Un tren sobre v¨ªas podridas
El problema de Pe?a Nieto es que fracas¨® la estrategia de largo plazo y ahora falla la t¨¢ctica para encarar las consecuencias
Del presidente que sorprendi¨® al pa¨ªs hace dos a?os con el golpe de mando de un novedoso y un¨¢nime Pacto por M¨¦xico, a este jefe de bomberos desbordado por los incendios, media un gran trecho. Peor a¨²n cuando percibimos que las pipas apagafuegos parecen verter gasolina. El problema del Gobierno es que su estrategia de largo plazo fracas¨® y ahora est¨¢ fallando la t¨¢ctica para enfrentar las consecuencias de ese fracaso.
La estrategia
Pe?a Nieto apost¨® a que sus reformas econ¨®micas bastar¨ªan para rescatar al pa¨ªs de la par¨¢lisis y el atraso. No hab¨ªa necesidad de ocuparse de la inseguridad o de la corrupci¨®n, porque la econom¨ªa ser¨ªa la locomotora que jalar¨ªa el tren y lo sacar¨ªa del t¨²nel en el que hab¨ªa quedado estancado. Por lo dem¨¢s, tampoco es que al PRI le interesara mucho meterse a fondo en el combate a la corrupci¨®n, el clientelismo o el tr¨¢fico de influencias: son parte sustantiva de un sistema de pr¨¢cticas que explican su ascenso al poder y su sobrevivencia. Bastaba con hacer crecer la econom¨ªa y permitir que parte de ese crecimiento irradiara al resto de la poblaci¨®n.
La estrategia fall¨® al menos en dos premisas: primero, que la locomotora, las reformas econ¨®micas, resultaron demasiado d¨¦biles como para que pudieran rescatar cualquier cosa. Nacieron endebles, cargadas de contrapesos, lentas en su aplicaci¨®n. El segundo a?o de Gobierno el PIB alcanzar¨¢ con suerte un 2,3% de crecimiento, muy por debajo de las metas de entre 3,5 y 4 que se hab¨ªan planteado. Y segundo, y m¨¢s importante, las v¨ªas estaban mucho m¨¢s destruidas de lo que pensaron. Con locomotora o sin ella, el tren dif¨ªcilmente podr¨ªa correr por durmientes podridos y ejes tan oxidados. El peso de la econom¨ªa informal, la ausencia del Estado de derecho, las regiones perdidas frente al crimen organizado, la inseguridad p¨²blica, la corrupci¨®n generalizada. En otras palabras, result¨® imposible edificar sobre una estructura flagelada a tal grado por la descomposici¨®n. La agenda de las reformas qued¨® postergada por el reclamo de ese inframundo salvaje y sangriento.
La t¨¢ctica
El control de da?os ha sido pat¨¦tico. El cacareado oficio pol¨ªtico que se atribuye a los priistas parece haberse extraviado. Una y otra vez las medidas de contenci¨®n para abordar la crisis han provocado el efecto opuesto. El Gobierno desestim¨®, a¨²n lo hace, la importancia de Tlatlaya y Ayotzinapa. Reaccion¨® tarde y d¨¦bil y sus respuestas siempre han ido a la zaga de las reacciones de la opini¨®n p¨²blica. Pe?a Nieto crey¨® que bastaba recibir a los padres de los j¨®venes durante cinco horas para apaciguar su encono. Y semanas m¨¢s tarde asumi¨® que bastaba un dec¨¢logo de propuestas vagas y variopintas contra la corrupci¨®n para calmar la indignaci¨®n de los miles que han marchado en las calles del pa¨ªs. La reprobaci¨®n con que fueron recibidas sus propuestas result¨® un¨¢nime y termin¨® por provocar el efecto contrario.
Algo similar a lo que sucedi¨® con el comunicado de Ang¨¦lica Rivera, la primera dama, sobre su residencia privada, la llamada Casa Blanca. En Los Pinos se pens¨® que el gesto de mostrar a su propia esposa ofreciendo una explicaci¨®n a la opini¨®n p¨²blica ser¨ªa percibido como un acto de apertura y transparencia. Result¨® contraproducente. El mandatario fue acusado de cobard¨ªa en las redes por colocar a su mujer en la primera l¨ªnea de batalla en un intento de salvar su propio pellejo. Desde luego no era ese el prop¨®sito pero preocupa que no hubieran podido anticipar la reacci¨®n obvia en las redes sociales.
Las reformas econ¨®micas de Pe?a Nieto fueron demasiado d¨¦biles como para rescatar nada
M¨¢s preocupante a¨²n es la manera en que el Gobierno coquetea con una salida autoritaria al conflicto. Si se equivocan en esto las consecuencias podr¨ªan ser desastrosas. Los incidentes de las ¨²ltimas semanas en contra de j¨®venes que participan en las marchas no deja dudas de que una parte de la c¨²pula en el poder se decanta por una respuesta polic¨ªaca al conflicto. A los once aprehendidos en la marcha del 20 de noviembre quer¨ªan convertirlos en motivo de escarmiento y fincarles cargos de alta criminalidad; la tortura a la que fueron sometidos revela la peor cara del r¨¦gimen en el peor de los momentos. La cobertura que hace la televisi¨®n leal a Pe?a Nieto est¨¢ claramente dedicada a intimidar a los ciudadanos por la supuesta violencia de las marchas y a exigir una respuesta de ¡°mano firme¡± por parte de la autoridad. Se le dedican apenas segundos al desfile pac¨ªfico de miles de personas y largos minutos a seguir los enfrentamientos de un pu?ado de encapuchados contra los granaderos en algo que cada vez se parece m¨¢s una puesta en escena.
Pe?a Nieto tendr¨ªa que asumir que el tiempo del control de da?os ya ha pasado. Hay que meterse al t¨²nel y comenzar a levantar las v¨ªas y sanear el subsuelo. De otra manera ser¨¢ un sexenio perdido, o algo a¨²n peor. Diez puntos de maquillaje no bastan. Pero claro, eso significar¨ªa ir por exgobernadores corruptos como Montiel y Moreira, renunciar al enriquecimiento de su c¨ªrculo inmediato, desmontar la corrupci¨®n sindical y clientelar. En suma, destruir el sedimento en el que el propio PRI est¨¢ parado. Es el tiempo de las encrucijadas. Ojal¨¢ no se equivoquen.
Twitter: @jorgezepedap
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