Romana y el billonario del amianto: el dolor que no prescribe
La italiana que se convirti¨® en s¨ªmbolo de la lucha contra la fibra asesina es una de las v¨ªctimas derrotadas por Stephan Schmidheiny en el tribunal que avergonz¨® a Italia
Cuando la entrevist¨¦, dos a?os atr¨¢s, me dijo que ya no lloraba. En alg¨²n momento de su lucha contra Eternit, las l¨¢grimas se secaron dentro de Romana Blasotti Pavesi. Pasamos una tarde y una ma?ana conversando en su apartamento en Casale Monferrato. Resulta dif¨ªcil creer a primera vista que en la peque?a ciudad del Piamonte la tragedia respira entre calles y paisajes de cine italiano, en las vitrinas de las confiter¨ªas donde los krumiris, las deliciosas galletas de Casale, se ofrecen a quien pasa. Entonces personas como Romana comienzan a hablar. Y cuando hablan enumeran sus muertos. Y la narraci¨®n una vez m¨¢s desafina con el escenario del apartamento en el que su soledad es acompa?ada por una poblaci¨®n de bibelots bien ordenados y coloridos, una colecci¨®n de peque?os elefantes de todas las formas, or¨ªgenes y texturas, la mayor¨ªa con la trompa hacia arriba. Le pregunto si dan?buena suerte y ella me responde que as¨ª parecen felices. Romana se excusa un momento, con permiso dice, y desaparece en el cuarto. Vuelve de all¨ª con una caja. De dentro de ella saca con la punta de los dedos un cabello largo y raro con diferentes matices de dorado y rojo. Bello, molto bello.?Es de Maria Rosa, dice. La hija de Romana fue la quinta de su familia en morir por el c¨¢ncer del amianto.
Romana es la presidenta de la Asociaci¨®n de Familiares y V¨ªctimas del Amianto de Casale Monferrato. La ciudad fue la se?alada por la f¨¢brica de Eternit instalada all¨ª en 1906. Durante d¨¦cadas, considerada el lugar id¨®neo para los obreros, hasta que los primeros comenzaron a caer por enfermedades provocadas por el material conocido tambi¨¦n como asbesto. Despu¨¦s, ya no eran los trabajadores que estaban en contacto directo con la fibra, sino residentes que nunca hab¨ªan pisado el suelo de la f¨¢brica. Profesores, m¨¦dicos, periodistas, profesionales de todo tipo que habitaban la ciudad comenzaron a morir de enfermedades causadas por el amianto. La contaminaci¨®n ambiental ya se hab¨ªa consumado y las d¨¦cadas ser¨ªan atravesadas por la tragedia. Romana afirma que m¨¢s de 40 nuevos casos de mesotelioma, un c¨¢ncer agresivo y fatal provocado por el amianto, surgen cada a?o en la ciudad.
Casale Monferrato entonces se levant¨® y lider¨® un proceso hist¨®rico en la justicia italiana contra el billonario suizo Stephan Schmidheiny y el bar¨®n belga Louis de Cartier de Marchienne, este ¨²ltimo muerto durante el juicio. Stephan Schmidheiny es heredero de la familia que fund¨® la Eternit suiza y estableci¨® f¨¢bricas de amianto por varios pa¨ªses a lo largo del siglo XX, incluso en Brasil, sembrando la muerte. En 1976, asumi¨® la direcci¨®n de los negocios y, seg¨²n su versi¨®n, habr¨ªa decidido abandonar la producci¨®n de amianto al descubrir que la fibra causaba enfermedades fatales. La Eternit suiza solo sali¨® de las manos de la familia m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s, a finales de los ochenta. El grupo dej¨® la producci¨®n cuando el amianto ya se hab¨ªa convertido en un esc¨¢ndalo de salud p¨²blica en Europa con miles de v¨ªctimas y demandas de indemnizaci¨®n. El primer pa¨ªs en desterrar el amianto fue Islandia, en 1983, seguida pronto por Noruega, en 1984. En 2005, el material fue prohibido por la Uni¨®n Europea. Hoy est¨¢ proscrito en 66 pa¨ªses del mundo, una lista de la cual Brasil no forma parte. Con la venta de las participaciones del grupo suizo Eternit, todo el pasivo ambiental y humano qued¨® atr¨¢s.
A lo largo del proceso de la Justicia italiana, los fiscales revelaron una telara?a de centenares de muertos y enfermos, la mayor¨ªa de Casale Monferrato. Hombres y mujeres contaban c¨®mo perdieron padres, madres, hijos y hermanos de c¨¢ncer, algunos enfermos solo tuvieron tiempo de declarar antes de morir. Adem¨¢s del mesotelioma, la asbestosis, conocida como Pulm¨®n de piedra, es otra enfermedad progresiva y fatal causada por el amianto. En este caso, la inhalaci¨®n de la fibra provoca un ininterrumpido proceso de cicatrizaci¨®n que va endureciendo el ¨®rgano hasta impedir los movimientos de espiraci¨®n e inspiraci¨®n. Las v¨ªctimas de la asbestosis mueren lenta y dolorosamente por asfixia. En Brasil, era en ese momento cuando empresas como Eternit mandaban a sus representantes a los hospitales para que los trabajadores en plena agon¨ªa firmasen un documento aceptando una indemnizaci¨®n irrisoria a cambio de la vida que acababa, impidiendo as¨ª que sus familias iniciasen acciones judiciales despu¨¦s de su muerte.
Marcada por miles de muertos y enfermos, Casale Monferrato lider¨® en la Justicia un proceso hist¨®rico contra el billonario del amianto
El marido de Romana, Mario Pavesi, ya padec¨ªa asbestosis cuando comenz¨® a sentir la punzada en la espalda que anunciaba el mesotelioma. Mario era un hombre reservado, guardaba su mundo dentro de s¨ª, y durante meses mantuvo el secreto del aguijonazo persistente. Ya hab¨ªa visto muchos compa?eros de f¨¢brica tener ese mismo s¨ªntoma y morir despu¨¦s. Un d¨ªa, de repente, Mario dej¨® escapar un gemido. Y Romana supo que la atm¨®sfera de la casa iba a cambiar de forma inexorable, porque aquel hombre no gem¨ªa.
Mario se hab¨ªa quedado hu¨¦rfano a los 16 a?os, obligado a sustentar a la madre y los hermanos peque?os. En seguida, la Segunda Guerra incendi¨® Europa y fue enviado como soldado a uno de sus frentes m¨¢s duros, el de los Balcanes. En el d¨ªa en el que se materializ¨® ante Romana, en una osad¨ªa rara para aquel muchacho demasiado serio, hac¨ªa apenas un a?o que hab¨ªa regresado de Yugoslavia. Nunca se hab¨ªan hablado pero Mario ya se present¨® con intenciones de casamiento. D¨ªas despu¨¦s vieron Ninotchka en el cine. Mario ya hab¨ªa visto la pel¨ªcula, pero como Romana se volv¨ªa loca con Greta Garbo, fingi¨® que era su primera vez. Se casaron siete meses despu¨¦s. En 1957, ya con sus hijos Ottavio y Maria Rosa, Mario entr¨® en Eternit, donde trabajar¨ªa durante 20 a?os. Cuando sinti¨® la punzada en la espalda, estaba jubilado. Muri¨® de mesotelioma la noche del 15 de mayo de 1983, a los 61 a?os. Poco antes de morir, Mario sali¨® de su inconsciencia y tendi¨® la mano a Romana. Ella la retuvo durante un largo silencio. Despu¨¦s de una vida, se despidieron as¨ª. Romana no hubiera podido adivinar en aquel momento que su trayectoria cambiar¨ªa radicalmente de curso, y que el hombre que amaba ser¨ªa solo el primero de su familia sepultado por el amianto. En ese tiempo, Romana a¨²n lloraba.
Como las enfermedades provocadas por el amianto, como el mesotelioma, tienen un largo tiempo de latencia, en algunos casos d¨¦cadas, el pico de la tragedia de salud p¨²blica sucede a veces con la f¨¢brica ya cerrada. Italia desterr¨® el amianto en 1992, pero a¨²n hoy contin¨²a la batalla con el esc¨¢ndalo sanitario. En Brasil, la fibra solo est¨¢ prohibida en seis Estados: Rio Grande do Sul, S?o Paulo, Pernambuco, Rio de Janeiro, Mato Grosso y Minas Gerais. En la actualidad, el pa¨ªs es el tercer productor mundial, el tercer exportador y el cuarto usuario de amianto. Mientras la fibra va desapareciendo de los barrios m¨¢s nobles del centro-sur, sigue peligrosamente abundante en favelas y periferias, as¨ª como en las casas de de quilombolas [descendientes de esclavos], ribeirinhos [poblaciones que viven de la extracci¨®n de recursos en la ribera de los r¨ªos, en particular los amaz¨®nicos], de peque?os agricultores e ind¨ªgenas.
Desde las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX, Brasil viene coleccionando muertes de trabajadores, as¨ª como de familiares que tuvieron contacto con las ropas sucias de amianto, por asbestosis y mesoteliomas. Hay varios expedientes en la Justicia buscando la forma de desterrar el amianto del pa¨ªs, as¨ª como de indemnizar a las v¨ªctimas, pero la industria exhibe un lobby poderoso influyendo en el actual gobierno, en el Congreso y en el Poder Judicial. Las muertes de centenares de brasile?os, la mayor¨ªa trabajadores, y la tragedia de salud p¨²blica que se avecina con la contaminaci¨®n medioambiental tienen mucho menos visibilidad que el sentido com¨²n y la responsabilidad p¨²blica permitir¨ªan, lo que convierte la persistencia del amianto en Brasil en una caja negra a¨²n por ser totalmente desvelada.
Antes de morir, Mario tendi¨® la mano a Romana. ?As¨ª se despidieron?
En Italia, las v¨ªctimas y familiares de v¨ªctimas llevaron al billonario suizo a la Justicia y consiguieron condenarlo en dos instancias. El 13 de febrero de 2012, Stephan Schmidheiny fue condenado por un Tribunal de Tur¨ªn a 16 a?os de prisi¨®n y al pago de 100 millones de euros. El delito fue descrito como ¡°desastre ambiental doloso permanente y omisi¨®n dolosa de medidas de seguridad para los trabajadores¡±. El 3 de junio de 2013, la sentencia no solo fue confirmada en la corte de apelaci¨®n, sino ampliada de 16 a 18 a?os de prisi¨®n. Todo indicaba un desenlace victorioso para aquellos que perdieron su propia vida o la vida de aquellos que amaban, en el juicio en ¨²ltima instancia, celebrado en Roma.
Y entonces, el mi¨¦rcoles 19 de noviembre de 2014, lo inimaginable sucedi¨®. Ante las v¨ªctimas de Casale Monferrato y de otras regiones, la corte italiana anul¨® la condena de Stephan Schmidheiny: no por inocencia del reo, sino porque el delito hab¨ªa prescrito. Se dijo en el tribunal que era una decisi¨®n acorde al Derecho, y no a la Justicia. ¡°A veces el Derecho y la Justicia toman direcciones opuestas, pero los jueces no tienen alternativa: deben seguir el Derecho¡±, dijo Francesco Iacovello, procurador general de la Corte de Casaci¨®n de Roma. En un comunicado, la Corte afirm¨® que ¡°la acusaci¨®n era de delito ambiental y no de homicidio¡±. Y, por tanto, ¡°no podr¨ªa ignorar la expiraci¨®n del plazo de prescripci¨®n que comenz¨® a contar a partir de 1986, cuando Eternit cerr¨® sus f¨¢bricas en Italia¡±.
Coleccionando muertes de trabajadores, Brasil es el tercer productor mundial, tercer exportador y cuarto usuario de amianto
La conmoci¨®n dur¨® apenas un segundo antes del primer grito, que luego se transform¨® en clamor: ¡°?Verg¨¹enza! ?Verg¨¹enza! ?Verg¨¹enza!¡±. V¨ªctimas, familiares de v¨ªctimas, vecinos de la ciudad contaminada parec¨ªan heridos de muerte. La escena era impresionante. Iba a ser una victoria hist¨®rica, que tendr¨ªa impacto en las v¨ªctimas del mundo y contribuir¨ªa a acelerar la desaparici¨®n del amianto de pa¨ªses como Brasil. Y de nuevo el poder econ¨®mico ¨Cy por consecuencia el pol¨ªtico- venci¨®. Para algunos que observaban desde fuera, estaba claro que solo podr¨ªa haber sido ese el desenlace, porque esa ha sido siempre la l¨®gica del mundo. Pero, en los ¨²ltimos a?os, los habitantes de Casale Monferrato y todos aquellos que perdieron padres, madres, hermanos, hijos en la brutal agon¨ªa provocada por las enfermedades del amianto creyeron que podr¨ªan alterar el curso de la Historia. ¡°No es posible que la demanda por justicia prescriba en algunos casos¡±, afirm¨® a la prensa Matteo Renzi, primer ministro italiano. ¡°Hay heridas que no conocen l¨ªmites de tiempo¡±. En Casale Monferrato, las campanas de todas las iglesias sonaron al mismo tiempo en se?al de luto. Uno de los l¨ªderes de la lucha de las v¨ªctimas, Bruno Pesce, anunci¨® que, en la semana en la que el pr¨ªncipe del amianto, Stephan Schmidheiny, venci¨®, dos vecinos de Casale Monferrato murieron de mesotelioma. Y murieron derrotados de todas las maneras posibles.
A los 85 a?os, Romana Blasotti Pavesi se descubri¨® vencida. Su batalla contra Stephan Schmidheiny no fue la m¨¢s importante de su existencia. La muerte de quien se ama es siempre la mayor batalla perdida en una vida humana. Y Romana vio primero a su marido, Mario, despu¨¦s a su hermana, Libera, en seguida a su prima Anna, el siguiente fue Giorgio, su sobrino, y por fin, aunque nunca se sepa si acab¨®, Maria Rosa, la hija. Todos muertos por mesotelioma, el c¨¢ncer del amianto. ¡°No es venganza¡±, repiti¨® siempre Romana. ¡°Nuestra lucha contra Stephan Schmidheiny es por todo lo que ¨¦l representa¡±. La vieja mujer desv¨ªa el extraordinario azul de sus ojos hacia dentro, al lugar de los recuerdos, y dice: ¡°No siento rencor por el responsable de toda esta tragedia, pero si ¨¦l tuviese la posibilidad de acompa?ar a un enfermo que le fuese querido, de principio a fin, tal vez pudiese entender algo¡±.
La sentencia de Stephen Schmidheiny fue anulada por prescripci¨®n del delito, no por su inocencia. V¨ªctimas y familiares gritaban en el tribunal: ?Verg¨¹enza!
Fue con la muerte de Maria Rosa, en la b¨¢rbara subversi¨®n de la l¨®gica que obliga a una madre a enterrar a su hija, cuando Romana perdi¨® la capacidad de llorar. Maria fue el nombre que el padre escogi¨®, Rosa lo eligi¨® la madre. Maria Rosa nunca trabaj¨® con amianto. En los recuerdos de Romana, uno le sobresalta. Ella y Mario llevando a la entonces peque?a Maria Rosa a pasear por los alrededores de la f¨¢brica donde el padre era un trabajador orgulloso. Remolinos de polvo se levantaban del material descartado, era hasta bonito. Y entonces Maria Rosa, ya adulta y madre de un hijo, aparece en casa de la madre: ¡°Tengo mesotelioma¡±. Hab¨ªa atribuido el dolor de la espalda a una ca¨ªda ocurrida cuando esquiaba. La radiograf¨ªa revel¨® la verdad brutal. Su ¨²ltimo gesto, en agosto de 2004, fue vencer la fragilidad de su cuerpo machacado por el c¨¢ncer para abrazar a su hijo, Michele, con una fuerza que nadie sabe de sonde sac¨®.
Con la mitad de la familia amputada por el amianto, Romana dedic¨® las ¨²ltimas d¨¦cadas de su existencia a buscar justicia. Mientras ella y sus compa?eros de lucha se organizaban, la mayor¨ªa de ellos cargando certificados de defunci¨®n de familiares y compa?eros de trabajo, Stephan Schmidheiny llevaba adelante una de las m¨¢s fascinantes y exitosas operaciones de lavado de biograf¨ªa ¨Co greenwashing- de la historia reciente (lea el art¨ªculo sobre eso aqu¨ª). Pronto pas¨® a ser llamado por la prensa internacional de ¡°fil¨¢ntropo¡± y, por parad¨®jico que parezca, ¡°ambientalista¡± y ¡°ecologista¡±. Fue una de las estrellas de la R¨ªo-92, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo, y cre¨®, entre otras organizaciones, Avina: una fundaci¨®n dedicada a programas ambientales y de reducci¨®n de la pobreza que act¨²a tambi¨¦n en Brasil. Entre los honores que le fueron ofrecidos, figuran el titulo de doctor honoris causa en humanidades por la universidad estadounidense de Yale y la Orden de la Cruz del Sur, que le fue concedida por el entonces presidente brasile?o Fernando Henrique Cardoso.
En el sitio web de Avina, el hombre llevado a la Justicia por las v¨ªctimas del amianto como un criminal socioambiental es presentado como ¡°pionero de la lucha contra el amianto¡±. La noticia de la anulaci¨®n de su sentencia por la corte italiana se publica bajo la llamada ¡°desarrollo sostenible¡±. En posicionamiento con fecha de este mes de noviembre, as¨ª se manifiesta Avina: ¡°(¡) contraria a que se siga empleando amianto en cualquier tipo de industria. Por eso las autoridades p¨²blicas de todas las naciones deben normalizar y regular la prohibici¨®n de la producci¨®n y uso del amianto, adem¨¢s de desarrollar acciones de protecci¨®n de la ciudadan¨ªa de las v¨ªctimas afectadas por ¨¦l¡±.
En su defensa, el magnate suizo suele afirmar que desconoc¨ªa el potencial destructivo del amianto. Seg¨²n su versi¨®n, cuando supo que la fibra era cancer¨ªgena, decidi¨® abandonar el sector. En un comunicado despu¨¦s de la anulaci¨®n de la sentencia, portavoces de Stephan Schmidheiny afirmaron: ¡°La defensa espera que el estado italiano proteja a Stephan Schmidheiny de futuros procesos criminales injustificados y cierre todos los procesos actuales¡±.
La hija Maria Rosa fue la quinta persona que Romana perdi¨® por el c¨¢ncer de amianto
L¨ªderes de la lucha por la desaparici¨®n del amianto, v¨ªctimas y familiares contestan la inocencia del heredero de la Eternit suiza presentando documentos que comprueban que la relaci¨®n entre el amianto y las enfermedades como asbestosis se conoce desde comienzos del siglo XX. En los a?os sesenta del mismo siglo ya estaba documentada la relaci¨®n entre la fibra y el mesotelioma. En Brasil, la f¨¢brica de Eternit en el municipio paulista de Osasco se instal¨® a comienzos de la d¨¦cada de los cuarenta, cuando ya se conoc¨ªa el potencial destructivo del amianto. Stephan Schmidheiny lleg¨® a hacer una especie de pr¨¢cticas en la f¨¢brica brasile?a, uno de los argumentos que usa al afirmar que desconoc¨ªa los males causados por la fibra. En el proceso judicial italiano qued¨® claro que, en 1976, ante las crecientes noticias sobre la relaci¨®n entre asbesto y patolog¨ªas fatales, la industria promovi¨® una conferencia en Alemania para discutir estrategias para hacer frente al problema sin dejar de producir amianto, de la cual Stephen Schmidheiny particip¨®.
Seg¨²n las v¨ªctimas, aunque fuese posible aceptar que el desconocimiento sobre el car¨¢cter t¨®xico del amianto fuese de hecho real, nada explica que el grupo hubiera vendido Eternit: una transacci¨®n comercial lucrativa que supuso la continuidad de las operaciones, aunque en manos de otros due?os, como pasa en Brasil y en otros pa¨ªses en los que la fibra a¨²n no ha sido prohibida. Se?alan incluso la imposibilidad de justificar el abandono del pasivo ambiental y humano consumado, mientras la fortuna de la familia Schmidheiny se constru¨ªa. ¡°Stephan Schmidheiny obtuvo en la Justicia una victoria formal¡±, afirma la ingeniera brasile?a Fernanda Giannasi, auditora jubilada del Ministerio de Trabajo de Brasil y una de las l¨ªderes mundiales en la lucha por la desaparici¨®n del amianto. ¡°Para el resto de su vida va a tener que convivir con ese estigma. No le permitiremos olvidar ni por un minuto lo que ¨¦l hizo contra la humanidad¡±.
La voz de las v¨ªctimas tiene mucho menos resonancia, sin embargo, que la poderosa operaci¨®n de marketing internacional invertida en el cambio de imagen de aquel al que consideran su verdugo. La financiaci¨®n de acciones de caridad y de programas socioambientales por Stephan Schmidheiny ha silenciado a varias personas hist¨®rica y profesionalmente ligadas a la defensa de los derechos humanos y del medioambiente en el mundo y tambi¨¦n en Brasil. Es parte de la explicaci¨®n del porqu¨¦ las victimas del amianto, considerado una de los mayores tragedias de salud p¨²blica de la historia de la humanidad, entablan sus batallas solos, aislados de parcelas de la sociedad que, por l¨®gica, deber¨ªan luchar a su lado.
Mientras las v¨ªctimas luchaban por la justicia, el billonario del amianto emprend¨ªa una exitosa operaci¨®n de lavado de biograf¨ªa
Romana, como un personaje shakesperiano, se encontr¨® lanzada al ruido y la furia de fuerzas poderosas. Ella, que empez¨® su vida trabajando como empleada dom¨¦stica en las casas de los m¨¢s ricos, tuvo la osad¨ªa de hacer frente a un billonario homenajeado por revistas como Forbes y universidades como Yale. En el tribunal, al ver agigantarse ante ella el espectro aniquilador de la injusticia, Romana solo consigui¨® encontrar un adjetivo: ¡°Abominable¡±. Despu¨¦s dir¨ªa: ¡°Estoy cansada. Cansada de sufrir y de ver personas morir a mi alrededor. La decepci¨®n duele como jam¨¢s habr¨ªa podido imaginar¡±.
Los a?os se acortan ante ella. Pero Romana sabe que, mientras hay vida, la escritura de la Historia puede ser peleada. Abandon¨® el tribunal protegida por el ¨²nico hijo que le qued¨®, Ottavio. Y no llor¨®.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n: Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos. E de novela: Uma duas Web: elianebrum.com. Correo electr¨®nico: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: @brumelianebrum
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