¡°M¨¦xico, me dueles mucho. ?Qu¨¦ cosechas sembrando cad¨¢veres?¡±
Una masiva y pac¨ªfica manifestaci¨®n en la capital acaba con un grup¨²sculo tratando de incendiar el Palacio Nacional
Este s¨¢bado al anochecer, un d¨ªa despu¨¦s de que el Gobierno diese por asesinados a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, una manifestaci¨®n recorri¨® el centro de M¨¦xico DF hasta el Z¨®calo, plaza principal de la capital y centro simb¨®lico de la Rep¨²blica. Durante el camino la marcha fue ganando volumen hasta convertirse en una larga columna de miles de personas que acudieron a una convocatoria no partidista impulsada en una sola jornada a trav¨¦s de redes sociales, y con la indignaci¨®n colectiva como resorte.
El transcurso de la manifestaci¨®n fue pac¨ªfico, pero al llegar al Z¨®calo un grup¨²sculo violento aprovech¨® la ausencia de despliegue policial para echarse contra la puerta de madera del viejo Palacio Nacional, sede de la presidencia del Gobierno, cuyo titular, Enrique Pe?a Nieto, parti¨® este domingo hacia China en visita oficial, decisi¨®n que le ha tra¨ªdo cr¨ªticas por la delicada situaci¨®n que vive su pa¨ªs.
Los radicales pintaron la puerta con aerosol, la golpearon a patadas y con vallas, llegaron incluso a intentar quemarla. Por momentos, las llamas prend¨ªan en la madera. Este grupo descontrolado, alrededor de una docena de j¨®venes, puso un broche de caos a una manifestaci¨®n c¨ªvica.
Cuando empezaron a atacar el edificio, hubo gritos pidi¨¦ndoles que parasen. Ellos continuaron. Estuvieron m¨¢s de una hora ceb¨¢ndose con la puerta sin que hubiese fuerzas de seguridad a la vista. Los guardias del Palacio Nacional, que son militares, estaban dentro. Solo recibieron la orden de salir cuando la situaci¨®n lleg¨® a un extremo insostenible, si es que no fue insostenible desde el principio.
Mientras los violentos embest¨ªan la puerta, un coche lleg¨® por un lateral del Palacio y se detuvo. Se baj¨® un hombre vestido de civil, con ropa oscura. Mir¨® a los tres guardias que estaban en esa esquina de la sede presidencial y solt¨® enfurecido:
-?Qu¨¦ pendejada es esta!
A paso r¨¢pido, camin¨® por el borde del edificio hasta la caldera de j¨®venes fuera de quicio. Pocos segundos despu¨¦s, se pudo ver a ese mismo hombre corriendo de vuelta, tratando de escapar de ellos. Pero lo alcanzaron, lo tiraron al suelo y empezaron a patearlo ah¨ª mismo, al pie del palacio presidencial.
En ese preciso instante, apareci¨® medio centenar de guardias por la misma esquina por donde hab¨ªa entrado este hombre, que tal vez era un oficial, y golpeando sus porras contra los escudos se dirigieron hacia los agresores, que se retiraron y dejaron tirada a su v¨ªctima.
Poco despu¨¦s, cuando las cosas ya estaban bajo cierto control, el hombre se acerc¨® a un grupo de periodistas. Llevaba un lado de la cara ensangrentado. Los periodistas le preguntaron qui¨¦n era.
-No soy nadie -respondi¨®. Unos compa?eros suyos se acercaron y se lo llevaron.
La intervenci¨®n de los guardias logr¨® alejar a los iracundos y establecer un per¨ªmetro de seguridad en torno a la puerta. Por entonces, pasadas las once de la noche, el Z¨®calo se hab¨ªa quedado pr¨¢cticamente vac¨ªo y la muestra masiva de indignaci¨®n c¨ªvica hab¨ªa sido sustituida por un ins¨®lito pandemonio de ira grupuscular en el lugar con m¨¢s representatividad hist¨®rica e institucional de M¨¦xico.
Despu¨¦s de que los guardias asegurasen la puerta, llegaron agentes antidisturbios de la polic¨ªa local del DF y se desplegaron por la plaza para dispersar definitivamente a los radicales. Hubo golpes contra algunos de los que quedaban en el Z¨®calo y un hombre qued¨® herido. Los polic¨ªas se replegaron y al cabo de unos minutos lleg¨® una ambulancia para atenderlo. Cuando los param¨¦dicos lo atend¨ªan, una mujer que estaba al lado sufri¨® un ataque epil¨¦ptico. Hubo detenidos, pero de momento no hay informaci¨®n oficial del n¨²mero de arrestos.
Antes del caos, la fuerza ciudadana
Cuando empez¨® la marcha, dos horas y media antes, al frente iba una bandera de M¨¦xico de 15 metros de largo cuyas bandas laterales, en vez de roja y verde, como en el emblema de verdad, eran negras. La banda blanca s¨ª se manten¨ªa en el medio, con el escudo del ¨¢guila devorando una serpiente, pero sobre la representaci¨®n del origen del imperio azteca no pon¨ªa Estados Unidos Mexicanos sino El Estado ha muerto.
La bandera era obra del ¡°contingente de la comunidad art¨ªstica¡±, seg¨²n explic¨® uno de sus miembros, que prefiri¨® no dar su nombre. Era un actor de teatro de 28 a?os con la voz rascada de gritar.
?l dec¨ªa que la concentraci¨®n se hab¨ªa organizado a trav¨¦s de las redes sociales de manera espont¨¢nea, y esperaba que ese siguiese siendo el mecanismo movilizador hasta que se alcanzase el mayor caudal de gente posible: ¡°No buscamos que nadie tome el control, sino que todos nos unamos a la propuesta de quien sea. No queremos que se cree un caudillismo. ?Y tenemos que lograr ser muchos m¨¢s, al menos 100.000 o 200.000!¡±.
La manifestaci¨®n parti¨® de delante de la sede de la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica, responsable de la investigaci¨®n de la matanza. En un cartel se le¨ªa: ¡°Murillo, ?est¨¢s cansado? Pues nosotros estamos hasta la madre. Renuncia¡±, en referencia al procurador general Jes¨²s Murillo Karam, que el viernes, en la rueda de prensa en la que inform¨® del fatal testimonio de tres sicarios -que los 43 hab¨ªan sido asesinados y quemados en un basurero-, casi al final, tras responder durante media hora a preguntas de reporteros, dijo ante el micr¨®fono: ¡°Ya me cans¨¦¡±. Un resbal¨®n en la pr¨®rroga de una comparecencia que durante una hora hab¨ªa sido s¨®lida y que justo cuando acababa dej¨® esas tres palabras que en las redes sociales se han convertido en un lema de hartazgo ciudadano: #YaMeCans¨¦.
M¨¢s carteles de la marcha:
¡°?Y si tu hijo fuera el 44?¡±.
¡°Ya me cans¨¦ del miedo. De las redes a las calles¡±.
¡°M¨¦xico, me dueles mucho. ?Qu¨¦ cosechas sembrando cad¨¢veres?¡±.
¡°Fuera todos los partidos, ni PRI ni PAN ni PRD¡±.
Y adem¨¢s de los carteles, los lemas coreados, sobre todo uno que ya ha resonado m¨¢s veces en un pa¨ªs que acumula 30.000 desaparecidos: ¡°?Vivos se los llevaron, vivos los queremos!¡±. Tambi¨¦n otro que se ha ido oyendo cada vez m¨¢s durante las manifestaciones por el caso Iguala y que alude a la mafia narco-municipal (alcalde y policiales locales incluidos) que estuvo detr¨¢s de la masacre: ¡°?Fue el Estado! ?Fue el Estado!¡±.
Esta es la cuarta manifestaci¨®n desde el d¨ªa de los hechos, 26 de septiembre. La pen¨²ltima fue el mi¨¦rcoles pasado y convoc¨® a decenas de miles de ciudadanos, m¨¢s de 100.000 seg¨²n los organizadores y 20.000 seg¨²n el Gobierno del DF. La mayor¨ªa eran estudiantes veintea?eros, dado que la marcha hab¨ªa sido convocada por las principales universidades de la capital. La de este s¨¢bado, de composici¨®n m¨¢s heterog¨¦nea, no ten¨ªa otro motor que la indignaci¨®n por los hechos conocidos el viernes y la fuerza de agregaci¨®n exponencial de las redes.
Para el jueves 20 de noviembre est¨¢ convocado un paro nacional, tambi¨¦n a trav¨¦s de esos medios y sin aparentes liderazgos sectoriales. La matanza de los estudiantes de Ayotzinapa, pese a un borr¨®n aislado y desconectado del sentir general como el brote de violencia de esta noche, podr¨ªa ser la espoleta de una reacci¨®n de la sociedad civil en busca de una regeneraci¨®n pol¨ªtica contra la corrupci¨®n y la impunidad que subyacen a atrocidades como la de Iguala.
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