En la c¨¢rcel y sin reloj
En la sociedad urbana, es el reloj el que esclaviza la vida, el que obliga a correr, a no perder un minuto
?C¨®mo soportar la c¨¢rcel y sin reloj? Muy dif¨ªcil, seg¨²n ha contado el abogado del presidente de una empresa detenido en la operaci¨®n 'Lava Jato'. ¡°Es una angustia muy grande en relaci¨®n al tiempo, que nunca pasa¡±, le confi¨® dolorido el empresario a su abogado.
La c¨¢rcel no debe ser una experiencia agradable para nadie pero la importancia del tiempo, y la angustia de no tener reloj es muy diferente para el que se mueve en el mundo de los negocios moviendo miles de millones que, por ejemplo, para el trabajador a sueldo.
Para los ricos el tiempo es ¡°oro¡±, se ha dicho siempre. Para los pobres el tiempo muchas veces es s¨®lo dolor y angustia al no poder cerrar las cuentas de la familia al fin de mes.
Nada m¨¢s relativo que el tiempo, advert¨ªan ya los fil¨®sofos griegos. En verdad, el tiempo no existe, existimos nosotros que somos los que damos cuerpo y vida a lo que llamamos tiempo, espejo de nuestras penas y alegr¨ªas.
Mucha gente debi¨® emocionarse con la angustia del millonario para qui¨¦n el tiempo en la c¨¢rcel, sin reloj, ¡°no pasa nunca¡±
En la sociedad rural, los campesinos no sufr¨ªan por la falta de reloj. Su ¨²nico reloj era el sol y la luz del d¨ªa. Deb¨ªan levantarse antes de que amaneciera y acostarse con el ¨²ltimo rayo de luz. Y dorm¨ªan en paz, como los p¨¢jaros.
En la sociedad urbana, es el reloj el que esclaviza la vida, el que obliga a correr, a no perder un minuto, a ser, en definitiva esclavos del tiempo.
Ancelmo Gois, en su columna de O Globo, recoge la historia del abogado del presidente de empresa detenido. Con la fina iron¨ªa que le caracteriza, escribe que cuando el abogado cont¨® esa historia en el Jornal Nacional, mucha gente debi¨® emocionarse con la angustia del millonario para qui¨¦n el tiempo en la c¨¢rcel, sin reloj, ¡°no pasa nunca¡±.
Para millones de gente com¨²n, en efecto, que tienen que luchar en su trabajo cotidiano, que a veces necesitan hacer varios trabajos para sobrevivir, que nunca tienen tiempo para nada y cuya angustia es justamente la falta de tiempo, el poder disfrutar de unos d¨ªas sin reloj, sin necesidad de trabajar, ser¨ªa m¨¢s un lujo que una angustia.
La c¨¢rcel es dura por otros motivos, no precisamente porque en ella no se pueda usar el reloj. En ella todos deber¨ªan trabajar o estudiar para que fuera un lugar de regeneraci¨®n, pero cuando, como en las c¨¢rceles brasile?as, para la mayor¨ªa de los presos, casi siempre pobres y negros, es un lugar s¨®lo de aparcamiento donde es posible no hacer nada, existe un remedio seguro para no angustiarse sin el reloj y para que el tiempo no se pare: la lectura.
La an¨¦cdota del empresario preso que sufre la angustia de haber sido despojado del reloj y de ver que el tiempo all¨ª nunca pasa, me ha recordado cuando mi padre, profesor de una escuela rural, estando para morir, con s¨®lo 43 a?os, nos reuni¨® a los tres hijos para hablarnos. Eran los tiempos duros de la dictadura militar franquista en Espa?a. Entonces se pod¨ªa ir a la c¨¢rcel s¨®lo por no pensar como el dictador. Eran a?os de escasez de todo y hasta de hambre. Los ni?os ten¨ªamos para toda la primaria un solo libro en el que estaban todas las materias. Se le llamaba eufem¨ªsticamente ¡°enciclopedia¡±. No hab¨ªa otros libros.
Mi padre desde su cama nos dej¨® este testamento: ¡°Vosotros ahora no ten¨¦is libros, pero un d¨ªa los vais a tener. Recordad entonces una cosa: a quien le gusta leer, hasta la c¨¢rcel le ser¨¢ menos insoportable¡±.
Los relojes pueden esperar. El tiempo puede ser oro para hacer negocios, incluso sucios, pero lo puede ser tambi¨¦n para la fruici¨®n de la lectura, el mejor ant¨ªdoto para la peor de las soledades. Un remedio tambi¨¦n contra los demonios que estimulan a usar el tiempo para acumular riquezas a cualquier precio.
La lectura y lo que ella remueve en nuestro cerebro podr¨ªa ser la mejor terapia para mantener nuestra conciencia blindada no s¨®lo contra la mediocridad sino tambi¨¦n contra la tentaci¨®n de la avaricia, por cierto, uno de los pecados capitales que hoy parece estar m¨¢s de moda en nuestra sociedad a la que le sobran relojes y le falta tiempo para vivir y so?ar.
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