnos de Hungr¨ªa y la UE.
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