Guerra de pobres en los suburbios de Italia
Los vecinos de barrios desfavorecidos de Roma y Mil¨¢n atacan a los inmigrantes Los creen responsables de la degradaci¨®n y la inseguridad en sus calles

Es la guerra m¨¢s triste. Los pobres de aqu¨ª contra los que vinieron de lejos para huir de la pobreza. Disput¨¢ndose las migajas de las casas desocupadas, las casi inexistentes ayudas oficiales, los trabajos que de tan precarios rozan la esclavitud. Durante las ¨²ltimas noches, grupos de vecinos de algunos barrios del extrarradio de Roma y Mil¨¢n han atacado con piedras, palos, cuchillos e incluso botellas incendiarias algunos centros de acogida para inmigrantes y campamentos de n¨®madas provocando da?os y lesiones. La furia de los comit¨¦s vecinales, que culpan a los extranjeros de la inseguridad y la degradaci¨®n de sus barrios, ni siquiera se ha detenido ante la presencia de las patrullas de la polic¨ªa, atacadas tambi¨¦n con piedras y macetas desde las ventanas. En el barrio romano de Tor Sapienza y en el milan¨¦s de San Siro, las mujeres mayores han tomado la voz cantante para ¡°defender la legalidad y la seguridad¡±.
Como soluci¨®n, la alcald¨ªa italiana romana ordena trasladar a los extranjeros
En la calle Giorgio Morandi de Roma, a pocos metros de un centro de acogida para inmigrantes atacado en las noches pasadas, Francesca, de 72 a?os, intenta defender el honor del barrio: ¡°Estamos hartas de que nos llamen racistas. No es un problema de racismo. De hecho, no tenemos problemas con los negros, que casi nunca se meten con nadie, pero estos ¨¢rabes, los tunecinos, los egipcios, dan asco: andan desnudos, se mean desde las ventanas, se meten con las mujeres y, cuando les decimos algo, se r¨ªen en nuestra cara. Mi hija ya no sale de casa sin un cuchillo en el bolso, porque el otro d¨ªa la asaltaron en el autob¨²s¡±.
El martes por la noche, la tensi¨®n acumulada durante los ¨²ltimos meses y la falta de respuesta de las autoridades explotaron frente al centro de acogida de Tor Sapienza. Los antidisturbios de la polic¨ªa se las vieron y desearon para evitar que los inmigrantes fueran apaleados y el edificio incendiado.
Dentro, adem¨¢s de refugiados mayores de edad llegados en los ¨²ltimos d¨ªas y semanas de Lampedusa, se encontraban tambi¨¦n un buen n¨²mero de menores ¡ªsobre todo de origen et¨ªope¡ª que, seg¨²n Gabriella Errico, responsable del centro, ¡°ya llevaban aqu¨ª m¨¢s de un a?o en un proceso cierto de integraci¨®n, iban a la escuela, alternaban con otros muchachos italianos, incluso alguno ten¨ªa novia; muchos se han ido llorando¡±. Porque, tras los altercados, el alcalde de Roma, Ignazio Marino, tom¨® en caliente una controvertida decisi¨®n para tratar de calmar los ¨¢nimos: orden¨® trasladar a los refugiados a otro lugar.
Una medida que, adem¨¢s de envalentonar a los vecinos que decidieron usar la violencia, se demostr¨® in¨²til enseguida. Los extranjeros, que est¨¢n en Italia en situaci¨®n de refugiados y no de detenidos, decidieron volver a las pocas horas, intentando mediar por su cuenta y riesgo. ¡°Sabemos bien¡±, dice una carta dirigida a vecinos y autoridades, ¡°que la violencia genera solo violencia. Y queremos saber qui¨¦n es el responsable de defendernos. Si alguno de nosotros muere, ?qui¨¦n ser¨¢ el responsable?¡±.
Comit¨¦s ciudadanos se erigen en vig¨ªas que no siempre resultan pac¨ªficos
La situaci¨®n en algunos barrios de la periferia de Mil¨¢n no es mejor. La guerra all¨ª ha surgido a ra¨ªz de la ocupaci¨®n de las llamadas casas populares, propiedad de la regi¨®n o el municipio. Se calcula que unos 800 edificios han sido ocupados y de ah¨ª que los comit¨¦s ciudadanos ¡ªcapitaneados tambi¨¦n en su mayor¨ªa por mujeres de edad¡ª se hayan convertido en vig¨ªas, no siempre pac¨ªficos, para evitar la ocupaci¨®n de las casas. Se trata, por tanto, de una situaci¨®n muy parecida a la de Roma. La ausencia del Estado convierte las zonas m¨¢s desprotegidas, golpeadas terriblemente por la crisis, en una especie de ciudad sin ley donde cada uno se ve forzado a defender su trozo de territorio.
Hace unos d¨ªas lo advert¨ªa Susanna Camusso, la l¨ªder de la CGIL, el principal sindicato italiano, en una cr¨ªtica hacia las pol¨ªticas econ¨®micas del primer ministro italiano, Matteo Renzi, que, al calor de los hechos, resultan premonitorias: ¡°La situaci¨®n es peligrosa. Es una situaci¨®n de ruptura. El riesgo es que est¨¢ llevando la guerra siempre m¨¢s abajo. Est¨¢ construyendo una pelea entre trabajadores p¨²blicos y privados, entre los que tienen poco y nada. Est¨¢ quitando recursos del sur para llevarlos al norte. Todo esto divide, rompe. En un clima en el que no hay trabajo, la pobreza est¨¢ creciendo y los ingresos de las personas est¨¢n bajando, esta es una situaci¨®n explosiva¡±.
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